A diferencia del periodismo, al cual algunos aspectos de la revolución tecnológica le destruyeron su modelo de negocios, la producción de películas y series ha mantenido indemne su modo de operaciones, su mundo glamoroso, “su ecosistema de agentes e intermediarios que no hacen nada, agregan escaso valor y reciben pagos extraordinariamente altos por sus servicios”, comparó Vanity Fair en un artículo que se pregunta qué pasará cuando Silicon Valley, finalmente, se extienda a Hollywood. Para lo cual no falta demasiado.
Las primeras escaramuzas se vieron en las últimas semanas, observó Nick Bilton, autor de la nota. La Asociación de Escritores de los Estados Unidos (WGA) exigió a sus miembros que despidieran a aquellos agentes que no aceptaran un nuevo código de conducta sobre comisiones por paquete, que permiten a los agentes cobrar directamente a las productoras, los canales o los estudios cifras por un conjunto de servicios, y ganar así mucho más que los guionistas. La WGA inició juicio a las cuatro agencias que dominan Hollywood (WME, CAA, ICM y UTA) y creó una plataforma en línea para reemplazar algunas de sus funciones, de manera tal que los guionistas puedan prescindir de los agentes.
Aunque esa herramienta es bastante imperfecta, según Vanity Fair, es una señal de que la tecnología también puede impactar la manera en que se producen los contenidos creativos. Ya ha sucedido en buena medida, al sumar al plantel de grandes jugadores los estudios de Netflix, Amazon o Hulu y las filiales de streaming de gigantes de las colinas de Los Angeles como Disney+ o Warner Media. Si los robots escriben notas para los medios, ¿por qué no se los podría entrenar para escribir guiones? Sobre todo ahora que la producción de series con guiones originales llegó a 500, mientras que hace seis años era de poco más que 100, calculó Quartz.
De hecho se los ha entrenado ya. “Actualmente los algoritmos son co-autores de guiones, incluido uno en el que actuó Thomas Middleditch”, siguió Vanity Fair. El título, Sunspring, es un corto que se presentó en 2016, dirigido por Oscar Sharp, quien entrenó una red neuronal con guiones de ciencia ficción. “El resultado fue casi, pero no completamente, un despropósito sin sentido, plagado de incoherencias crípticas, extraños giros de frases y direcciones de escena insondables”, describió The Guardian. “Y Sharp y sus actores lo filmaron con un compromiso sincero”.
También existen otras compañías que ofrecen revisión de guiones para hacerlos más compatibles con los públicos a los que se dirigen. La belga ScriptBook, por ejemplo emplea inteligencia artificial (IA) y aprendizaje automático junto con el procesamiento del lenguaje natural para analizar los guiones y predecir la probable ganancia que se puede obtener de la película resultante, con una exactitud de hasta el 86%, según Analitics India; Epagogix, británica, emplea datos de un archivo de películas para hacer cálculos posibles de taquilla y sugerir cambios en los guiones.
Bilton agregó: “Los algoritmos informáticos también son las estrellas de nuestros shows. Algunas películas recientes de la saga de Star Wars presentaron imágenes generadas por computadora (CGI) para crear versiones de actores y actrices que habían muerto. En Twitter la gente se mostró asombrada de que un gato de la próxima película de Toy Story no fuera realmente un gato sino un CGI. ¿Cuánto faltará para que un estudio, luego de pelear con un actor o una actriz sobre su paga por una secuela, simplemente los anime?”.
El regreso de James Dean, a 64 años de su muerte, ha sido motivo de polémica desde que en noviembre se anunció que su versión CGI protagonizará Finding Jack, una película sobre la guerra de Vietnam, que será ni más ni menos que su relanzamiento al estrellato, o el comienzo de su carrera digital: habrá otros títulos. La empresa CMG Worldwide firmó un contrato con los herederos de Dean para realizar la duplicación digital del aspecto del actor de Rebelde sin causa.
“Nuestros clientes quieren proteger los valiosos derechos de propiedad intelectual y los recuerdos que tienen de su ser querido”, dijo a Fox Business Mark Roesler, director ejecutivo de la compañía detrás de la CGI de Dean. “Tenemos que confiar en ellos. Quieren ver que la imagen y la memoria de su ser querido sigan viviendo". En su cartera de estrellas muertas CMG Worldwide incluye también a Neil Armstrong, Bette Davis y Burt Reynolds.
La IA también interviene ya en la gestión de proyectos creativos: Warner Bros contrató con Cinelytic, una startup de Los Angeles, un sistema que “brinda información para la toma de decisiones sobre el contenido y la valoración del talento para apoyar las estrategias de lanzamiento”, describió The Guardian. También Sony Pictures, Ingenious Media y STX Entertainment (el estudio de Hustlers y Playmobil: The Movie) eligieron ese sistema, mientras que 20th Century Fox hizo una alianza con Google para desarrollar su propio sistema de IA, Merlin.
“Más aterrador es un futuro en el que nuestros televisores inteligentes puedan mirarnos a nosotros”, siguió Vanity Fair. La nota citó un programa de seguridad que permitía a las agencias de espionaje monitorear los ojos de las personas mientras leían palabras en una pantalla: ese software pronto se amplió para controlar los movimientos en general de la mirada, la dilatación de la pupila y hasta la velocidad de los latidos del corazón para determinar el ánimo de los observadores observados. “Ya Netflix controla en qué ícono de títulos la gente se detiene, y ajusta el modo en que se les presenta para maximizar la posibilidad del clic”.
Netflix suele ser el caso más citado de revolución de los datos en la industria del entretenimiento. “Netflix ha valuado sus algoritmos de recomendación en USD 1.000 millones por año en términos de mantenimiento de las suscripciones de los usuarios”, según The Guardian. “La empresa es notoriamente reservada sobre sus métodos, pero se puede decir con certeza que rastrea cada movimiento de los espectadores: qué miran, durante cuánto tiempo, a qué horas, que miran a continuación, cuantos clics recibe un nuevo show en su primer día, y así. Dado que Netflix también tiene contenido ajeno, está mucho mejor informada a la hora de producir el propio. La asombrosa cantidad de realizaciones (700 originales para televisión y 80 largometrajes en 2018) no sería posible sin la ayuda de la IA”.
Incluso, como recordó Vanity Fair, Netflix ha matado contenidos, como la última temporada de Arrested Development, por consejo de los datos. “Decidió re-editar la temporada entera, abreviando los episodios y reubicando escenas para que fueran cronológicas en lugar de basadas en un personaje. El remix no fue perfecto, pero fue comparativamente bien recibido. Y quizá lo más importante: sirvió como prueba de concepto para establecer que el contenido no tiene por qué ser fijo sino que puede evolucionar para ajustarse al público”.
Si bien el creador de la serie, Mitchell Hurwitz, participó de la nueva edición, es posible que incluso su papel sea innecesario en el porvenir cercano. Bilton anticipó una tecnología, que actualmente se encuentra en desarrollo, que analiza el modo en que se editaron las películas y los programas de televisión que recibieron premios, y explora la posibilidad de que una computadora pueda editar contenidos sola con la misma precisión.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: