Pontevedra es una ciudad de Galicia, en el noroeste de la península ibérica. Con más de 84 mil habitantes, es el segundo municipio más poblado de su provincia, después de Vigo. En la actualidad, es un modelo mundial para el urbanismo sin autos, que apunta a reducir la cantidad de vehículos en circulación. En octubre se aprobó el Plan de Movilidad Urbana Sostenible que crea una “zona de tráfico reducido”, que ocupa 490 hectáreas: todo el casco urbano y algunos barrios de la ciudad. Ya en 2011 había sido pionera en reducir a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima de circulación en áreas urbanas.
La implementación del nuevo plan supone un “cambio de paradigma” para Pontevedra, al ordenar toda la movilidad de la ciudad “para que nadie sea expulsado del espacio público”, definió el concejal Demetrio Gómez Xunqueira en la sesión en la que se aprobó el plan que implica el cumplimiento de la Ley N.° 7/2021 sobre el cambio climático y transición ecológica. Esta norma obliga a las ciudades españolas de más de 50 mil habitantes a establecer las llamadas “zonas de bajas emisiones”. Pero, por otro lado, para Pontevedra representa seguir trabajando en una línea que ha convertido a la ciudad en un ejemplo: en la última década no hubo atropellos mortales en las calles ni en las avenidas municipales.
Pontevedra, según Gómez, hace dos décadas rompió “un círculo vicioso”, al comprender que “cuanto más se promociona el tráfico motorizado, más violento, inhóspito y deshumanizado es el espacio público”. Seguir esta filosofía, dijo, es la base de este plan que planea reducir el tráfico al “estrictamente necesario” y que no ocupe más espacio “del imprescindible”, limitando la velocidad para que la circulación en la ciudad “no sea agresiva”.
Para lograrlo, el plan propone mejorar el sistema de estacionamientos en la periferia, agregar 4 mil metros cuadrados de áreas peatonales cada año, promocionar el transporte público y la bicicleta y mejorar los entornos escolares.
Los antecedentes
En Pontevedra, desde 2011, no hay víctimas fatales en atropellos. El motivo del éxito es, por un lado, la máxima de 30 kilómetros por hora para circular en la ciudad. Por el otro, que casi el 75 % de la ciudad pone en el centro a las personas a pie. La peatonalización de la ciudad es la clave del modelo que es referente en el mundo.
Otra medida que ayudó a la disminución de las muertes es que se eliminaron casi por completo los espacios para estacionar en la calle. Según las autoridades, muchos accidentes se producen cuando el que conducía buscaba estacionamiento. De la mano de la prohibición, aparecieron las opciones:se abrieron 1.686 parkings gratuitos en las afueras de la ciudad.
En el centro, solo se puede permanecer estacionado 15 minutos ―los necesarios para, por ejemplo, recoger a una persona con movilidad reducida o retirar un bulto pesado en un comercio― y 30 minutos en caso de carga y descarga. En tanto, los estacionamientos gratuitos son ilimitados y están a entre 10 y 15 minutos a pie del centro de la ciudad.
Cuando el alcalde Miguel Anxo Fernández Lores presentó el proyecto, dijo que la planificación de la ciudad debía ser “una prolongación de los domicilios de los ciudadanos”. Propuso que los niños salieran a la calle sin temor, que las personas que realmente necesitaban utilizar el automóvil pudieran hacerlo y que Pontevedra fuera “un lugar agradable, acogedor, interesante para disfrutar de la vida sin agobios”.
“Lo que hemos hecho ha sido invertir las prioridades. Si en la ciudad el coche particular estaba en la cúspide de la pirámide, seguido del autobús, la bici y el peatón, le hemos dado la vuelta, como un calcetín: primero el peatón, después el ciclista, el autobús y por último el automóvil particular, allí donde sea necesario”, describió.
Anxo Fernández administra la ciudad desde 1999. Al asumir, una de sus primeras medidas fue la peatonalización del centro histórico. Ahí se rebajó en un 97 % el tránsito vehicular. Además de limitar la velocidad de circulación, se redujo el ancho de las calles, se construyeron más de treinta rotondas y se cambió el sentido de varios accesos.
Sin semáforos y a pie
Para reducir la velocidad, paradójicamente, se suprimieron los semáforos en el centro. El argumento es que están concebidos para que los autos circulen con la máxima fluidez posible y son parte de un paradigma que considera a los peatones como un obstáculo. “Si inviertes ese pensamiento y le das prioridad al peatón, la velocidad baja de una manera contundente”, explicó en una entrevista Daniel Mancelle, director general de Protección Ciudadana del Concello de Pontevedra.
Con respecto a las sanciones, la ciudad tiene un 90 % de cumplimiento en el pago de multas. En los últimos siete años descendieron las infracciones en un 40 %: de casi 19 mil en 2010 se pasó a 11.000 en 2017.
La ciudad dispone de una red de rutas a pie, con recorridos que estructuran el casco urbano y permiten llegar a cualquier punto en apenas 20 minutos. El servicio se llama Metrominuto: un mapa que mide distancias entre varios puntos y los tiempos medios que se tarda en desplazarse entre ellos.
El plano de Metrominuto se disemina por Pontevedra. Está en los paneles informativos sobre el transporte urbano que figuran en las marquesinas de toda la ciudad. Los paneles incluyen también algunas observaciones sobre el transporte en bicicleta, las líneas de autobuses, los taxis, las estaciones de trenes y los aeropuertos más próximos, con el objeto de que la ciudadanía disponga de una información integral sobre las opciones disponibles y la posibilidad de combinarlas.
Una vez que se instaló en Pontevedra el Metrominuto, el ámbito sanitario se interesó por la iniciativa y también promocionó esta forma de moverse en la ciudad, en especial ligada a la prevención de las cardiopatías. Básicamente, se trata de volver a hacer las cosas caminando. Se lanzó Pasominuto, dirigido al creciente número de personas que superan los 50 o 60 años y a quienes se recomienda no caer en el sedentarismo. Presentado con el eslogan “Me muevo, luego existo”, se trata de un servicio que recomienda 29 itinerarios de paseo en la zona histórica, los parques y las sendas naturales y litorales de la ciudad, todos ellos peatonales, de extensiones que van desde los 250 metros (390 pasos) hasta los 11,2 km (17.100 pasos), expresados en metros, pasos y calorías.
La ciudad recibió en 2015 el Premio ONU-Hábitat, que reconoce a las ciudades que buscan mejorar la vida de las personas. Pontevedra fue premiada, en concreto, por sus buenas prácticas en materia de movilidad y accesibilidad. De los 80 mil vehículos que circulaban por el centro urbano a finales de los 90, se pasó en 2018 a apenas 7 mil. Las emisiones de CO2 cayeron un 70 %. Y la siniestralidad vial pasó de 30 personas fallecidas en la década 1996-2006 a tres entre 2006 y 2016.
Hace dos décadas, Pontevedra tomó la decisión de ser una ciudad 30. Esto es: una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Ahora apunta a reducir ese límite a 10 km/h en determinados espacios, como por ejemplo las zonas aledañas a las escuelas. En 2019 tomaron la misma medida otras 18 ciudades españolas y 13 europeas, entre ellas Madrid, París, Londres, Berlín, Bruselas, Viena y Roma.
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