Alguien desinstaló una aplicación de —por ejemplo— una red social que le consumía más tiempo que el deseable y lo tenía innecesariamente pendiente del teléfono a cambio de muy poca cosa y con una preocupante tendencia a utilizar sus datos personales de maneras misteriosas. Y de pronto en todas partes comenzó a ver publicidad de esa app. Qué coincidencia, puede pensar esa persona.
No tanto: según reveló Bloomberg Businessweek, firmas como Adjust, AppsFlyer, MoEngage, Localytics y CleverTap, que atienden a los desarrolladores de apps, han encontrado maneras de burlar tanto el sistema operativo iOS como el Android "permitiéndoles descubrir qué usuarios han desinstalado determinada unidad de software recientemente, y facilitándoles que bombardeen al desertor con publicidad destinada a volver a cooptarlo".
Estas empresas venden rastreadores de desinstalación, por lo general como parte de un conjunto de herramientas para los desarrolladores. Sus clientes incluyen T-Mobile, Spotify y Yelp, entre otras que no aceptan un no de los usuarios, por más hartos que estén, ya que no existen protecciones a privacidad que limiten lo que pueden hacer con los datos de las personas.
"La mayoría de las empresas tecnológicas no les dan a las personas elecciones de privacidad matizadas, si acaso les dan opciones", dijo a Bloomberg el director de políticas tecnológicas de la fundación Electronic Frontier, Jeremy Gillula.
Algunos de los que brindan el servicio para fastidiar a los ex usuarios explicaron que su objetivo es diferente: medir la reacción de las personas ante actualizaciones y otros cambios en las aplicaciones. Pero el uso que se le dé a la herramienta queda a discreción de la empresa que la contrata. Ehren Maedge, vice presidente de marketing y ventas de uno de los proveedores de rastreadores de desinstalación, MoEngage, dijo a la publicación que "el diálogo se da entre nuestros clientes y sus usuarios".
Este recurso explota un elemento central de los sistemas operativos de Apple y de Google: las notificaciones automáticas. "Los desarrolladores siempre han podido usar las notificaciones silenciosas para enviar una señal regularmente a las aplicaciones instaladas, sin alertar al usuario: para refrescar, por ejemplo, la bandeja de entrada del correo o el feed de una red social mientras la app se ejecuta como proceso de fondo". En el caso de que la aplicación no devuelva la señal, se la considera eliminada. Entonces entra en escena el rastreador.
La herramienta "agrega esos cambios en el archivo asociado con la identificación única del dispositivo para la publicidad, detalles que harán más fácil saber exactamente quién tiene el teléfono y promocionarle la app allí donde vaya". Eso viola las políticas de Apple y Google contra usar las notificaciones automáticas para crear público publicitario. Pero por ahora las empresas no se pronunciaron al respecto, señaló Bloomberg.
Más allá del uso original del producto para rastreo, "la capacidad de abusar del sistema ilustra la complicación que viene con internet", enfatizó la publicción. "Para participar, los usuarios deben aceptar la entrega de sus datos de manera gratuita, probablemente para siempre, sin saber exactamente cómo se los podrá usar más adelante".
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