La manera segura en la que Whatsapp maneja las comunicaciones, datos e información de sus usuarios ha reforzado tres sinergias importantes que hoy representan la ampliación de la gente que se une a sus servicios y éstas son: su seguridad, confidencialidad e integridad.
La seguridad en este tipo de servicios siempre ha sido un tema muy cuestionado al combinarse con la confidencialidad, misma que garantiza que el acceso a la información pase por un proceso adecuado de autorización.
También la seguridad de la información, además de por la confidencialidad se caracteriza por su disponibilidad, es decir, asegura que los usuarios que estén autorizados a verla accedan a ésta cuando lo requieran. Igualmente por, la seguridad se caracteriza por su integridad, al ofrecer a quienes confían en ella que su información llegara completa, que sus datos no han sido modificados desde su raíz sin autorización.
El permiso por parte del usuario en materia de sistema informáticos siempre es un tema principal y del que aplicaciones como Whatsapp se preocupan, hecho que confirma el que actualmente cuente con 2 mil millones de usuarios, a los que conecta de manera privada. En contraste, su competencia, Facebook, ocupa el primer lugar con un registro de base equivalente a 2 mil 500 millones de usuarios.
El cifrado de extremo a extremo forma parte de esa magia por la que tenemos el gusto y la facilidad de compartir nuestra información con suma confianza entre familiares, colaboradores e incluso con las personas, empresas e instituciones con las que buscamos el mantener nexos.
El cifrado permite que esas conversaciones que antes sólo llevábamos en privado de manera personal, ahora tomen lugar desde cualquier parte del mundo, sin importar si los grupos de personas que se encuentran interactuando comparten o no el mismo huso horario.
Sabemos que gracias a ello, un sin fin de momentos importantes se han dado a través de esta aplicación, facilitando conexiones seguras y privadas mediante su cifrado de extremo a extremo, que hace de los mensajes, información confidencial que no se puede “romper” gracias a la gran función que logra este candado digital, impidiendo que hackers y criminales accedan a los mensajes que se guardan en el teléfono del usuario.
Al quedar los mensajes y conversaciones privadas sólo entre el emisor y el receptor, el cifrado de extremo a extremo se vuelve una necesidad de la vida moderna en el que la aplicación día a día se ha comprometido a afinar, a fin de que sus usuarios jamás se sientan desprotegidos durante y después de su uso.
Para lo anterior, WhatsApp ha trabajado de la mano de expertos en seguridad, así como apoyados en tecnología líder en la industria a fin de evitar y detener posibles abusos, ofreciendo controles e incluso canales para informar problemas, por supuesto sin que ello sacrifique la privacidad de quienes hacen uso de sus servicios.
Cuando la app sólo estaba pensada para crear un servicio de mensajes simple, confiable y privado, seguramente sus fundadores, Jam Koum y Brian Acton, jamás se imaginaron la relevancia que sus ideas llevadas a la realidad tendrían sobre la vida de miles de millones de personas, al grado en que éstas confíen casi ciegamente en sus servicios, al tiempo que fomentan que la comunidad continúe creciendo en lo que parece hasta el momento una conexión eternamente privada.
Seguramente WhatsApp nos seguirá sorprendiendo por muchos años más, al grado en que con ella se lleguen a desarrollar en el futuro a mediano plazo nuevas maneras de estar en comunicación, involucrando menos recursos y conectando a más gente.
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