Bill Gates, el cofundador de Microsoft, no permitió que sus hijos tuvieran un teléfono celular hasta los 14 años; Steve Jobs, creador de Apple, limitaba el tiempo que sus hijos pasaban con nuevas tecnologías e incluso les prohibía usar iPad.
Aunque son los cerebros detrás de la tecnología que atrapa a millones de seres humanos en el mundo, estos creativos -y muchos otros más en Silicon Valley(el punto neurálgico de la economía digital)- no permiten que sus hijos pasen mucho tiempo junto a las pantallas.
De hecho, en Palo Alto- en pleno corazón de Silicon Valley– existe una escuela privada llamada Waldorf of Peninsula, a donde acuden los hijos de directivos de grandes empresas tecnológicas como Apple y Google.
Al contrario de lo que ocurre en casi todas las escuelas del mundo, donde se trata de que la tecnología ingrese a los salones de clase, en este lugar los niños no emplean pantallas hasta que llegan a secundaria, indicó el portal español El País.
Los niños hacen operaciones numéricas a lápiz, para escribir en el pizarrón se emplean tizas (gises) de colores y todos los mensajes que cubren las paredes del aula están escritos a mano. Los alumnos elaboran sus propios libros de texto.
"No creemos en la caja negra, esa idea de que metes algo en una máquina y sale un resultado sin que se comprenda lo que pasa dentro... La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, su capacidad de concentración", declaró Pierre Laurent, un ingeniero informático con tres hijos, que trabajó para Microsoft y ahora es el presidente del patronato de Waldorf.
Laurent representa el pensamiento que empieza a generalizarse entre las élites de Silicon Valley. Las personas detrás de las principales empresas tecnológicas quieren a sus hijos lejos de esas innovaciones pues consideran que los beneficios del uso de pantallas en la educación temprana es limitado y además, tiene el riesgo de ser adictivo.
"En la escala entre los caramelos y el crack, esto está más cerca del crack", dijo Chris Anderson a The New York Times. Anderson fue director de la revista Wired, dedicada a la cultura digital.
Laurent explicó que el objetivo actual de las aplicaciones es que el usuario pase el mayor tiempo en ellas para recabar la mayor cantidad de datos y poner más anuncios. Pero en el caso de los niños, pasar mucho tiempo frente a una pantalla limitaría su capacidad de reflexión y estudio.
Dificultad para alcanzar estándares de desarrollo, falta de sueño, riesgo de depresión e incluso de suicidio son algunos de los efectos que comienzan a verse ya entre niños y adolescentes por el uso de móviles, según algunos estudios.
Apple presentó una herramienta llamada Screen Time, que permite limitar el uso del teléfono celular y Google introdujo una herramienta con un objetivo similar. Sin embargo, los críticos aseguran que el problema de fondo es que sus productos tienen una naturaleza adictiva.
Son los padres quienes deben lidiar con el asunto del tiempo que sus hijos pasan cerca de las pantallas. Los padres en Silicon Valley no solo alejan a sus hijos de las pantallas en las escuelas, pues en familias de ejecutivos de empresas tecnológicas se exige a las niñeras que firmen "contratos sin móvil", por lo que no pueden usar el celular cerca de los pequeños.
Aún es pronto para saber los resultados de alejar a los niños de la pantalla, en un mundo repleto de éstas, pero para los padres en Silicon Valley lo vale.