Paul Allen era un adolescente dos años mayor que Bill Gates cuando se cruzaron en la escuela secundaria Lakeside de Seattle, estado de Washington. Eran de los pocos autodidactas que pasaban horas en la terminal Teletype creando códigos. Tiempo más tarde, en 1975 cuando Allen tenía 22 años y Gates, 19, fueron los amigos que fundaron Micro-Soft, según la bautizó Allen, una pequeña empresa que se convertiría en el gigante Microsoft.
Allen era el tímido, el hijo de dos bibliotecarios, un tipo de ideas —como se presentó en su autobiografía, Idea Man—, que soñaba con que alguna vez el enorme conjunto de metales y plásticos que habían conformado Teletype se convirtiera en "una computadora en cada casa y en cada escritorio". Gates era el animoso emprendedor, que quería concretar esa idea y convertirla en un negocio.
Lo lograron. Microsoft ha sido una de las compañías claves de la revolución tecnológica. Por el camino, perdieron la intensidad de la amistad. Bill Gates se mantuvo largamente en el primer lugar de la lista de multimillonarios del mundo —desplazado, sólo ahora, por Jeff Bezos— y a su muerte, el 15 de octubre de 2018, por un linfoma no-Hodgkin, Allen se mantenía también allí, en el puesto número 46, con USD 20.300 millones. Que incluían 100 millones de acciones de Microsoft.
Allen se había alejado de la empresa en 1983, luego de haber sido diagnosticado por primera vez con otra forma de cáncer, un linfoma de Hodgkin que superó. En 2009 sufrió por primera vez la variante no-Hodgkin, y a comienzos de octubre había anunciado en su cuenta de Twitter que la enfermedad había regresado.
Durante toda su vida se mantuvo como una fuerza importante en el campo de la tecnología, a la vez que se extendió a los deportes (era dueño del equipo de fútbol americano Seattle Seahawks y del de basket Portland Trail Blazers), el entretenimiento (tenía, con su hermana, una productora de cine y televisión), la navegación espacial, el cuidado del medioambiente y varias iniciativas de beneficencia, entre ellas importantes acciones en defensa de la vida silvestre como el Censo de Elefantes. Décadas atrás había tenido una banda de rock, The Threads, y mantuvo su práctica de la guitarra Stratocaster.
El corazón de su ambiciones era la compañía Vulcan, cuyo CEO, Bill Hilf, anunció su muerte. "Todos los que tuvimos el honor de trabajar con Paul sentimos hoy una pérdida inexpresable", comunicó. "Tenía un intelecto y una pasión destacables", lo describió. "Y la convicción de que el pensamiento creativo y los nuevos enfoques podrían tener impactos profundos y duraderos".
También lo exaltó el CEO de Microsoft, Satya Nadella: "A su manera suave y persistente, creó productos, experiencias e instituciones con magia; y al hacerlo cambió el mundo".
Entre los centros de investigación que fundó se cuentan el Instituto Allen para Ciencias del Cerebro, el Instituto de Inteligencia Artificial y Stratolaunch Systems, para los lanzamientos orbitales, que dio origen a Vulcan Aerospace. Tenía 43 patentes propias y sus empresas, más de 300 (por las que en ocasiones se enfrentó judicialmente a Apple, Facebook y Google, entre otras compañías). Su compañía de cable, Charter Communications, era la segunda en los Estados Unidos tras la fusión con Time Warner.
Como Gates, Allen dejó la universidad (en su caso, Washington State University) para trabajar como programador en Boston, donde su amigo estaba todavía en Harvard, y poder perseguir sus sueños conjuntos. En 1980, cuando consiguieron el contrato para el sistema operativo de las computadoras personales de IBM, comenzaron a concretarse.
Entonces, en el verano de 1982, mientras asistía al Festival Shakespeare en Oregon, comenzaron los síntomas de su enfermedad. Y durante el tratamiento, comenzaron los síntomas de su distanciamiento de Bill Gates. Luego de una discusión sobre cómo cobrar por los sistemas operativos (tenían una tarifa fija, y Allen creía que, ya establecidos en el mercado, debían cobrar derechos de uso), Allen anunció a Steve Ballmer (el CEO de Microsoft en el comienzo) que prefería comenzar su propia empresa.
"Le dije a Bill que mis días como ejecutivo de tiempo completo en Microsoft estaban probablemente contados, y que creía que estaría mejor solo", escribió en sus memorias. "Una vez que me diagnosticaron con Hodgkin, mi decisión fue más simple. Si iba a sufrir una recaída, sería insensato —y hasta peligroso—regresar al estrés de Microsoft. Si seguía recuperándome, ahora sabía que la vida era demasiado corta para pasarla desdichado".
Según relató en Idea Man, la reacción de Gates fue poco honorable. "Una vez que vio que no podía hacerme cambiar de opinión, Bill trató de reducir sus pérdidas. Cuando Microsoft se convirtió en compañía, en 1981, nuestro antiguo acuerdo de sociedad quedó nulo, y con él su poder de obligarme a aceptar una compra basada en 'diferencias irreconciliables'". Gates le dijo entonces que no era justo que mantuviera su parte de la compañía y le hizo una oferta en extremo baja: USD 5 por acción.
—No estoy seguro de que quiera vender —contraataqué— pero ni siquiera lo discutiría por menos de USD 10 por acción.
—De ningún modo —dijo Bill, como supuse que haría. Nuestra conversación terminó. Y resultó que el conservadurismo de Bill actuó en mi favor. Si él hubiera estado dispuesto a ofrecer algo cerca de mi precio, hubiera vendido demasiado pronto".
En efecto, la cotización de Microsoft no ha dejado de subir, y actualmente se ubica en USD 107 dólares.
Dos años después de la salida del libro, Gates y Allen recrearon la famosa foto que los mostraba juntos y sonrientes en 1981, cuando Microsoft despegaba. "Después de algunos años todo el drama pasa", dijo Allen. "Bill y yo siempre hemos sigo amigos, hemos atravesado momentos buenos y malos, y ha habido de todo. Aquellos hechos sucedieron en 1982, son agua pasada".
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