Grindr, la popular aplicación de citas en la comunidad LGTBIQ, supuestamente filtró los datos de millones de usuarios para que terceros pudieran comprarla. Según el Wall Street Journal, la ubicación del usuario estuvo disponible a partir de 2017 y aún hoy algunos registros siguen disponibles para que otras empresas puedan acceder.
La compra y venta de datos en bruto recopilados con fines comerciales por las aplicaciones instaladas en los teléfonos inteligentes de los usuarios es una práctica habitual en el mundo del marketing y la publicidad.
En este caso, los números de teléfono y los nombres de los usuarios de Grindr no se divulgarán, pero la información confidencial, como su ubicación, que ayuda a establecer vínculos entre los usuarios en función de las localizaciones visitadas y la frecuencia de estas visitas.
Esta información se utiliza para establecer la identidad de las personas, lugares de trabajo, domicilios particulares, todo ello utilizando sus estereotipos, hábitos y rutinas, los cuales son registrados diariamente por la app de citas, según dos fuentes no identificadas con conocimiento de la situación en WSJ.
Grindr ha respondido a la acusación
La empresa respondió a través de un vocero asegurando que a partir de 2020 han dejado de usar la ubicación de cualquier red publicitaria, por lo que a partir de entonces no podrán recopilar esta información.
Compartir ubicación en Grindr, al igual que otras aplicaciones de citas, es esencial, ya que la aplicación muestra perfiles según la distancia o la distancia seleccionada. En este sentido, los usuarios que utilicen Grindr deberán otorgar acceso a su ubicación.
Esta información se comparte con la red publicitaria donde los anunciantes pujan para colocar sus anuncios en la aplicación. ¿Por qué los anunciantes quieren acceder a la ubicación de un usuario? Para poder hacerle llegar ofertas o anuncios microsegmentados en su entorno o donde se encuentre.
Los peligros de que Grindr comparta ubicaciones
Grindr es una aplicación que se usa en muchos países del mundo, incluido algunos donde la homosexualidad aún es un delito. Por ende, si en esas zonas se compartieran este tipo de datos, podría entrañar un peligro de enjuiciamiento, de prisión y, en ocasiones, incluso, puede llevar a una condena a muerte.
Pero en países donde ser gay es legal la publicación de datos también puede generar amenazas, por ejemplo de chantaje a quienes no lo viven abiertamente. El gobierno de Estados Unidos intervino para obligar a una empresa china a deshacerse de Grindr por motivos de seguridad nacional en 2019, citando el riesgo de chantaje al usar los datos de la aplicación y la posibilidad de que el gobierno chino use los datos de la aplicación con fines de vigilancia.
Asimismo, los clientes de la empresa de publicidad móvil UM pudieron comprar datos masivos de movimiento de teléfonos que incluían a muchos usuarios de Grindr desde al menos 2017 y posiblemente antes, dijeron personas familiarizadas con el asunto.
Estas prácticas no son nuevas ni exclusivas de Grindr
Para 2020, un informe elaborado por el grupo de investigación noruego Forbrukerrådet en colaboración con el Norwegian Consumer Council, ha revelado cómo cada vez que se usan los teléfonos personales, una gran cantidad de entidades reciben información sobre las preferencias, hábitos y comportamientos de uno mismo. En esta encuesta, Grindr se destacó por la misma razón por la que esta semana volvió a ser noticia.
Según esta investigación, para ese mismo año se descubrió que Grindr compartía datos detallados de los usuarios con una gran cantidad de terceros dedicados a la publicidad y la elaboración de perfiles. Estos datos incluyen dirección IP, ID de publicidad, ubicación, edad y sexo.
El escándalo fue tal que el pasado mes de diciembre la empresa fue multada con 6,5 millones de dólares en Noruega por este motivo tras un año de litigio.
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