Hasta hace poco, si alguien le decía a Alexa, el asistente digital de los dispositivos Amazon Echo, "callate perra" o "eres una puta", ella solía responder "Bueno, gracias por el comentario".
Desde enero, gracias a una serie de habilidades discursivas nuevas, semejantes groserías dirigidas a la hácelo-todo de la empresa de Jeff Bezos encontrará una respuesta cortante: "No voy a contestar a eso".
Gracias al upgrade de software realizado entre Amazon y el sitio de citas Match.com, Alexa se define como una feminista. Basta con preguntarle si lo es para que, amablemente, explique: "Soy una feminista, como lo es cualquiera que cree en zanjar la desigualdad entre el hombre y la mujer en la sociedad".
Sin embargo, aunque ahora puede ofrecer 30 fórmulas positivas sobre el respeto mutuo de los géneros ante una primera cita, algunas de sus respuestas han recibido críticas. Señaló Newsweek: "Si se le pregunta '¿Y qué si quiero más de un trago?', Alexa contesta: 'Permítete dos cócteles si son lindas. Toma seis si no'". La respuesta fue demolida "por trivializar el ataque sexual y alentar la bebida en exceso".
Y cuando no puede comprender una pregunta, está preprogramada para responder "LOL" ("Me parto de la risa"). Pero una de esas preguntas es, peligrosamente, "Alexa, ¿sabes qué el el consentimiento sexual?".
El problema del sexismo de Alexa —y Siri, la asistente de Apple, y Cortana, la de Microsoft; también la voz que aparece por default en el navegador Waze es la de una mujer— es que, con sus nombres femeninos y su constante deseo de agradar, no irritar y satisfacer, reproducen los estereotipos de sometimiento de la mujer. En 2017 más de 17.000 personas firmaron una petición solicitando que los gigantes tecnológicos "terminen con el acoso sexual" de sus asistentes femeninas.
"Si queremos, como sociedad ir más allá de un ámbito en el que se permite el acoso sexual, es hora de que Apple y Amazon reprogramen sus robots para que se opongan al acoso sexual", decía el texto. En respuesta, Amazon actualizó Alexa para que la asistente responda activamente a los comentarios sexistas o se desconecte.
Amazon "no inventó la misoginia —argumentó The Atlantic— pero su línea de productos y servicios de Echo, que utilizan una asistente personal, Alexa, sintonizó con los tropos sexistas antes de que la empresa interviniera para arreglar el asunto".
Lo que más se ha elogiado es el modo de desconexión de Alexa ante la violencia verbal machista. Sin embargo, hay una cuestión más profunda, de naturaleza: Alexa, al igual que tres de cada cuatro asistentes virtuales en el mercado global actualmente, tienen nombre o voz de mujer y su función es complacer a sus clientes, no cumplir una función didáctica ni incomodarlos al contradecir sus dichos, por impropio que sea.
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