Con la primera cepa terapéutica de cannabis inscripta en la Argentina, en la Rioja se desarrolla un modelo de producción que combina investigación estatal e inversiones privadas para abrir un nuevo mercado. Favorecido por el clima de la provincia, el proyecto de Agrogenética Riojana SAPEM (Sociedad Anónima con Propiedad del Estado Mayoritaria) promete generar puestos de trabajo directo e indirecto y reactivar la producción local, la industria del turismo y la exportación. “La política sanitaria es su principal objetivo: antes de fin de año lanzará un aceite medicinal que será gratuito para personas anotadas en el registro nacional de cannabis medicinal, y que además se venderá en farmacias”.
Por la ruta provincial N.° 12, rodeado de montañas rocosas y de verdes plantaciones en campos extensos, debajo de un vibrante celeste cielo, está el predio de Agrogenética Riojana SAPEM, ubicado en la localidad Anguinán, departamento Chilecito. En sus siete hectáreas se depositan las ilusiones de diversificar la matriz productiva no solo de la provincia, sino también del país en base al cannabis.
El tesoro de este proyecto que tiene a la planta milenaria como principal insumo está en la geografía de las provincias del norte argentino: climas con baja humedad ambiente y alta heliofanía (cantidad de horas de sol) que permite cultivos de crecimiento sano y rápido. Y, a diferencia de otras actividades, bajo impacto ambiental porque la producción del cannabis es casi manual.
Las condiciones naturales, además, generan una gran ventaja competitiva en el mercado, ya que a diferencia de otros lugares posibilitan cultivos en exterior y en indoor.
El plan estratégico para desarrollar la industria cannábica que puso en marcha la provincia viene con la promesa de un impacto socioeconómico porque contempla las múltiples cadenas de valor que tiene la planta. Si bien desde el Gobierno de Ricardo Quintela remarcan que la atención de la salud pública es lo central, cuando se habla de la incipiente producción de cannabis medicinal también se está hablando de la industria farmacéutica, de trabajo calificado, de desarrollo agropecuario, de investigación, de inversión nacional y extranjera y, en un corto plazo, de exportación.
Agrogenética Riojana hizo su primera cosecha en marzo y su primer aceite de uso medicinal espera la aprobación del Ministerio de Salud de la provincia para ser lanzado en las próximas semanas. En el camino, hizo acuerdos con 16 productores privados locales, nacionales y extranjeros para extender la superficie de cultivos. El modelo del proyecto articula el sector privado con la producción de conocimiento y la centralidad institucional de una empresa mayoritariamente estatal.
Cepa nativa
La Rioja puede decir que es protagonista en la historia que se empieza a escribir sobre un sector industrial aún no explotado en la Argentina. Fue la primera en inscribir una cepa cannábica nativa en el Instituto Nacional de Semillas (INASE), en un registro regulado desde el 2021 por el Ministerio de Salud de la Nación para facilitar el acceso equitativo de la planta de cannabis y derivados como tratamiento medicinal, terapéutico y/o paliativos del dolor. “Esto es reivindicar el rol de los cultivadores que han hecho esto durante tanto tiempo en la clandestinidad”, destaca el ingeniero agrónomo Benjamín Enrici, presidente de Agrogenética Riojana SAPEM.
La historia de la primera variedad de germoplasma nacional inscripta por La Rioja viene de La Plata. Daniel Loza, conocido como “el profesor botánico”, aunque no era docente, fue un reconocido activista del autocultivo solidario. Para paliar los efectos de la enfermedad que padecía, empezó a realizar cruzamientos para generar aceites y autosuministrárselos. “Esta persona murió y sus hijos donaron todo eso a asociaciones de cultivo y a la Universidad Nacional de La Plata, que hizo una alianza estratégica con nosotros bajo la cual hacemos el proceso de inscripción en INASE. Fuimos los primeros en inscribir una cepa no de origen extranjero sino nativo, argentino”, señala con orgullo Enrici.
Para el funcionario esto permitió que La Rioja se posicionara “como uno de los proyectos con una idea clara hacia dónde tiene que ir el cannabis, muy respetado y reconocido a nivel nacional”. Y asegura que uno de los grandes aciertos fue delegar el proyecto en un cuadro técnico y no en uno político: “A veces esto no sucede y hay que decirlo”.
Un modelo para armar
El camino para entender el presente de este proyecto tiene sus primeras huellas en 2012. Para ampliar la frontera agrícola en una provincia que se caracteriza por la producción de monocultivos como vid y olivo, integrantes de la estatal Agrogenética viajaron a California para conocer el modelo productivo de cannabis que, en el otro extremo del continente, lleva décadas de funcionamiento y regulación. Allí la legalización total de la marihuana se aprobó en 2016, pero 20 años antes Estados Unidos fue el primer país del mundo en legislar su uso medicinal.
La buena noticia para la provincia del norte argentino estaba en su propia naturaleza: “California es un estado con un valle igual al nuestro en clima, seco o árido, pero 700 veces más grande. Los cultivos son con riego tecnificado por goteo, muy similar a lo de acá, y son las mismas variedades”, explica el ingeniero agrónomo.
En aquel momento, el mundo científico empezaba a descubrir el sistema endocannabinoide (los cannabinoides que produce naturalmente el cuerpo humano) y a reivindicar el uso industrial y medicinal de esta planta con diversidad de aplicaciones posibles por el uso de todas sus partes: tallo, hojas, semillas y flores.
“Ahí advertimos: ‘Ojo, que por sus tipos de clima la Argentina tiene un enorme potencial para producir un producto que está a la vanguardia de la innovación tecnológica y que tendrá alta demanda’”, recuerda Enrici. Especialistas de California y Canadá viajaron en aquel entonces a La Rioja para analizar las posibilidades del mercado de cannabis y ese fue el inicio: “Al unísono, dijeron que gracias al clima podíamos transformar nuestra matriz productiva”, completa.
El proyecto riojano preparó el terreno con desarrollo e investigación mientras el país resolvía el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta y sus derivados, que finalmente llegó en 2022.
Después de la aprobación en marzo de la Ley N.° 27.350 (que establece el marco regulatorio para la investigación), la Argentina avanzó en mayo otro paso en la normativa de esta industria, al sancionar la ley N.° 27.669, que regula la cadena de producción, comercialización nacional y exportación de la planta, semillas y productos derivados para uso medicinal. Sobre esta última, se espera la reglamentación para avanzar en la producción.
“Queríamos que esto no solo solucionara un tema de salud pública sino que además diera trabajo. Cuando se aprobó, hicimos todo lo que la ley pedía; solicitamos la autorización del Ministerio de Salud para cultivar, importamos una semilla de Colombia rica en CBD (cannabidiol, componente no psicoactivo en la planta) para atender a pacientes de La Rioja, y así avanzamos en hechos históricos para el cannabis en Argentina”, resume Enrici.
Trabajar la tierra
La Puntilla es otra pequeña localidad del departamento Chilecito, el segundo más grande de La Rioja, después de la capital. En esa zona de minifundio, Julio Walden maneja la empresa familiar Agrowald que hace 25 años se dedica a la producción de hortalizas, vid y olivo. Este año le llegó la oportunidad de incursionar en la producción de cannabis medicinal y no dudó.
“Agrogenética tuvo en cuenta a los productores locales y nos convocó a trabajar. Creemos que es una salida para diversificar nuestra producción y con un fin económico un poco mejor al que tenemos en este momento, y es en parte por el apoyo del estado provincial”, considera el productor.
Este beneficio para Agrowald se enmarca en la alianza reciente que hizo la Agrogenética Riojana con 16 empresas, en su mayoría locales pero también nacionales y extranjeras, para cultivar. “Pedimos una ampliación al permiso que nos dio el Ministerio de Salud en cuanto a superficie de cultivo y propusimos, en lugar de cultivar nosotros, hacerlo estratégicamente con el sector privado. Les damos la cobertura legal, ellos nos pagan un simple canon porque ayudamos a gestionar permisos y trámites, y pueden empezar a cultivar de cara a lo que va a ser el modelo industrial”, explica Enrici. Agrogenética tiene actualmente dos hectáreas plantadas, una parte en exterior y la otra indoor.
Con esta decisión el proyecto riojano quiso ganar tiempo y empezar a generar inversiones. La premisa con las empresas locales fue contemplar a las que tuvieran experiencia en cultivos industriales para que agregaran el cannabis a sus negocios. A través de las extranjeras se busca el know-how (experiencia o expertise) y la cartera de clientes con las que ya cuentan.
“Esta etapa permitirá tener experiencias concretas y, una vez reglamentada la Ley N.° 27.669, que las autorizaciones se transformen en licencias”, explica Federico Bazán, ministro de Trabajo, Empleo e Industria de La Rioja.
“Nuestra locación tendrá 2.500 metros cuadrados, aproximadamente 1.200 plantas para la producción de CBD. Arrancamos con cuatro empleados pero prevemos llegar a 10 personas pronto, porque lo importante de esto es que se necesita mucha mano de obra. Y, a diferencia de la vid y el olivo, con el cannabis podemos hacer dos cultivos por año”, se entusiasma el dueño de Agrowald. Su empresa trabajará para la española Geraway S.L., que ya comercializa el CBD y es la que aportará el capital para desarrollar el cultivo. “Nosotros ponemos la mano de obra, la producción y logística”, precisa Walden.
Para esta etapa inicial de cultivo, quienes producen le compran los plantines a la empresa estatal para luego procesar el aceite. Los acuerdos de comercialización contemplan la elaboración en el laboratorio riojano o en otros del país que estén autorizados para el desarrollo y la investigación. En el caso de Agrowald el puntapié inicial será con elaboración en el mismo departamento, y para 2023 el productor se entusiasma con el mercado europeo a través de la empresa española radicada en Pontevedra.
Según el ministro Bazán, a diferencia de otras industrias, por el atractivo de rentabilidad que tiene esta cadena de valor, es mucho más fácil que el capital llegue solo. “En el sentido contrario, nosotros estamos pensando en herramientas concretas para integrar a pequeños productores o cooperativas como proveedores locales cuando empiece la industrialización del cannabis; esos sí necesitan el apoyo y acompañamiento de un banco del Estado”, anticipa.
Bazán subraya la gran oportunidad que tiene La Rioja por su vasta experiencia con otros cultivos tradicionales (commodities). Y recuerda que cuando se presentó el proyecto de ley sobre la cadena de industrialización aprobado en mayo pasado en el Congreso Nacional “había distintos estudios de la Universidad de Buenos Aires que indicaban la posibilidad de generar, en el corto plazo, 10.000 nuevos puestos de trabajo en aproximadamente cuatro años. Entendemos que esa previsión es bastante prudente y que el potencial es mucho mayor e incluye la posibilidad de formalizar rápidamente empleo”.
En los próximos días también se pondrá en funcionamiento otras de las actividades a potenciar en torno al cannabis: el turismo. Una granja en el predio de Agrogenética funcionará como centro de interpretación para atraer al turismo cannábico del país y del mundo. Allí se podrán conocer cultivos, proceso productivos, historia de la planta, usos y derivados.
El Estado, productor de conocimiento
La planta de cannabis tiene tantas cadenas de valores que el desafío de Agrogenética Riojana fue definir cuál sería la mejor estrategia. El enfoque, asegura Enrici, fue desde el inicio multidisciplinario e involucró a distintos actores como las universidades, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), a especialistas en producción y a la sociedad civil. Se lo consideró “una herramienta de desarrollo para La Rioja”.
Esta sociedad anónima con participación estatal mayoritaria empezó a funcionar hace 12 años como un centro de biotecnología que, a través de productos y servicios, investigación y desarrollo, se especializó en la cadena de valor agrícola de la provincia. “El objetivo siempre fue buscar la genética de los cultivos que se hacen en La Rioja para que las producciones tengan una base genética sólida y eso garantice el rendimiento y la rentabilidad”, explica.
Uno de los problemas que tenía la provincia, según Enrici, era la falta de un ente tutor en materia de desarrollo genético y plantaciones: “El productor asumió un rol que no le correspondía a él sino a las universidades o al Gobierno: el de investigador”. Cuenta que se buscaban y copiaban modelos extranjeros que después no se adaptaban al lugar y “como consecuencia en La Rioja se plantaron, por ejemplo, 3.000 hectáreas de jojoba y ninguna funcionó porque no era el lugar”.
Enrici también se ilusiona con las ventajas regionales respecto del escenario mundial: “Podemos ser competitivos con países del norte de Europa o Canadá que tienen regulado el cultivo de cannabis pero sus climas son fríos”.
Aproximadamente entre 60 y 70 millones de pesos asegura Enrici que fue la inversión en Agrogenética para el cultivo, la línea de extracción y también la investigación y desarrollo, ya que la empresa se asoció con profesionales para analizar proyectos en distintas áreas. Y agrega: “El proyecto es mucho más fuerte en lo institucional” que en el volumen de la inversión.
Una planta, cientos de oportunidades
“Siempre lo digo, a lo largo de la historia el cannabis acompañó a la humanidad en alimentación, en medicina, en industria y en recreación. A partir del avance de la biotecnología, hoy tiene más de 500 usos: podés hacer una fibra textil, un papel, un material de construcción, un biocombustible, un alimento, un medicamento, un uso veterinario y cosmético”, enumera Enrici.
Y hay otras posibilidades. Por ejemplo, en la industria del cáñamo. La prohibición histórica de su cultivo (debido a que es una subespecie del cannabis con bajo contenido del psicoactivo THC que se usa para el llamado fin recreativo) significó un perjuicio para desarrollar distintas industrias. Aunque todavía se espera con ansias la reglamentación de la ley N.° 27.669, que aportará claridad sobre algunos grises, lo cierto es que ahora también se abre el camino para el desarrollo de la industria cañamera.
El ingeniero riojano, referente en el estudio del cannabis, dice que siempre se buscó la impronta científica para deconstruir la mirada en torno a la planta. “El cannabis tiene una virtud que nadie puede desacreditar, porque hoy muchas personas tratan a familiares por alguna patología y te dicen que les cambió la calidad de vida. Siempre hablamos de un uso responsable”, sentencia.
Agrogénetica empezó el proceso de elaboración del aceite propio en mayo. En el laboratorio la mayor parte del personal son mujeres. “Acá hacemos la maceración, destilación y descarboxilado (proceso para desprender el ácido de la molécula de cannabinoides para su uso medicinal)”, explica la auxiliar del laboratorio Mariana Brega. Todo ese proceso de producción, asegura, tiene trazabilidad desde las flores trituradas hasta la resina obtenida.
Será de distribución gratuita para pacientes de La Rioja inscriptos en el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN), que autoriza a las personas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos. También se entregará por lotes a institutos que trabajen con discapacidad en las infancias, a escuelas especiales y consultorios de pediatría u hospitales que tengan profesionales que lo prescriban.
“Queremos atender a la población vulnerable que realmente lo necesita, después escalaremos para insertar el producto en el mercado nacional y obviamente estará en venta en farmacias locales para el que quiera utilizarlo”, proyecta Enrici. El ministro Bazán anticipó que se harán alianzas con laboratorios públicos y privados.
El presidente de Agrogenética Riojana asegura que el mayor apoyo al proyecto es de la juventud. “Hoy está legitimado por la sociedad y muchas personas se acercan a preguntar cuándo estará el aceite o para conocer las plantaciones. Que hoy tengamos en la provincia estudiantes de 10 o 12 años discutiendo en ferias de ciencias sobre los beneficios del cannabis para la salud y su uso responsable habla de una transformación generacional”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.