Quién es Nkosi Johnson: el niño que luchó contra la discriminación por el sida y que fue homenajeado por Google

Aunque murió a los 12 años, se convirtió en un emblema y ejemplo de la lucha contra la desigualdad que padecen las personas con sida

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A pesar de tener una corta y complicada vida, Nkosi Johnson se volvió un ejemplo para las futuras generaciones. (Imagen: Google)
A pesar de tener una corta y complicada vida, Nkosi Johnson se volvió un ejemplo para las futuras generaciones. (Imagen: Google)

“Cuídenos y acéptenos, todos somos humanos”, fueron las duras palabras que pronunció en un discurso Nkosi Johnson, un niño sudafricano que luchaba por la igualdad de los derechos de los niños con sida. Hoy, a 31 años de su nacimiento, Google lo conmemora con un doodle en honor a él y a su lucha que fue escuchada por millones de personas en todo el mundo.

Xolani Nkosi nació seropositivo en Johannesburgo, Sudáfrica, el 4 de febrero de 1989. Aunque su madre murió, junto a Gail Johnson, una voluntaria que lo adoptó, se convirtió en un emblema de la lucha contra la discriminación y la desigualdad que padecen las personas con sida respecto a sus derechos en todo el mundo. Visto desde cualquier ángulo, Nkosi se volvió en un ejemplo para futuras generaciones.

Su madre, Nonthlanthla Daphne, era portadora del VIH y lo transmitió al pequeño Nkosi al nacer. Por ello, durante sus primeros días en el mundo, los doctores no le dieron más de dos años de vida. No obstante, se sobrepuso a ese pronóstico y logró vivir hasta el año 2001.

Si bien en la actualidad cuando se pronuncia el nombre de Nkosi se piensa en la reivindicación de los derechos de las personas con sida, en el momento de ingresar a la escuela, él sufrió de discriminación. En respuesta a esta conducta por parte de la sociedad, su madre decidió organizar talleres para educar a la comunidad acerca del padecimiento de su hijo.

Los esfuerzos de ambos tuvieron importantes consecuencias en el panorama de quienes padecen la enfermedad, pues estos ocasionaron que en el Parlamento de su país aprobara una legislación con la cual se exigía a las escuelas mantener políticas con las cuales no se permitiera la discriminación y así proteger a los niños como Nkosi.

Después de haber logrado esto, Nkosi Johnson siempre se sintió muy orgulloso, pues su papel había sido fundamental para contribuir a que todos los niños tuvieran acceso a derechos fundamentales. Además, aprovechaban para educar a padres y maestros acerca del sida. “Mi mami Gail y yo siempre hemos sido sinceros acerca de mi enfermedad”, comentaba el chico acerca de la comprensión que habían generado en torno a su padecimiento.

Pero su lucha no logró únicamente eso, pues también contribuyó a que el gobierno de Sudáfrica diera medicamentos antirretrovirales a las madres con VIH/sida. Esta acción sería de suma relevancia para la nación, pues contribuiría a salvar decenas de miles de niños sudafricanos año con año.

En julio del 2000, Nkosi Johnson acaparó la atención de los reflectores del mundo, así como de 10.000 delegados, quienes atentos escucharon un discurso escrito por él mismo para la edición número trece de la Conferencia Internacional sobre el Sida en Durban.

Cuídenos y acéptenos, todos somos seres humanos. Somos normales. Tenemos manos, tenemos pies. Podemos caminar, podemos hablar, tenemos necesidades como todos los demás. No nos tengas miedo, todos somos iguales”, expresó el niño de 11 años.

La madurez de Nkosi era notoria cuando hablaba acerca de aspectos muy específicos de su vida. Un ejemplo de ello son las menciones a Daphne, su madre biológica, a quien siempre tuvo dentro de sus recuerdos: “Sé que ella me quería mucho y que me visitaría siempre que pudiera”.

Para finales del 2000, Nkosi viajó a los Estados Unidos y ahí fue diagnosticado con daño cerebral. Incluso sufrió de convulsiones que lo llevaron al límite. En ese entonces, su madre lo describió con una frase que también permitía entrever la fortaleza que lo caracterizó en su corta y complicada vida: “Es la mitad del tamaño de nada y aún sigue luchando”.

Su madre Gail instauró una organización llama Nkosi’s Haven (El refugio de Nkosi), la cual se ha encargado de ayudar a las personas que viven con sida, y también a las que no, para que aprendan a relacionarse con el padecimiento. “Nos aseguramos de que nuestros residentes aprendan a vivir con el sida, no a morir por él”.

Nkosi Johnson es un símbolo en el activismo por la igualdad de el tratamiento del sida. Es por eso que la organización Kids Right, en Roma, creó el Premio Internacional Infantil de la Paz en 2005 y cada año se entrega una estatuilla que recrea su figura para aquellas personas que luchan por promover los derechos de los niños.

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