Los drones dominaron la primera etapa del desarrollo de los conceptos de delivery autónomo. Pero el futuro puede que sea de los robots. Más precisamente, de los perros robots.
Ese es el proyecto que presentó y demostró la firma Continental en CES. La clave: un sistema de reparto dividido en dos partes, que permite complementar la necesidad de recorrer grandes distancias para llegar a la zona de destino, con la de terminar el trabajo de manera sutil, llegando hasta la puerta del comprador.
Para lograrlo, la compañía desarrolló primero un automóvil autónomo, el Continental Urban Mobility Experience (Experiencia Continental de movilidad urbana, Cube). Pero, para arribar a donde no podrían ni un auto ni un drone, el vehículo contiene a varios robots que tienen el tamaño y la forma de perros, encargados de completar la entrega.
Una vez que el automóvil se detiene, cada uno de esos canes metálicos desciende con el paquete a cuestas. Dotados de inteligencia artificial, se las ingenian para eludir los obstáculos que pueden encontrar.
Finalmente, tocan el timbre o golpean la puerta de la casa en la que deben hacer la entrega. Si nadie responde, la dejan allí miso y se van.
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