En “Terminator: Dark Fate”, el personaje que interpreta Arnold Schwarzenegger da un paso más en su humanización y adopta un hijo con su pareja humana. Pero no es la primera vez que la película muestra una relación de afecto entre las personas y las máquinas. En “Terminator 2: Judgment Day” John Connor niño se encariña con el robot.
No son pocas las películas que han abordado el tema. Es la trama principal de “Her”, donde un escritor mantiene una relación amoroso con un sistema operativo similar a Siri. También es parte de “Bicentennial Man”, inspirada en un cuento de Isaac Asimov, donde un robot desarrolla poco a poco emociones humanas hasta enamorarse de una mujer, con la que finalmente se casa.
En “Blade Runner 2049”, la pareja del protagonista es un sistema holográfico llamado Joi. Y en la trama de “Ex-Machina”, el personaje principal se enamora de una humanoide dotada con inteligencia artificial. Esos son algunos ejemplos de cómo el cine ha abordado temas que parecen utópicos.
Ivonne Acuña Murillo, académica del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de las Universidad Iberoamericana en México, en entrevista con Infobae México dijo que estas películas juegan con hipótesis pensando en lo que puede ocurrir. Las ideas son verosímiles para los espectadores porque la tecnología con la que interactúan cada vez está más humanizadas.
Un ejemplo es la nueva versión de Alexa, la asistente virtual de Amazon, que tendrá una modalidad de paga donde su voz robotizada sea sustituida por la de algún famoso, como la del actor Morgan Freeman. Esto se hizo con la finalidad de hacerla sonar más humana.
La inteligencia artificial, la voz de ciertos sistemas operativos y los rostros que imitan el de una persona comienza acercarse a ciertas interacciones básicas entre las personas, como la conversación. Aunque las relaciones entre humanos y máquinas todavía no llega a la complejidad mostrada en el cine.
En “Her” hay una escena donde las personas que caminan por la calle hacia el metro ya no se ven las unas a las otras, sino que van hablando con su sistema operativo. Lo curioso, dijo Acuña, es que en la realidad no ocurre exactamente de esa manera. Sí hay gente que va con la cabeza agachada mirando su celular, pero todavía interactuan con otras personas a través de los dispositivos.
La interacción entre la gente y los asistentes virtuales se limita a hacer preguntas o pedir una búsqueda en internet, pero en su opinión no falta mucho para que la sociedad dé ese salto a platicar con su Siri o Alexa sobre cómo les fue en su día.
Acuña piensa que el cine muestra un escenario posible en la medida que los robots se vuelven más humanos.“Están siendo humanizados” por los científicos, comenta.
Además de la apariencia humana, las películas constantemente plantean que las máquinas pueden desarrollar consciencia de sí mismos y sentimientos. Es el caso de “Bicentennial Man” o la humanoide de “Ex-Machina”.
También sucede a la inversa. En “Terminator 2”, por ejemplo, John Connor le toma cariño al ciborg. La saga en general explora diferentes relaciones humanas entre humanos y robots, basadas en el enojo y el cariño.
Los sentimientos que las personas desarrollan por las máquinas son similares a las que sienten por otras personas, en la medida que el humano humaniza al robot, explica la académica. “Lo que hacemos es replicar las relaciones humanas y trasladarlas a los dispositivos”.
Una de las ventajas que pueden encontrar las personas al vincularse con la tecnología es que con las máquinas es mucho más fácil relacionarse en comparación con los humanos, que son complejos.
Acuña atribuye la cercanía de las personas con la tecnología a la soledad. De acuerdo con la experta, se calcula que al menos un tercio de la población vive sola y algunos terminan por distanciarse de los otros, así que buscan cómo sustituir las interacciones y la relaciones, ahí es donde entra la tecnología humanizada.
Se están perdiendo las relaciones personales entre los grupos primarios (familia, amigos) y eso los hace incapaces de relacionarse con los otros. Pone el ejemplo de los hijos que casi no interactúan con sus papás, quienes los alimentan y cubren otras necesidades, pero prácticamente no hablan. A esos niños se les dificulta entablar relaciones humanas porque no saben cómo acercarse a los demás.
Esto se debe en parte al sistema económico. En la actualidad, los salarios no alcanzan y ambos padres se ven forzados a trabajar para mantener el hogar, los hijos pasan mucho tiempo solos y por eso pasan mucho tiempo en los dispositivos, como el celular, la computadora, la tableta o la consola de videojuegos. La tecnología llena ese vacío.
“Al final, los seres humanos somos sociales y necesitamos que alguien nos acompañe”, ya sea otra persona, un animal o una máquina. “Es probable que sí, que mucha gente sustituya su falta de relación humana con una máquina” concluye.
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