La tecnología jurídica no acabará con los abogados, solo facilitará su trabajo

Por Moisés Barrio Andrés

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La tecnología jurídica brinda la posibilidad de trasladar el trabajo tedioso a las máquinas. Los operadores jurídicos podrán participar cada vez más en las partes analíticas, creativas y estratégicas de la práctica jurídica, es decir, centrarse en el trabajo más intelectual. (Shutterstock)
La tecnología jurídica brinda la posibilidad de trasladar el trabajo tedioso a las máquinas. Los operadores jurídicos podrán participar cada vez más en las partes analíticas, creativas y estratégicas de la práctica jurídica, es decir, centrarse en el trabajo más intelectual. (Shutterstock)

Mucho se ha dicho sobre la transformación digital, la inteligencia artificial, los robots, el internet de las cosas, la tecnología blockchain y los contratos inteligentes. Pero, ¿qué significa todo esto para los profesionales del derecho?

La transformación digital y la tecnología jurídica están remodelando todas las profesiones jurídicas, desde asesorías hasta administraciones públicas. Algunos autores llegan a sugerir que muchos abogados quedarán obsoletos.

Es lo que predice el experto en tecnología legal Richard Susskind en su provocadora obra The End of Lawyers (El fin de los abogados, en inglés). En ella asegura que los abogados tradicionales serán “reemplazados por sistemas avanzados basados en inteligencia artificial, o por trabajadores menos costosos apoyados por tecnología o procesos estándar, o incluso por ciudadanos legos armados con herramientas de autoayuda en internet”.

No hace falta acudir a visiones apocalípticas, porque la transformación digital de las profesiones jurídicas ya está teniendo lugar. Los motores del cambio vienen de la mano de la llamada tecnología jurídica (del inglés, Legaltech).

¿Qué es la tecnología jurídica?

El término se refiere a la adopción de tecnologías y programas informáticos innovadores para racionalizar y mejorar los servicios jurídicos. Las empresas Legaltech suelen ser startups fundadas con el propósito de transformar la práctica de las profesiones jurídicas, reticentes a los cambios.

Esta son sus modalidades principales:

Productos de asesoramiento legal automatizado

Ofrecen información jurídica, asesoramiento legal e incluso permiten tramitar reclamaciones sencillas, ante las administraciones públicas y los propios tribunales de justicia, todo a través de internet. Por ejemplo, multas de tráfico y reclamaciones de baja cuantía.

Plataformas digitales de encuentro entre clientes y profesionales

Son mercados electrónicos para que los clientes encuentren fácilmente al profesional jurídico idóneo, ya sea un abogado, procurador, notario o perito. Incluyen sistemas de valoración de los servicios recibidos, como hace Tripadvisor con hoteles y restaurantes. También existen comparadores de precios y hasta subastas de servicios.

Automatización documental

Basta con que el usuario responda a una serie de preguntas en el asistente (por ejemplo, el nombre y dirección del demandante y del demandado, la fecha del accidente de tráfico y el importe reclamado…). Tras completar un formulario en línea, se confecciona al momento un primer borrador relativamente pulido. Otros servicios menos sofisticados proporcionan plantillas de escritos básicos, como contratos y peticiones de juicios monitorios.

Herramientas de revisión documental

Con tales sistemas se pueden analizar enormes volúmenes de datos y documentos muy rápidamente, ya sea por palabras clave, términos específicos o por su contenido. Este software lleva a cabo actividades que los abogados realizan hoy en día. De hecho, si existe una categoría de herramientas de tecnología jurídica que ya reemplaza parcialmente el trabajo de los abogados, sin duda es esta.

Análisis predictivo de casos

Consiste en aplicar el big data para obtener tendencias y patrones de conducta de los órganos administrativos, legislativos y judiciales. Es una herramienta muy efectiva y poderosa, ya que permite a los juristas intentar predecir decisiones futuras mediante el estudio de las ya tomadas. Las aplicaciones más comunes son aquellas que están especializadas en el análisis de las decisiones judiciales ya producidas, como Jurimetría, Tirant Analytics, LexMachina y DocketAlarm.

Estas herramientas son muy útiles, ya que son capaces de estimar la probabilidad de éxito de un procedimiento judicial, algo esencial a la hora de elaborar la estrategia a seguir. Además, sirven de base a otras, como las de financiación de pleitos, que utilizan las predicciones de las primeras para calcular el riesgo y, por tanto, la prima a satisfacer al financiar o comprar el pleito.

También existen aplicaciones predictivas un poco más especiales. Por ejemplo, las que predicen la probabilidad de que se legisle –o no– sobre una materia, o incluso algunas destinadas a la persecución del crimen o a evaluar la concesión de la libertad condicional.

Una ayuda para los profesionales

Gracias a estas herramientas, los profesionales del derecho tendrán la oportunidad de olvidarse de las ocupaciones rutinarias y repetitivas para centrarse en las tareas más nucleares, creativas y de alto valor de la práctica legal. Algunos de estos cometidos pueden incluso ser completamente nuevos.

La tecnología jurídica brinda la posibilidad de trasladar el trabajo tedioso a las máquinas. Los operadores jurídicos podrán participar cada vez más en las partes analíticas, creativas y estratégicas de la práctica jurídica, es decir, centrarse en el trabajo más intelectual. Y, por supuesto, los juristas deben ser parte del diseño y entrenamiento de estas aplicaciones para garantizar su adecuación al derecho y su operatividad real.

A mi juicio, el impacto de la transformación digital en las profesiones jurídicas no tiene que ser visto como una batalla entre máquinas y personas. Al contrario, la tecnología jurídica debe considerarse como un facilitador que ayuda a los profesionales, no como un sustituto de ellos, que asesoran a las organizaciones y particulares.

Esto no significa, empero, que sigamos trabajando como en épocas anteriores. La digitalización ya está metamorfoseando la composición del trabajo y el comportamiento de las profesiones jurídicas, ha alterado las rutinas y los procesos y requiere nuevas formas organizativas en la prestación de servicios.

En conclusión, la legaltech y los demás impulsores de la transformación digital arrumbarán en menos de dos décadas las profesiones jurídicas en su configuración tradicional.

Por Moisés Barrio Andrés, Profesor de Derecho de Internet, Universidad Carlos III

Publicado originalmente por The Conversation

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