En la actualidad, existen diferentes sistemas informáticos que, con diferente nivel de sofisticación, se encargan del cifrado y descifrado de mensajes. Pero hubo un tiempo en que esa intrincada tarea estaba en manos (y cerebros) humanos. Tal fue el caso de Madame X o "la primera dama" de la criptografía naval, como se la conoció a Agnes Meyer Driscoll, una destacada criptoanalista que tuvo un rol clave en la historia.
Esta matemática de pensamiento agudo y espíritu inquieto se especializó en "romper" (o interpretar) códigos y su trabajo fue crucial durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su rol durante esa etapa pasó desapercibido por la historia. O, mejor dicho, por quienes escriben la historia.
Su papel en la Segunda Guerra se analiza en el libro Code Girls: the untold story of the American women code breakers of World War II escrito por Liza Mundy.
Agnes nació el 24 de julio de 1889 en Illinois y trabajó en la Marina de los Estados Unidos y en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), hasta 1959.
La joven obtuvo una licenciatura en Matemática y Física de la Universidad Estatal de Ohio. También estudió estadística, música e idiomas. Ademá de inglés, hablaba con fluidez en francés, alemán, latín y japonés.
Luego de graduarse se mudó a Texas. Allí se desempeñó como docente de Matemática en un secundario y directora de música en una academia militar.
Seguramente por ese entonces no se imaginó que se convertiría en "la reina de la criptografía". Pero sí estaba claro que no se conformaría con dictar clases. Buscaba algo más y no dudó en ir tras su sueño.
El 22 de junio de 1918 y con apenas 28 se unió a la Marina de los Estados Unidos, que recién había comenzado a aceptar mujeres. Fue de las primeras en sumarse a esa fuerza y luego de un breve paso por otra oficina de menor importancia, fue designada a la sección de Códigos del director de Comunicaciones de la Armada.
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Agnes fue parte del equipo que desarrolló la Máquina de Comunicaciones (CM), que se convirtió en el sistema estándar para descifrar mensajes durante los años 20.
Su rol fue fundamental para entender la comunicación de los japoneses en el período entre guerras. Logró descifrar el Libro Rojo, tal como se llamaba al sistema de códigos que usaba el país nipón. Así, por ejemplo, se llegó a la conclusión de que Japón sabía con precisión los planes que pensaba llevar a cabo Estados Unidos y que tenía una estrategia para arruinar esos planes.
El próximo objetivo fue interpretar el código detrás del Libro Azul, que también empleaban los japoneses. Madame X lideró el equipo que logró recuperar las 85 mil entradas en el libro así como identificar el cifrado por transposición, que es un sistema por medio del cual unidades de texto plano se cambian de posición siguiendo un patrón determinado para formar un mensaje cifrado.
A su vez, en 1935 decodificó el sistema de encriptación japonés llamado Naranaja o M-1 y eso le permitió descubrir, entre otras cosas, que había espías estadounidenses que estaban compartiendo información confidencial con Japón.
Su trabajo fue incansable y demostró que podía ser una verdadera máquina humana. En 1939 se ocupó de desentrañar los misterios del JN-25 tal como se conocía al nuevo código empleado por los japoneses para las comunicaciones entre su navíos. El sistema tenía más de treinta mil grupos de cinco números utilizados como sustitutos de palabras, cifras y lugares.
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No se logró interpretar el cifrado para evitar el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941, ya que recién se terminó de interpretar meses después. Aunque sí sirvió para anticiparse a la Batalla de Midway que se liberó en junio de 1942. El acceso a la comunicación secreta entre las fuerzas niponas le permitió a Estados Unidos tener una ventaja que, entre otras cuestiones, incidió en la victoria de ese país.
Midway es considerada una de las batallas más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Además, muchos historiadores coinciden en describirla como un punto de inflexión que frenó los avances de Japón en el Pacífico.
No sería exagerado decir que Agnes cumplió un rol clave para que se ganara esa crucial batalla y eventualmente la Guerra del Pacífico.
Durante esos años, "la primera dama" enseñó el arte de la criptografía a varios oficiales y expertos como Edwin Layton, Joseph Wenger y Joseph Rochefort, entre muchos otros.
Desde 1946 hasta 1949, año en que se retiró de la NSA, pasó por varios cargos aunque nunca obtuvo un ascenso significativo. Cuando falleció, en 1971, sus restos fueron enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington, pero no hubo ningún anuncio ni acto oficial.
Su valor, como el de otras mujeres que quedaron invisibilizadas por el relato oficial, se está comenzando a apreciar ahora. La historia se reescribe y ellas comienzan a verse.
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