Internet nació como una plataforma abierta y neutral; sin embargo, el futuro de la red será muy diferente dado que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los Estados Unidos eliminó las normativas que sostenían el principio de que todo el tráfico legal se debía tratar de manera igualitaria. Ahora que, por ejemplo, un proveedor de internet (ISP) puede priorizar la velocidad de un sitio y relegar otros, Fred Benenson imaginó cómo serán los cambios inmediatos.
"Negociar el acceso a internet será muy parecido a negociar el cable o la cuenta del teléfono", comenzó el ex analista de Kickstarter, que actualmente elige startups para financiar mediante la incubadora de proyectos Y Combinator.
"Uno deberá desentrañar diversos paquetes sobre diferentes sitios y servicios que podría usar, pagar por el contenido de marca de su ISP que probablemente no le interese y sentir al comienzo de cada mes la mala sensación de que, haga lo que haga, está pagando de más", argumentó en su columna de opinión para Los Angeles Times.
"En lugar de simplemente preocuparse por cuánto usa internet o cuán rápida necesita que sea la red, uno tendrá que preocuparse por la clase de internet que use", distinguió Benenson. "Es probable que los sitios premium como Netflix y YouTube cuesten más, que se cobre poco pero por cada una de las aplicaciones gratuitas como iMessage y FaceTime, y que el acceso irrestricto a toda la red sea más caro".
Es decir, el servicio común que se conoce hasta el momento será el superior. Todos los demás se sentirán recortados.
Para las startups será más duro sortear las barreras y llegar a su público. Deberán asociarse con las empresas de telecomunicaciones. "Sobrevivirán pocas", señaló, pesimista, el autor. "Esto es una excelente noticia para las empresas establecidas como Facebook y Google que siempre podrán pagar los peajes en internet. Fortalecerán su posición ya dominante en detrimento de sitios y servicios más nuevos y mejores".
Es decir que todos los grandes usarán los carriles rápidos, mientras que los sitios y servicios descentralizados irán por el carril lento de la red.
"Los cambios se darán gradualmente y —como el proverbial sapo en agua hirviendo— es posible que uno no los note", comparó. Se comenzará a experimentar más demora en el almacenamiento temporario de datos; habrá más lentitud cuando se mire Netflix durante horas pico.
Muchos de esos cambios ya se perciben en el mercado de la telefonía celular. Si uno utiliza los servicios de video, por ejemplo, de la misma compañía que le provee el servicio, es sin costo; en cambio, si prefiere YouTube u otro, se paga aparte.
Desde luego, estos obstáculos tecnológicos se pueden poner al servicio de censurar o promover contenidos, del mismo modo que ya se ha visto en las telefónicas que, como Verizon en 2007, por ejemplo, citaron su derecho a bloquear "contenidos polémicos o de mal gusto". Hacia 2020, advirtió Benenson, las empresas también podrían sentirse con derecho a evitar que sus clientes de internet accedan a cierto tipo de discurso político.
El final será una competencia hacia el abismo: "Los ISP cobrarán más y más para acceder a los servicios externos más valiosos y sólo aquellos con el dinero suficiente podrán llegar a los usuarios. El resto, incluidas las startups, las fundaciones sin fines de lucro, las instituciones académicas y las personas comunes que tienen un sitio serán relegadas al canal indiferenciado del tráfico lento".
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