La decisión de una muerte rápida e indolora a través de la Inteligencia Artificial (IA) podría volverse realidad en muy pocos años.
Y es que un ciudadano de Suiza está esperando ser el primer usuario de “Sarco”, una máquina suicida impresa en 3D, en forma de ataúd, que sin la ayuda de más personas puede terminar con la vida en cuestión de minutos.
De acuerdo con su creador, el australiano Philip Nitschke, quien es defensor de la eutanasia, se están realizando las últimas pruebas en su taller de Rotterdam, Países Bajos, antes de ser utilizada con el primer ser humano.
El “doctor Muerte”, como también se le conoce, confesó recientemente a la revista MIT Tecnology Review, que si bien un primer prototipo de Sarco ya fue exhibido en Alemania y Polonia, “el segundo fue un desastre” por lo que se corrigieron los errores para poder ser estrenado.
El objetivo que ha perseguido polémico científico en los últimos 25 años es “desmedicalizar la muerte”, pues busca que el suicidio asistido sea lo menos asistido posible. A diferencia de las clínicas de eutanasia, no requiere que un médico administre una inyección o apruebe medicamentos letales.
“En realidad, no hace falta un médico para morir”
Al menos, esa es la idea, pues Nitschke no ha hablado con el gobierno suizo ni ha evitado a las instituciones médicas para su aprobación; sin embargo, es uno de los pocos países que ha legalizado el suicidio asistido. Esto está permitido siempre que las personas que desean morir realicen el acto final por sí mismas.
Sin embargo, Suiza requiere que los candidatos para la eutanasia demuestren su capacidad mental, que generalmente es evaluada por un psiquiatra.
“Todavía existe la creencia de que, si una persona pide morir, tiene algún tipo de enfermedad mental no diagnosticada”
“Aún no es racional que una persona quiera morir”, agregó.
Pero tiene una solución: el también CEO de Exit International está trabajando en un algoritmo para permitir a las personas realizar una especie de autoevaluación psiquiátrica vía ordenador. En teoría, si una persona pasa esta prueba online, el programa proporcionaría un código de cuatro dígitos para activar la máquina Sarco.
Cómo funciona Sarco
La persona que ha elegido morir encerrada dentro de esta cápsula debe responder a tres preguntas: ¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Y sabes lo que sucederá cuando presiones ese botón?
Si se pasa la prueba, se abre la escotilla con paneles transparentes. Entonces, al presionar un botón en el interior de la cápsula ocurrirá lo siguiente: Sarco se llenará de gas nitrógeno, un gas ampliamente disponible, lo que hace que el usuario se sienta “ligeramente borracho” antes de caer inconsciente y, finalmente, morir. Todo en menos de cinco minutos.
Posteriormente, se entregará una grabación de ese breve cuestionario final a las autoridades suizas.
La máquina es portátil, lo que significa que se puede mover a la ubicación deseada por el usuario. Además, la cápsula en sí es biodegradable y se puede separar de la plataforma inferior para usarla como ataúd para el entierro o la cremación.
¿Vivir o morir en manos de la IA?
Pero, mientras Nitschke ve a la IA como una forma de empoderar a las personas para que tomen la última decisión por sí mismas, otros se preguntan si esta tecnología puede ayudar a aliviar a los humanos de la carga de tales elecciones.
“Esta prisa por automatizar plantea grandes preguntas que no tienen respuestas fáciles. ¿Para qué tipo de decisiones es apropiado usar un algoritmo? ¿Cómo se deben construir esos algoritmos? ¿Y quién decide cómo funcionan?”, se lee en el artículo de MIT Tecnology Reviw.
Se señala que, aunque la IA parezca precisa, tanto los expertos como los reguladores piden precaución. Los modelos ofrecen una apariencia de objetividad que puede llevar a los profesionales a delegar la responsabilidad respecto a las decisiones éticas, confiando en la máquina en vez de cuestionar su resultado.
“El verdadero trabajo consistirá en reconocer lo horrible y arbitrario de muchas de las decisiones que la IA deberá tomar”, subraya el autor Will Douglas Heaven.
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