En los nueve años y meses que lleva en línea, Instagram cambió mucho: de dueños (Facebook compró la app a sus desarrolladores, Kevin Systrom y Mike Krieger, en 2012), de sistema operativo (en su primer año y medio fue solo para iOS, luego se amplió a Android), de volumen (tenía 4,25 millones de usuarios en 2011 y tiene casi 1.000 millones actualmente), de ícono (lo cambió en 2016) y de contenidos. Primero fueron las imágenes, luego los hashtags, luego los mensajes directos. Pero lo que parece haber marcado la transformación más profunda de la plataforma fueron las historias.
Al llevar a las generaciones más grandes la práctica que los adolescentes tenían en Snapchat, Instagram Stories tuvo un impacto profundo. “Es comprensible que el mayor haya sido en las citas”, analizó Vice. “Desde el lanzamiento de Tinder, ninguno otro elemento de la tecnología había sacudido tanto las relaciones románticas”. Se calcula que la tercera parte de los usuarios de Instagram sube Stories.
Aunque no ofrece un servicio para conocer gente como Tinder, sirve a esos fines como también para flirtear con gente ya conocida. “Se modificó la forma en que los usuarios se presentan a sí mismos, en que se relacionan con los demás y —lo más importante— el modo en que superan a los mensajes directos (DM)", resumió Mic.
“Las historias son una jugada totalmente nueva. Para empezar, son menos cuidadas, más espontáneas y quizás más indicativas de la personalidad real del usuario. Como tal, ofrecen más oportunidades de entablar una conversación casual y —algo crucial— permiten que el intercambio se desarrolle enteramente en privado. En esencia, recibimos, en tiempo real y en el teléfono, actualizaciones de alguien sin estar obligados a responder”. Eso permite que un usuario pueda conocer a otro, saber de su interés, durante más tiempo que el habitual y sin sentirse expuesto en el intercambio directo de mensajes.
O como en una entrevista de trabajo: porque Tinder y Hinge son, en el fondo, como un curriculum vitae para las citas, comparó el texto. En cambio, las historias de Instagram son más livianas, también se dirigen a los amigos, tienen un sentimiento de frescura que las redes sociales valoran: la posibilidad de una conexión auténtica.
El fenómeno de esta app, en general, tiene características propias que facilitan este lugar de preponderancia en las relaciones: Según Dating Metrics, ha reemplazado el intercambio de números de teléfono que antiguamente se hacía cuando las personas se conocían en la vida real: “El intercambio de cuentas de Instagram es la norma socialmente aceptada de intercambio de contactos, sobre una base de quid pro quo: me sigues y te sigo”.
Para The New York Times, los recursos de la plataforma no solo permiten crear “un collage visual de la vida de alguien”, sino que también “ofrecen una manera sutil de expresar interés mediante likes y comentarios y de conectar en una charla privada”. según dijo Halen Yau, de 31 años, al periódico, “es básicamente un portfolio para la vida romántica”. Dave Marshall, de 30 años y también de Nueva York, dijo a Mic que la mayor ventaja de flirtear en Instagram es que “cuando alguien se engancha con una de sus stories, se puede ver de qué manera lo que publicas es algo de lo que realmente se sienten cerca”.
La comunicación también dependerá del contenido de la historia. “Los hombres que sigo y que me gustan publican muchas historias, así que puede que comience por comentar alguna”, contó Jourdan Ash, periodista y creadora del podcast Dating In NYC. “Cuando publican una selfie en stories, entonces puedo empezar a flirtear". En general prefiere la manera más casual de hacerlo, para medir la conexión.
Elena Milan, de 24 años, explicó a Mic que lo que más le gusta de flirtear en IG Stories es “la confirmación instantánea de ‘quién me vio’”. Ver quiénes entre sus seguidores se engancharon con sus contenidos fugaces le da “una especie de luz verde”. Como a ella no le gusta ser la que inicia el movimiento hacia el contacto, a veces publica una canción o republica una cita que le gusta. “Eso permite que la conversación comience de manera orgánica”, explicó.
Un elemento de peso es que, mientras enviar un mensaje en una app de citas puede requerir cierta consideración previa, reaccionar a una historia de Instagram, no. De hecho, hay ocho emojis —😂, 😍, 😮, 😢, 🔥, 👏, 🎉 y 💯— predeterminados para responder. Pero eso no invita a continuar una conversación, a diferencia de la opción de dejar un comentario, lo que entra en la misma dinámica de espontaneidad.
“Comentar sería el equivalente a encontrarse con alguien y decirle un ‘hola’ muy básico", explicó al Times Andrew Keller, de 25 años, empleado de una agencia publicitaria. Y como el saludo, reclama reciprocidad: “Desde luego hay que esperar un poco para ver si les gusta. Es como estar en una disco mirando a alguien, hay que ver si te miran".
Según Dating Metrics, “no hay mejor manera de provocar una respuesta que una reacción a una historia”, según el principio detrás de todas las redes sociales: “Está probado que funciona. La razón por la cual publicamos fotos y videos es porque, en tanto humanos, buscamos atención y validación. Y cada vez que conseguimos esa validación bajo la forma de un like o un comentario, nuestro cerebro libera dopamina, el químico del placer”.
Por último, recordó Vice, IG Stories muestra una lista de todas las personas que miraron cada publicación. No hay que precipitarse a interpretarla, ya que “se ordena sobre la base de una serie de factores, entre los que se incluyen las personas que vieron la historia más recientemente y las cuentas con las que el usuario interactúa más en general". Pero, señaló en Times, esos datos, aun si son “rudimentarios y poco concluyentes”, permiten ver si hay repeticiones: si alguien de interés para el usuario ha mirado sus historias en días sucesivos, por ejemplo.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: