Por estas semanas, es cada vez más frecuente leer o escuchar que un NFT ha sido vendido. Es una de las siglas del momento y en español se traduce como token no fungible, es decir un activo digital al que se le otorga una especie de “certificado de autenticidad”. Es único en el mundo cibernético.
Si una persona compra una obra de arte original de determinado artista, las pruebas más explícitas de ese acto son la firma y tener colgado el cuadro en su casa, por ejemplo. ¿Pero qué sucedería si habláramos de una obra de arte digital? Podrían existir miles de usuarios que tengan una copia de ese archivo (tal como la cantidad de copias del cuadro) pero solo una persona tendrá la original, es decir, su NFT.
El NFT le otorga una especie de sentimiento de propiedad a un activo digital, que puede ser una canción, un video de la NBA o un tuit. El token no fungible está registrado, con una cadena de caracteres única (números, letras y signos) que lo representan en el blockchain, ese “libro contable” inalterable.
Se considera no fungible a un bien cuando no se desgasta por el uso y además, es único, ya que no puede ser reemplazado por otro igual. El blockchain o cadena de bloques cuenta con sistemas que permiten crear identificadores digitales únicos para intercambiar. Así, todos podríamos crear nuestros NFTs (aunque eso no garantiza que alguien los vaya a comprar).
Se pueden crear NFTs de todo tipo de elementos digitales, desde tuits, fotos, videos, memes, canciones u obras de arte digitales. Hoy, creadores del mundo pueden comercializar sus activos, sus obras originales, y, al estar en la cadena de bloques, se descentraliza el proceso de compra, y tanto el vendedor como el comprador aseguran la autenticidad del bien.
Para crear el NFT, primero hay que elegir la cadena de blockchain que se va a usar. La plataforma de código abierto Ethereum es la criptomoneda más utilizada hoy para pagar. En efecto, el sitio opensea.io, uno de los más usados para comprar y vender NFTs, especifica que para ingresar a su marketplace es necesario tener una wallet (una billetera virtual) de ETH (Ethereum) para usar su servicio. Recomiendan hacerlo con la billetera MetaMask.
Furor NFT
Hablamos de activos digitales no fungibles, o NFT, porque el mundo del arte, entretenimiento y medios de comunicación ha comenzado a adoptarlo. La NBA, por ejemplo, ha lanzado el año pasado Top Shot, un mercado de token no fungibles, con videos de momentos históricos que se venden.
Por su parte, el grupo musical canadiense The Weeknd anunció días atrás que lanzará una canción como NFT. Antes, Kings of Leon se convertía en la primera banda en lanzar su último álbum como activo no fungible y la artista Grimes (pareja del multimillonario Elon Musk, quien también está probando esta tecnología) vendía una colección de NFT por aproximadamente USD 6 millones.
Por otro lado, el periodista de tecnología Kevin Roose, de The New York Times ha vendido días atrás una columna sobre NFT por más de medio millón de dólares, por 350 unidades de la criptomoneda Ether.
La semana pasada, el CEO de Twitter, Jack Dorsey, vendió una versión digital de su primer tuit por más de USD 2,9 millones luego de una subasta que duró más de dos semanas. Por esos días, el artista estadounidense Mike Winkelmann, conocido como Beeple, vendía también una obra digital por poco más de USD 69 millones en la casa de subastas Christie’s.
Los ejemplos continúan hasta llegar a los lugares más insólitos. La robot humanoide Sophia, desarrollada por Hanson Robotics, ha producido una obra de arte, a partir de la inteligencia artificial y días atrás, ha vendido en una subasta, su NFT en Hong Kong.
Y todo indicaría que esto recién comienza.
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