A comienzos del siglo XX, cuando todavía no se había inventado el transistor, las computadoras eran analógicas y estaban conformadas por grandes engranajes mecánicos. No se parecían en nada a los equipos electrónicos que se desarrollaron luego y menos a los que tenemos hoy en día.
Eran equipos enormes, complejos y pesados con funciones limitadas, especialmente relacionadas con la realización de cálculos matemáticos. Hay un nombre importante en relación a aquellos primeros pasos de la informática: Vladimir Lukyanov.
El ingeniero creó en 1936 un integrador hidráulico, que más adelante se describió popularmente como “la computadora de agua”. En síntesis, buscó sustituir engranajes mecánicos por agua.
La tecnología detrás de este invento
La suya fue una de las primeras computadoras analógicas construidas en la Unión Soviética. Funcionaba mediante una cuidadosa manipulación del agua a través de una habitación llena de tuberías y bombas interconectadas. El nivel del agua en varias cámaras representaba números almacenados, y la tasa de flujo entre ellos representaban operaciones matemáticas. De esa manera el sistema resolvía ecuaciones diferenciales.
Los depósitos de agua estaban vinculados a tubos de resistencia hidráulica variable. Cuando éstos subían o bajaban, el flujo del líquido variaba y se mostraba el resultado en un gráfico que se imprimía en papel.
Hay que tener en cuenta que para usar este dispositivo era necesario hacer cálculos previos que servían para configurar los tubos que realizaban los cálculos.
Como se ve, no era todo tan automático aunque no dejaba de ser de gran ayuda y mucho más rápido que hacer todos los cálculos de forma manual.
“Lo que creó Vladimir Lukyanov eran integradores hidráulicos cuyo propósito era calcular la dureza de hormigón, y otros cálculos relacionados a la construcción”, explica en diálogo con Infobae, Carlos Chiodini, cofundador del Museo de informática en Argentina.
Además, recuerda que Lukyanov trabajaba en la construcción de ferrocarriles y uno de sus trabajos consistía en generar estructuras de hormigón fiables y resistentes. Para evitar la formación de grietas en estos materiales tenía que contemplar diferentes variables como el tipo y cantidad de producto empleado, las temperaturas, etc. Creó la máquina con el objetivo de automatizar este tipo de cálculos.
“Se utilizó un integrador de agua en el diseño de canales y otras obras de ingeniería hasta la década del 70. En la Unión Soviética se extendió incluso hasta la década del 80, para construcciones a gran escala ya sea en la metalurgia, construcción de diques, minas, etc. Pero luego estos equipos fueron reemplazados por dispositivos electrónicos”, subraya Chiodini.
Hoy en día esta tecnología quedó como un dato histórico y curioso. Actualmente, se conservan dos integradores hidráulicos en el Museo Politécnico de Moscú en Rusia.
El puntapié para el desarrollo de otro tipo de computación, la electrónica, llegó de la mano del transistor con avances que sorprenden hasta el día de la fecha.
Cabe recordar que en 2015, ingenieros de la Universidad de Stanford, liderados por Manu Prakash sorprendieron con el anuncio de una computadora que utilizaba gotas de agua, en vez de bits de información.
Las gotas se mueven por un circuito que está formado por barras de hierro, con capas de aceite entre medio en las cuales se inyectan gotas de agua que tienen pequeñas nanopartículas magnéticas.
Las nanopartículas funcionan con los campos magnéticos de un reloj que se va moviendo en sincronía con las gotas de agua. La presencia y la ausencia de cada gota representan los unos y ceros del código que tienen las computadoras electrónicas convencionales.
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