La tecnología trajo aparejada una aceleración desmedida: nunca antes ocurrieron tantos cambios en un plazo de tiempo tan corto. Internet, el microprocesador y el celular son algunos de los inventos que en el último tiempo generaron una verdadera revolución digital.
No hay un aspecto que no haya quedado atravesado por este tsunami de innovación donde el protagonista fue la disrupción. Envueltos en miles de cambios propiciados por la automatización y la inteligencia artificial, el mundo cambió. Y mucho. ¿Qué pasa con el empleo? ¿Hacia dónde van las relaciones humanas? ¿Cómo diferenciar la información verdadera de las mentiras que circulan en la web?
Sobre éste y otros temas habla el escritor estadounidense Thomas Friedman en el libro Gracias por llegar tarde: cómo la tecnología, la globalización y el cambio climático van a transformar el mundo en los próximos años, de la editorial Paidós.
Friedman recibió tres veces el Premio Pulitzer: en 1983 por su trabajo como cronista internacional desde el Líbano; en 1988 por su desempeño como corresponsal desde Israel y en 2002 por sus columnas en The New York Times, donde trabaja hace 38 años.
Comenzó a desempeñarse como periodista en los años 80 y entre sus varios libros se encuentran De Beirut a Jerusalén, donde cuenta su experiencia cubriendo la guerra civil en el Líbano y el primer año de la Intifada en Jerusalén; El mundo es plano, donde analiza la globalización y Longitudes y actitudes, que trata sobre los atentados del 11 de septiembre.
Si hay algo que queda claro de su amplia trayectoria es que no hubo quietud ni espacio para el aburrimiento. Y así lo confirma en la entrevista telefónica con Infobae. Entre risas se confiesa como un hombre apasionado por su trabajo. "No se me ocurre ninguna ocupación legal que sea más entretenida que escribir", dice.
Del otro lado del teléfono a Friedman se le nota al hablar una interesante combinación entre alguien no perdió la avidez por la novedad, con el aplomo que da un camino recorrido con intensidad. En esta entrevista, el autor analiza el futuro del empleo, la comunicación y los vínculos, a la luz de los cambios tecnológicos de los últimos años.
—¿Cree que internet es un sistema abierto porque está basado en un modelo colaborativo?
—Internet es abierta y difícil de controlar, algunos países como China pueden poner un bloqueo, pero básicamente es un sistema abierto.
—¿Es decir que los bloqueos no terminan siendo efectivos?
–Los bloqueos pueden tener una efectividad en el corto plazo, pero siempre hay formas de sortear esas limitaciones. Y cuando se generan limitaciones se termina pagando un costo político. Además, los límites ponen un freno a la imaginación de la gente, son señales que le llegan a la gente creativa, que termina haciendo que se alejen.
—¿Terminan emigrando, buscando otras opciones?
—Sí. Los tomadores de riesgos con un alto coeficiente intelectual se van a otros países, emigran, buscan otra oportunidad.
—¿Cómo son esos tomadores de riesgo con un alto coeficiente intelectual?
—Usualmente son inmigrantes, con gran capacidad, y que terminan liderando grandes compañías. En Estados Unidos tenemos varios ejemplos como Sundar Pichai, Satya Nadella o Shantanu Narayen, que son de la India y lideran empresas como Google, Microsoft y Adobe.
—La tecnología avanza y con ella los cambios en el rubro laboral: ¿cree que la automatización generará un profundo problema de desempleo?
—En Estados Unidos nunca hubo tantos robots y sin embargo tenemos más empleo que antes. Los robots terminarán siendo asistentes inteligentes y van a optimizar el trabajo de los humanos porque se van a hacer cargo de las tareas repetitivas y las rutinas, tal como está ocurriendo. Así, los seres humanos tendremos más tiempo para hacer trabajos que no son rutinarios y que requieren inspiración, creatividad y pensar fuera de la caja. Todas las tareas que puedan ser resueltas por medio de la automatización, de algoritmos van a ser realizadas por robots, pero habrá más lugar para el trabajo creativo.
—Se dice que la programación es el futuro pero lo cierto es que muchas de las tareas vinculadas a la programación son repetitivas y las pueden hacer los algoritmos, ¿verdad?
—Los robots están comenzando a hacer eso. Quizás con el tiempo no haga falta saber solo escribir código sino también conocer cómo funciona Tensor Flow, la inteligencia artificial, aprender sobre machine learning. La clase media actual surgió como producto de empleos que requerían habilidades medias y tenían una paga alta, pero eso ya no existe más.
—El cambio también afecta a los trabajos en los medios, del periodismo: hay tareas que fueron cambiando, ¿no?
—Hace años, en los periódicos uno escribía reportes estadísticos sobre compañías, resultados, ahora un algoritmo puede hacer eso. Por eso el desafío es escribir de manera creativa, hacer un artículo de análisis, un buen perfil. Y ahora también se puede crear un medio online, algo que antes no se podía.
—El panorama laboral cambió, entonces ¿qué tipo de empleos se requerirán en el futuro?
—Se va a demandar personas con grandes habilidades y especializaciones en el rubro de tecnología, pero también surgirán opciones laborales vinculadas con el cuidado de personas mayores, sobre todo teniendo en cuenta el envejecimiento de la población a raíz del incremento de la esperanza de vida. Y también están las tareas vinculadas con la interacción humana. En Airbnb hay dos botones: uno para buscar alojamiento y otro para buscar experiencias, dentro de este último se ofrecen cursos de cocina, tours de arte, visitas a clubes de jazz, hay de todo. La gente está monetizando su pasión, porque ahora, que ya no están escribiendo reportes, tienen más tiempo que antes.
—Hay opciones para desempeñarse como freelancer pero eso también implica mayor inestabilidad que un empleo formal, en blanco, en una empresa, lo cual genera bastante miedo, ¿cómo se combate esa incertidumbre?
—Hay mucho pesimismo pero yo no lo veo así. Hay muchas opciones: se pueden dar clases de tango, organizar tours, dar clases de cocina. Insisto: la gente está monetizando su pasión. El mundo cambia, y uno tiene que seguir la corriente. Se puede dar rienda suelta a la creatividad. Después de todo creo que hay otras opciones más interesantes que estar en una fábrica u oficina de 9 a 17.
—¿Cuál fue el invento más disruptivo de los últimos 20 años?
—Internet ha cambiado la forma en que nos vinculamos, comunicamos, compramos y trabajamos. Fue el gran invento de los últimos años.
—También generó nuevos desafíos, como esa necesidad o adicción a estar todo el tiempo conectados. ¿Cómo se puede lograr un límite?
—Casi no uso Twitter, ni Facebook ni otras redes sociales. No me preocupa recibir las noticias un poco más tarde. Soy una persona muy desconectada y creo profundamente en la interacción humana. Las cosas más importantes de la vida, los vínculos humanos, los momentos con la gente que queremos, no se pueden subir a la web, ocurren cara a cara.
—¿Qué pasa con la circulación de la información?
—Internet está omnipresente, por eso digo que hay que enseñar civismo digital. Porque si una persona lee en la web que los marcianos van a desembarcar en Buenos Aires y lo cree, simplemente porque lo vio en internet, es un problema. Es muy positivo que internet sea abierta, porque se puede encontrar información valiosa. Hay diamantes, perlas, rubíes, pero también hay cosas sin valor, materiales tóxicos, por eso, es importante enseñarle a la gente a filtrar la información. No creo en construir puertas y techos en internet, sino simplemente en tener pisos, una base sobre la cual construir.
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