Que el dinero no puede comprarlo todo es ya un lugar común para bajar del pedestal a los multimillonarios del mundo y conseguir algo de consuelo. El dinero no puede comprar la felicidad, claro, ni enteramente la salud, aunque sí puede ayudar un poco en este punto. Pero principalmente el dinero no puede comprar más tiempo sobre la Tierra ni la vida eterna.
¿O sí?
Algunos de los hombres más ricos del planeta, verdaderos capitanes de la industria a bordo de sus gigantescos conglomerados tecnológicos, han estado invirtiendo vastas cantidades de recursos precisamente en poner un freno al envejecimiento de sus cuerpos y alejar todo lo posible el destino de la trascendencia (o no).
Desde Jeff Bezos, revolucionario fundador de Amazon, hasta el excéntrico Elon Musk y sus vehículos autónomos y naves espaciales; desde el precoz Mark Zuckerberg y su popular y polémico Facebook hasta el creador de Pay Pal, Peter Thiel, los super millonarios no han escatimado gastos en la búsqueda de la fuente de la juventud.
A continuación, cinco de los más insólitos proyectos en los que estuvieron involucrados, de acuerdo a un informe del periódico británico The Sun.
1- La cura para el envejecimiento
Basta con ver una vieja fotografía de Bezos en sus inicios frente a Amazon y compararlo con un retrato actual para entender que el magnate dio un giro en su vida y ha puesto el acento en su aspecto físico. De mostrar una imagen de aparente debilidad e incomodidad como el hombre de oficina promedio que aparentaba ser en la década de 1990, en los últimos años se ha puesto en forma y cambiado su apariencia, por momentos pasando por un un hombre más joven del que alguna vez fue.
Quizás no sea entonces coincidencia su interés por el trabajo de la empresa californiana Unity, dedicada a "desarrollar medicinas que potencialmente frenen, moderen o reviertan las enfermedades relacionadas al envejecimiento, al mismo tiempo restaurando la salud", según su página web oficial.
Bezos, de 55 años y nacido en Nuevo México, Estados Unidos, ha inyectado unos 116 millones de dólares en Unity, y en el proceso atrajo la atención de otros magnates, como Thiel de Pay Pal.
"La mayoría de las enfermedades están vinculadas al envejecimiento. Tienes una chance en mil de contraer cáncer a los 30, pero tienes una en diez de hacerlo a los 80. Así que quizás la cura para el cáncer podría estar en la cura para el envejecimiento", señaló el empresario estadounidense de 51 años en un discurso online en 2016.
2- Chips en el cerebro
Siempre un paso más allá en sus ambiciones, el creador de Space X, Elon Musk, ha estado invirtiendo en el desarrollo de chips de computadora que puedan ser implantados en el cerebro, una tecnología a la que llama Neuralink.
Con esta, espera poder sobrevivir hasta el año 2100 y "salvar a la raza humana". Más concretamente, se trata de unir hombres y máquinas mediante un implante quirúrgico que establezca una micro interface entre electrodos y neuronas, para poder hacer frente al avance de la inteligencia artificial. ¿El resultado? Una "super raza de genios".
"La aspiración a largo plazo de Neuralink sería alcanzar una simbiosis con la inteligencia artificial y lograr la democratización de la inteligencia, para que no sea un monopolio de los gobiernos y las corporaciones", dijo Musk en una entrevista reciente con Axios.
3- Seguro contra el fin del mundo
¿Medicina extravagante e implantes en el cerebro parecen demasiado? Siempre se puede recurrir al confiable negocio inmobiliario para hacer frente al fin del tiempo.
Después de todo, la civilización podría desaparecer, por un colapso de la economía global, un descenso a la anarquía o una pandemia, antes de encontrar la llave para la juventud eterna.
Los multimillonarios lo saben, y por eso han salido a comprar islas desiertas y construir refugios contra ataques nucleares para tener un "seguro" contra el Apocalipsis y un lugar donde sobrevivir lo suficiente para que las investigaciones médicas den sus frutos.
El empresario Larry Hall, por ejemplo, ha hecho de este afán una industria, transformando un silo de misiles nucleares, estructuras notablemente resistentes a todo, en un complejo de residencias de lujo bajo tierra.
Hall compró el sitio en 2008 por 300.000 dólares e invirtió 20 millones en acondicionarlo. Pronto vendió cada uno de los 12 departamentos-búnker en tres millones de dólares cada uno, reservándose uno para él.
Mark Zuckerberg, el aún joven presidente (35 años) de la red social más popular del mundo, también se ha sumado a la tendencia pero ha buscado hacerlo a su modo y su residencia para el Día Final está en la isla de Kauai, en Hawaii.
Mientras que Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, tiene tierras en Nueva Zelanda, país que se ha convertido en fetiche para los magnates que buscan un refugio final ante el Apocalipsis.
4- "Sangre joven"
Si está pensando en el "Drácula" de Bram Stoker, el "Nosferatu" de Murnau o quizás en alguna condesa húngara obsesionada con la juventud perdida, como Elizabeth Báthory, no está tan lejos. Numerosas empresas han estado realizando ensayos sobre los efectos positivos de recibir regulares transferencias de sangre joven procedente de personas de entre 16 y 25 años de edad.
Para algunos expertos este proceso hasta podría revertir el envejecimiento.
Aquí también entra en juego Thiel, que tendría un fuerte interés en estas investigaciones a través de su compañía start up Ambrosia. El multimillonario también ha invertido en la empresa Breakout Labs, dedicada a encontrar nuevas formas de extender la vida humana, como la experimentación con la sangre joven.
5- Transmigrar a la nube
Problemas radicales, como vencer a la muerte, requieren de soluciones radicales. Esa parece ser la premisa de Nectome, la empresa que busca digitalizar el cerebro humano. Pero primero necesita matarte.
Morir para alcanzar la inmortalidad puede parecer contradictorio, pero de hecho ha generado cierto interés entre los millonarios de Silicon Valley. Hasta el momento 25 personas han pagado 10.000 dólares para entrar en la lista de esperar para realizar esta "transmigración", entre ellos Sam Altman, de 34 años y presidente de la aceleradora de empresas Y Combinator.
El proceso, que aún no está operativo, es simple. El cerebro de la persona debe ser embalsamado para que luego se pueda reconstruir su conectoma, es decir un mapa de las conexiones entre las neuronas del cerebro. Con esa información luego se crearía una simulación computacional con la cual el paciente volvería a la vida pero sólo en formato digital.
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