Hace 150 años un filósofo explicó por qué es inútil participar en discusiones en las redes sociales

John Stuart Mill no imaginó los ríos de tiempo que las personas perderían peleándose en Twitter, Facebook y otras redes. Pero anticipó por qué eso sucedería

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¿Se pelea usted en las redes sociales y se enfurece porque el otro no cambia de opinión? No está solo.
¿Se pelea usted en las redes sociales y se enfurece porque el otro no cambia de opinión? No está solo.

Inexactitudes presentadas como hechos y argumentos espúreos son comunes en las redes sociales. Y da igual cuán obviamente equivocado esté alguien ni cuántas pruebas de su error se le pueda ofrecer, comenzar discusiones en internet difícilmente logre que alguien cambie su punto de vista. "Hace casi 150 años, el filósofo británico John Stuart Mill explicó, con un par de frases claras, por qué ciertas discusiones simplemente no van a ninguna parte", recordó Quartz, quien citó tuits del historiador Robert Saunders.

John stuart mill (National PortraitGallery)
John stuart mill (National PortraitGallery)

"John Stuart Mill explica, en 1869, por qué nunca se puede ganar una discusión en internet", señaló el experto, y citó:

"En tanto que una opinión se arraiga con fuerza en los sentimientos, gana, en lugar de perder, estabilidad al tener un peso preponderante de argumentos en su contra. Porque si fuera aceptada como el resultado de una discusión, la refutación del argumento podría hacer temblar la solidez de la convicción; pero cuando se apoya solamente en el sentimiento, cuanto peor le va en una competencia argumentativa, más persuadidos están sus adherentes de que sus sentimientos deben tener algún tipo de base más profunda, a la cual los argumentos no llegan; y mientras el sentimiento permanece, siempre lanza frescos ajustes de argumentos para reparar cualquier ruptura producida en el antiguo".

Mill destaca una realidad que se suele omitir en el momento en que se ingresa a las plataformas: que muchas opiniones no están basadas en hechos sino en sentimientos. Y en consecuencia, las contradicciones basadas en hechos nada producen, salvo el atrincheramiento de la emoción.

"De manera intuitiva, la mayoría de la gente reconoce que las emociones motivan las opiniones, y se comportan en consecuencia", continuó Quartz. "Utilizamos técnicas retóricas, como florituras verbales y amaneramientos de convicción, para que nos ayuden a persuadir a los otros sobre nuestros puntos de vista".

Pero en internet, donde no se puede ver la expresión facial de los otros, es fácil perder de vista esos instintos emocionales y seguir el manual de los argumentos con hechos irrefutables. En lugar de comprender los sentimientos del otro, entonces, las personas en las redes sociales tienden a bombardear al otro con datos. Inútilmente.

"Inclusive puntos de información aparentemente sólidos, como la tabla periódica, se suelen basar en perspectivas subjetivas; una enorme teoría filosófica, llamada 'constructivismo social', argumenta que los hechos son siempre un reflejo de valores socialmente construidos".

(Archivo)
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Es vano, en definitiva, conservar mucha esperanza de convencer a otros, en internet, de que cambien su perspectiva.

En realidad, el único que puede cambiar realmente de perspectiva es aquel que se lo propone: mejor, argumentó el texto, se aprovecha el tiempo tratando de abrirse a cambiar el punto de vista propio, de ver si aquellos con los que se está en desacuerdo ven algo en un hecho que uno no ve.

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