Cascos Verdes de Argentina trabaja por la inclusión de personas con discapacidad intelectual en el ámbito universitario. Lo hace a través de convenios con universidades de Buenos Aires y Salta, donde los estudiantes de los programas de esta ONG se forman para ser educadores ambientales. Como parte de sus prácticas, participan en capacitaciones en empresas y escuelas de la Ciudad de Buenos Aires.
La organización, que cumple 15 años, realiza hasta el domingo 30 de octubre su campaña anual de recaudación Derribando Barreras 2022 y también acaba de lanzar el microdocumental Soy, que se puede ver en YouTube. Su objetivo es recaudar 2 millones de pesos para becar a 15 estudiantes en 2023. También recibe donaciones durante todo el año a través de su página web.
Javier Ureta, el fundador de Cascos Verdes, era en 2006 un estudiante de Ingeniería Industrial, que se preguntaba por qué no había personas con síndrome de Down ―como el hermano de su mejor amigo― en las universidades. Entonces, creó esta iniciativa que beca a personas con discapacidad intelectual para formarse gratuitamente en los programas de estudio creados, desarrollados y dictados por profesionales de Cascos Verdes.
Actualmente, son siete las casas de estudios aliadas que prestan sus instalaciones y apoyan esta iniciativa. La primera en recibir a los nueve estudiantes con los que se puso en marcha el Programa de Educación Ambiental (PEA) fue la Universidad Católica Argentina, luego se sumaron la Universidad San Andrés, la Austral, la Torcuato Di Tella, la Católica de Salta, Del Salvador y la UADE. Al día de hoy, 560 personas ya egresaron del PEA y 85.000 asistieron a alguna de las 1500 capacitaciones brindadas.
“Estamos en un momento de pleno crecimiento, en el que buscamos ampliar nuestro alcance y visibilizar el impacto que nuestros programas tienen en la vida de quienes participan”, dice Lucas Puente, director ejecutivo de Cascos Verdes.
En el microdocumental Soy se puede ver a cuatro estudiantes y educadores que comparten sus experiencias. “Conocí Cascos por medio de internet, investigué de qué se trataba, me pareció bueno. Fui a la entrevista y me aceptaron, me puse muy contenta. El primer día sentí muchas emociones, alegría, ansiedad. Ahora soy estudiante de cuarto año. Haber pasado por Cascos me ayudó a conocerme más, mis fortalezas y debilidades, para poder seguir adelante”, dice Luciana Salvia, una de las protagonistas del documental.
“Tengo más autonomía y mejor manejo del público y relación con las personas, algo que me apasiona. Disfruto mucho de ser alumna y me siento inmensamente feliz viendo cómo nos ayudamos entre compañeros para superarnos y derribar barreras todos juntos como grupo”, agrega Eliana Zuccarino, egresada. Mientras que Jonathan Henze, educador, dice: “No me imaginaba ir a la universidad y cuando
llegó el momento me emocioné mucho. No pensé que iba a llegar, no lo veía posible. Cuando terminé me puse muy contento. Me gustaba tener un diploma. Mucha gente me decía ‘no lo vas a poder hacer’ y lo hice. Ahora soy educador ambiental y me gusta dar capacitaciones”.
Protagonistas del cambio ambiental
El PEA es la principal propuesta educativa que ofrece Cascos Verdes. Se cursa durante cuatro años, de abril a noviembre, dos veces por semana, dos horas y media por día. Los días y horarios de cursada dependen de cada universidad.
El programa aborda diferentes contenidos ambientales ―como agua, energía, recursos naturales, ecología, calentamiento global, las tres R (reducir, reutilizar y reciclar) y sustentabilidad― y brinda herramientas y técnicas que favorecen el desarrollo de habilidades sociales. Las clases son dictadas de forma presencial por profesionales de Cascos Verdes y se complementan con visitas educativas y talleres para relacionar la teoría con la práctica.
En los dos últimos años, los alumnos realizan prácticas en las que capacitan grupos en instituciones públicas y privadas. Al término de cada programa, reciben un título honorífico (no oficial) de educador ambiental firmado por los directivos de Cascos Verdes y por el rector de la universidad en la que se cursó el PEA.
El programa no garantiza una salida laboral, pero allana el camino hacia el primer empleo, como en el caso de Azul Ketelhohn, quien hoy realiza trabajos administrativos en una empresa, donde la ONG hizo el acompañamiento para su inserción en el mundo del trabajo.
“Las actividades teóricas y prácticas se enriquecen con el trabajo en red con otras instituciones, como AYSA o el CEAMSE, entre otras”, dice Juana Pérez Cobo, responsable de Programas de Cascos Verdes.
Al mismo tiempo, la ONG se propone potenciar su otra opción educativa, que nació durante el aislamiento social impuesto por la pandemia de COVID-19: el curso de educación ambiental (CEA), que dura dos años y se brinda de manera virtual dos veces por semana.
“Adaptamos nuestra propuesta al formato virtual para que ninguno de nuestros alumnos se quedara en el camino en el momento del aislamiento social. Sabíamos que era fundamental adaptarnos y no
frenar en el momento en que todo frenó. Así lo hicimos, y en 2020 casi 170 personas con discapacidad intelectual por primera vez estaban estudiando sobre cambio climático o energía de forma remota”, señala Puente.
Este curso virtual forma a los alumnos en temáticas ambientales y en el uso adecuado y práctico de diferentes herramientas tecnológicas, y promueve el desarrollo de habilidades sociales y autonomía. Al finalizar el curso, se recibe un título honorífico de referente ambiental.
Puente anticipa: “Soñamos con que Cascos Verdes esté en cada universidad de nuestro país y también con una propuesta virtual que trascienda fronteras. Creemos firmemente que las universidades tienen una oportunidad enorme para ser cada vez más protagonistas de una verdadera inclusión para que cualquier persona con discapacidad pueda estudiar sin barreras, por eso estamos trabajando en acompañar e impulsar ese cambio de paradigma desde nuestro lugar. En los próximos años, nuestro foco va a estar en exportar Cascos Verdes a distintos países”.
Además, Cascos Verdes va a escuelas de la Ciudad de Buenos Aires para capacitar sobre separación de residuos, consumo responsable y cambio climático. “Se generan muy lindos encuentros entre los alumnos de las escuelas y los estudiantes de Cascos Verdes. Durante 2021, nuestros estudiantes capacitaron a más de 40 escuelas, concientizando a más de 700 alumnos”, apunta Pérez Cobo.
También está el Programa Empresas Verdes, con las compañías que apoyan los PEA con becas para los estudiantes, a las que se les ofrecen capacitaciones por parte de los educadores ambientales y planes integrales y personalizados de acompañamiento en temáticas de inclusión y de cuidado ambiental.
Constanza Gorleri, gerente de Sustentabilidad de Banco Galicia, destaca la experiencia de participar en las capacitaciones: “Reducir, reutilizar y reciclar son acciones que todos debemos llevar adelante, no solamente en nuestros espacios de trabajo, sino también en nuestra vida cotidiana. En este sentido, contar con la ayuda de Cascos Verdes no solamente nos permitió organizar nuestros papeles y archivos en la Torre Galicia, sino que también nos formó en la correcta separación de residuos y en la importancia de reciclar aquello que ya no usamos. Fue una jornada intensa pero muy enriquecedora en donde cada uno de nosotros tomó conciencia de la importancia del cuidado ambiental”.
Puente destaca el sentido general de la propuesta: “Hay un gran trabajo que tenemos que hacer como sociedad para que las personas con discapacidad puedan vivir una vida plena e independiente”. Y subraya Pérez Cobo: “Los estudiantes de Cascos Verdes asumen un rol activo como agentes de cambio. Mediante estas acciones se logra una fuerte inclusión social, al ser las personas con discapacidad intelectual quienes toman el rol de educar y concientizar a la comunidad sobre el cuidado ambiental. Gracias al desarrollo de estas acciones se derriban mitos sobre la discapacidad intelectual”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.