Hasta hace poco la nube era lo más adelantado en el campo tecnológico: las personas podían guardar una video en un espacio virtual para no depender de un dispositivo cuando desearan mirarlo; las empresas unificaron sus servicios y tecnologías dispersos directamente en cloud services. Pero en la medida en que los dispositivos se volvieron más eficientes y compactos, la perspectiva de la internet de las cosas (IoT), e incluso una internet industrial de las cosas (IIoT) volvió obsoleta la centralización virtual de la nube.
La evolución es el borde de la red, o computación de borde: edge computing. Su sentido es eliminar el riesgo de que alguna vez falle la conexión entre la nube y el dispositivo, porque el escenario de la IoT es uno con billones de dispositivos conectados a la vez, que harán funcionar los hogares, las fábricas, las plantas de energía, los comercios, los hospitales, las escuelas.
Es difícil estimar el volumen real que tendrá, pero el borde de la red será una industria multimillonaria en 2020, cuando se estima que habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados. Su función será permitir que la información que ellos producen se procese más cerca de ellos, en lugar de recorrer grandes distancias de datos hacia la nube.
Edge computing es una red de micro-centros de datos, que procesan y analizan información local cerca de donde se originó. Si bien luego la envían a un repositorio (que puede estar en la nube), en el momento permiten una respuesta inmediata: son servidores que primero convierten en inteligencia los datos que reciben.
"Pensemos en el borde como el universo de dispositivos e interfaces que hay en el territorio, la contrapartida de la nube", formuló Network World. "Estos servidores no están en los confines seguros de un centro de datos", agregó Forbes en una nota que los presenta como "el lejano oeste" de la ciberseguridad. "Se hallan en los ambientes industriales para permitir análisis y control en tiempo real. A intervalos regulares, reenvían la información al centro de datos principal".
Un ejemplo que se cita con frecuencia es el modo en que las empresas que difunden contenidos de alta definición, como Netflix y Amazon, acuerdan compartir ubicaciones para extender sus redes. De manera similar, el hogar inteligente procesa toda la información de los dispositivos que contiene, que puede ser enormes cantidades. No sólo se reduce así el tráfico a la red principal, sino que el procesamiento en el borde decide enviar al repositorio central toda la información o sólo una parte.
Según Toolbox, el edge computing tiene tres ventajas en comparación con los sistemas hoy predominantes: velocidad, confiabilidad y costo.
"Al mudar las herramientas y aplicaciones de análisis de datos cerca de la fuente real de datos, reduce la distancia física que la información debe recorrer y el tiempo que necesita para hacerlo", señaló sobre la velocidad. Eso a la vez abrevia "los periodos de inactividad o demora, de modo tal que se incrementa la respuesta, la velocidad y la calidad del servicio en general".
Con sus "centros locales de micro-datos, el borde de la red ofrece a las empresas y los consumidores una conectividad confiable para las aplicaciones IoT", siguió el artículo. No sólo lo hace si la nube se afectara: también requiere menos ancho de banda para operar en general.
"Las empresas pueden bajar sus costos considerablemente al reducir el ancho de banda necesario", completó, "al reemplazar los centros de datos con soluciones localizadas y reducir los requisitos de almacenamiento de datos", lo cual implicaría también una reducción de costos para el usuario de apps y dispositivos IoT.
Desde luego, la novedad también tiene sus riesgos. El primero: ya no se envían datos crudos a los almacenes centrales de información. Los procesos de edge computing analizan una cantidad local de datos. "Las empresas deben considerar qué nivel de pérdida de información les resulta aceptable", según Toolbox.
Al multiplicarse los dispositivos, se multiplican también las posibilidades de ataques. Para los hackers será siempre de interés la información contenida en los servidores de borde de la red. Y —por último— el sistema requiere más hardware local. "Por ejemplo, las cámaras IoT necesitan una computadora para enviar datos de video".
Más allá de pros y contras, el borde de la red existe y es "la evolución inevitable de los sistemas basados en la nube", según el artículo. Inevitable es la expansión de la tecnología. A medida que se despliega la IoT, también la necesidad de conexión de más y más dispositivos controlados por computadora. "A la vez, la enorme cantidad de procesamiento que no se usa en el borde se puede aprovechar, creando así un recurso de nube mil veces más grande que el que se usa actualmente".
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