Tres emprendimientos textiles trabajan con descartes de la industria y producen junto a personas con discapacidad intelectual

Los llevan adelante diseñadoras que buscan profundizar la sustentabilidad en la producción textil e investigan las posibilidades de materiales como sachés de leche o recortes de jean. Son pequeñas marcas que proyectan escalar, siempre dentro de un modelo que genere valor con materiales que otras empresas y diseñadores descartan y puestos de trabajo para personas con discapacidad

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La industria textil es la segunda más contaminante del planeta, después de la de hidrocarburos. Las tres cuartas partes de las personas con discapacidad ―que según cálculos de la Organización Mundial de la Salud son entre el 10 y el 15 % de la sociedad― no tienen trabajo. Biótico, Raüni Sustentable y Trama B Textil son emprendimientos textiles que buscan tener un impacto positivo sobre estos dos grandes problemas: trabajan con personas con discapacidad intelectual y la materia prima de sus productos son residuos urbanos y descartes de la propia industria.

Almohadones y zafus ―los pufs que se usan para meditar― creados con residuos de la industria textil; carteras o fundas para laptops hechas a partir de sachés de leche, paquetes de galletitas o de papas fritas; artículos para decorar el hogar tejidos en telar de totora o trapillo son algunos de los productos fabricados por estos emprendimientos que revalorizan los desechos al usarlos como materia prima y apuestan a la economía circular.

Son propuestas que entran bajo la definición de triple impacto: ambiental, centran su producción en el reciclado; social, promueven la inclusión laboral de personas con discapacidad, y económico, porque buscan generar valor.

Biótico trabaja con los talleres
Biótico trabaja con los talleres protegidos de dos organizaciones donde se montan bolsos y carteras ensamblando materiales como bolsas plásticas, sachés de leche y paquetes de papas fritas (Biótico)

Accesorios con sachés de leche

Carteras, accesorios como monederos y fundas para laptops hechos con descartes urbanos y domésticos ―sachés de leche, paquetes de papas fritas o bolsas plásticas― son algunos de los productos que se crean en Biótico. Ete emprendimiento fundado en 2014 por la diseñadora Jesica Pullo también tiene una línea de indumentaria creada con descartes textiles de diseñadores con los que tiene alianzas.

“Nací en la zona de La Salada, una de las ferias textiles que mayor polémica sigue generando por la forma de producción de lo que se vende allí en cientos de puestos. Terminé mis estudios en Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, luego comencé a capacitarme en sustentabilidad y transparencia en el sector textil, ámbito que me permitió conocer el impacto negativo que tenía la industria de la moda. Advertí que no quería ser parte de un sistema de producción esclavista y contaminante”, resume Pullo su camino que la llevó a hacer “algo positivo, que alentara a crear una sociedad más solidaria con las personas y el ambiente”.

La diseñadora experimentó con toda clase de desechos y se acercó a la Asociación Laboral para Adultos con Discapacidad Intelectual (ALPAD), donde transmitió a otras personas las técnicas que había desarrollado. Actualmente, también trabaja en colaboración con el Centro de Integración Frida. En los talleres de estas organizaciones, se transforman los sachés de leche en textiles con forma de tiras o paños. “Se adquieren habilidades y conocimientos que logran una transformación positiva. Nuestro producto final demuestra que materiales desechados y personas que muchas veces son excluidas del sistema laboral pueden formar parte de la cadena de producción de prendas de primera categoría, si se les da la oportunidad”, agrega Pullo.

Jésica Pullo se recibió de
Jésica Pullo se recibió de diseñadora textil en la Universidad de Buenos Aires y luego se capacitó en sustentabilidad y transparencia: “Conocí el impacto negativo que tenía la industria de la moda” (Biótico)

Para crear las prendas y accesorios de su marca, la diseñadora investiga los descartes y la morfología, las formas que puede lograr con ellos. Los materiales se juntan por medio de campañas de recolección por las redes sociales y en dos puntos de entrega en la Ciudad de Buenos Aires, donde vecinas entregan sachés de leche y yogur limpios.

Biótico, tiene tres objetivos principales: capacitar y emplear en la producción de textiles reciclados a poblaciones vulnerables y, a la vez, recuperar residuos. “Cada una de nuestras carteras recicla aproximadamente 100 sachés”, cuenta su creadora. El objetivo es llegar a los 40.000 envases de leche y a los 10.000 paquetes de galletitas en un año. El otro objetivo, compartido con todas las marcas de moda sostenible, es educar acerca del consumo responsable. “Incorporar estos hábitos nos va a convertir en una sociedad más transparente y saludable”, cierra la diseñadora, que ofrece sus productos en la tienda online biotico.com.ar.

Junto a talleres protegidos

Como Biótico, Raüni Sustentable trabaja con los llamados talleres protegidos que, regulados por la Ley N.° 24.147, funcionan en instituciones con personería jurídica y tienen como objetivo trabajar por la inserción laboral de las personas con discapacidad.

Raüni Sustentable fabrica almohadones y zafus rellenos con descartes textiles, un trabajo que hacen personas con discapacidad intelectual. Lo fundó en 2019 Margarita Nicora, una emprendedora que trabaja en la búsqueda de la sustentabilidad desde hace diez años.

Raüni Sustentable trabaja con talleres
Raüni Sustentable trabaja con talleres protegidos en la confección y relleno ―con descartes de la industria textil― de almohadones y pufs para meditar (Raüni Sustentable)

Los integrantes de los talleres protegidos reciben los descartes textiles que junta Raüni, donados por empresas y otros diseñadores, los clasifican según material y rellenan los productos de la marca, que fue recientemente adquirida por otra emprendedora, Ángeles Prado.

Nicora resume así la historia de Raüni: “Después de haber hecho bolsos con descartes textiles durante 7 años, persiguiendo el objetivo #basuracero y armando redes con colegas y organizaciones que trabajan en la sustentabilidad, llegué a conocer al taller protegido Inclusión y Desarrollo Laboral (IDEL), con el que le fuimos dando forma al proyecto. Me interesaba mucho que la mano de obra social de mi emprendimiento fueran personas con discapacidad. Junto a IDEL tuvimos la prueba piloto, en la que fabricamos 40 almohadones, aprendiendo mutuamente, y luego de lograrlo, me dediqué a hacer capacitaciones en otros talleres protegidos replicando la metodología que habíamos cocreado”.

Actualmente, Raüni sigue trabajando con IDEL y también con la Fundación San Francisco de Asís, donde cortan y cosen las estructuras de los almohadones. A este taller protegido de producción concurren en forma regular 56 jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Por último, Raüni también trabaja junto a la Asociación para el Desarrollo de la Educación Especial y la Inclusión (Adeei) con jóvenes que reciben capacitación para el trabajo.

“Estamos muy orgullosos de mantener estas alianzas con los talleres protegidos y tenemos la intención de seguir expandiéndolas, con el mismo objetivo de inclusión laboral, a medida que la producción se incremente”, señala Prado. Y agrega, “las oportunidades que suelen tener los jóvenes y adultos con discapacidad son mínimas, nuestra contribución es abrir puertas para que logren autonomía social y laboral. Como sociedad tenemos mucho para aprender y colaborar con los colectivos de personas con mayor vulnerabilidad”.

Por otro lado, Raüni proyecta convocar a más empresas textiles para que se sumen a esta iniciativa de triple impacto. “Es fundamental que logremos armar una red con otros proyectos sustentables para reforzar el compromiso con el ambiente y el consumo consciente. El gran desafío que tenemos es evolucionar y lograr mayor escala y volumen sin perder atención personalizada, que es fundamental a pesar del gran crecimiento de la digitalización. La expansión generará más puestos de trabajo en los talleres protegidos y también más reutilización de descartes”, finaliza.

Este emprendimiento también vende sus productos en su tienda online raunisustentable.com.ar.

“El desafío es tener mayor
“El desafío es tener mayor escala y volumen, lo que generará más puestos de trabajo en los talleres protegidos y también más reutilización de descartes”, dice Ángeles Prado, responsable de Raüni Sustentable (Ángeles Prado)

Crear una trama

Trama B Textil es un emprendimiento más joven: nació hace un año, cuando obtuvo el primer puesto en el Concurso Proyectos de Innovación Social, organizado por la Fundación Enseñá x Argentina. “En 2021, la fundación lanzó el Germinador de Proyectos de Innovación Social y nos invitó a soñar conectando con nuestros propósitos. Comenzamos nuestra investigación y ya nos encontramos generando lazos de cooperación con colegas y descubriendo las posibilidades para la transformación de retazos textiles. Desde principios de 2022, nos aliamos con Libertate - empresa social de inclusión y en conjunto realizamos nuestro primer workshop dentro de la Universidad de Nacional de General Sarmiento. Los encuentros de formación se llevaron a cabo entre marzo y abril, brindamos conocimientos técnicos y de gestión comercial a personas con discapacidad”, resumen las fundadoras Daniela Dell Acqua y Valentina Trotz.

Durante esa cursada, surgió un micoemprendimiento integrado por diez mujeres con discapacidad intelectual: Diversiclando, que desarrolla una línea de decoración para el hogar con tejido en telar de totora o trapillo.

En una de las capacitaciones
En una de las capacitaciones que brindaron las diseñadoras Daniela Dell Acqua y Valentina Trotz se formó un grupo de diez mujeres con discapacidad intelectual que tienen su propio microemprendimiento, Diversiclando, y además hacen trabajos para Trama B Textil (Trama B Textil)

Trama B Textil aún continúa acompañando a este grupo con asesorías técnicas o coordinando donaciones textiles, además de que le encarga trabajo como su propio taller productivo. La marca hace diseños con un textil de jean reciclado tratado con bioplásticos para mejorar su resistencia. Son productos modulares cortados con láser, que son ensamblados por el grupo de mujeres.

Los regalos empresariales que ofrece “van más allá del producto en sí, ponderan el proceso por el cual fueron creados”: van acompañados de material que informa sobre su cadena de valor. Por ejemplo, la etiqueta de un lapicero biodegradable lleva un código QR que al escanearlo se puede ver un video contando el proceso.

“Al sector privado textil le ofrecemos soluciones para comenzar su transformación verde y activar compromisos de responsabilidad social. Trabajamos con emprendedores/pymes que no cuentan con circuitos de recirculación de sus descartes y generamos convenios que incluyen la comunicación de sus acciones. También trabajamos con el sector público y el tercer sector para aportar desde la educación”, agregan las diseñadoras.

Trama B Textil trabaja con desperdicios de la producción textil: residuo limpio y seco, que representa el 12 % de los kilos cortados. Desde allí comienza una nueva cadena productiva que separa por fibra y tamaño el textil y evalúa las posibilidades de transformación. Hoy el emprendimiento cuenta con cinco empresas donantes.

Desde septiembre pasado, Trama B Textil tiene un lugar en el Centro Metropolitano de Diseño, como parte del Programa IncuBAte, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “Este hito nos apuntala a nivel financiero, de logística, networking y prensa. Nuestra estrategia tiene como objetivos comercializar productos y servicios con impacto social, expandir nuestra propuesta educativa y de articulación en nuevos territorios y sensibilizar sobre el cuidado del medioambiente y la falta de oportunidades de trabajo de personas en situación de vulnerabilidad”, finalizan las diseñadoras, que difunden su marca en la cuenta de Instagram @trama_b_textil.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN

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