El doodle de Google recuerda el nacimiento del artista chileno Claudio Bravo Camus. El pintor hiperrealista combinó en sus obras, técnicas clásicas y renacentistas.
La obra de arte que se ve en el buscador ilustra su icónica serie de paquetes envueltos en papel y atados con una cuerda, que le dio notoriedad a partir de la década de 1960. Sus creaciones se destacaron siempre por ser tan realistas que casi parecían fotografías.
Nació en Valparaíso el 8 de noviembre de 1936. Bravo creció en un rancho en Melipilla y era el hijo varón mayor de una familia con siete niños: tenía una hermana más grande. Tomás, su padre, era un terrateniente adinerado y esperaba que Claudio siguiera sus pasos y se hiciera cargo del negocio familiar.
Pero él prefirió desarrollar su costado artístico, algo que no fue bien visto por su padre. Su madre, sin embargo, siempre apoyó sus aspiraciones, según se cuenta en la biografía que figura en la página oficial del artista ya fallecido.
Su primera exposición la hizo a los 17 años, en una conocida galería en Santiago de Chile. Estudió en un colegio católico entre 1945 y 1954, aunque luego se alejó de la religión. En aquellos tiempos comenzó a dibujar y más tarde tomó clases con el artista Miguel Vengas, en Santiago de Chile, aunque siempre fue un autodidacta.
El arte siempre estuvo presente en su vida. Bailó con la Compañía de Ballet y trabajó para el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica de Chile, pero su gran pasión estuvo siempre en la pintura.
En la década de 1960, se mudó a España, donde enseguida obtuvo reconocimiento por su habilidad para representar personas y objetos con gran verosimilitud. Su estilo hacía recordar las formas del pintor Velázquez.
Se convirtió en retratista de la familia del general Francisco Franco y los líderes filipinos Ferdinand e Imelda Marcos, entre otros. En 1970 realizó su primera exposición en la Staempfli Gallery de Nueva York.
Luego de conocer Marruecos junto al escultor Raúl Valdivieso, decidió mudarse a Tánger en 1972. Allí compró una mansión del siglo XIX que restauró para hacerlo más luminoso. El estilo mediterráneo de ese sitio estuvo siempre muy presente en sus creaciones. También comenzó a ampliar su repertorio con paisajes y animales.
El trabajo de Bravo a veces se comparó con los llamados pintores fotorrealistas, pero no trabajó a partir de fotografías. “Siempre me he basado en el tema real”, dijo, mencionando las pinturas abstractas de campo de color de Mark Rothko como una influencia, según se remarca en la página de los doodles de Google. “El ojo ve mucho más que la cámara: medios tonos, sombras, pequeños cambios en el color o la luz”.
A lo largo de su vida presentó una gran cantidad de exposiciones individuales y participó en muchas otras de carácter colectivo. Entre ellas, se destaca una retrospectiva de 1994 del trabajo de Bravo en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, que atrajo a más de un cuarto de millón de visitantes. Hoy sus obras forman parte de las colecciones de una treintena de museos.
En 2.000 donó al Museo del Prado diecinueve esculturas greco-romanas, la más antigua de las cuales data del siglo VI antes de Cristo. Fue precisamente el 24 de mayo de ese año que, después de inaugurar la muestra La donación de Claudio Bravo, los reyes Juan Carlos y Sofía impusieron la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio al pintor.
Bravo murió en Marruecos el 4 de junio de 2011, rumbo al hospital, a causa de un ataque de epilepsia que le causó dos infartos, según informó, su compañero y colaborador Bashir Tabchich. La casa y museo de Taroudant, donde Bravo está enterrado, quedó en manos de él.
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