Un modelo terapéutico propone talleres de circo, skate y música para desarrollar el potencial de las personas con discapacidad

Portales de Inclusión es un espacio que nació hace algo más de un año en la ciudad bonaerense de Campana. Su creador, el psicólogo y profesor de Educación Especial Gustavo Paredes, logró algo inusual en el sistema argentino: que una obra social reconociera entre las prestaciones las actividades que combinan prácticas de circo, skate y música con acompañamiento psicológico

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“No quería repetir una cultura para pocos”. Gustavo Paredes se quedó sin trabajo durante la pandemia. Profesor de Educación Especial y psicólogo, consideró que, con las puertas de los colegios cerradas, era el momento de llevar adelante su proyecto personal para promover el desarrollo de las personas con discapacidad. Y así plasmó años de estudios en un modelo que hace de actividades como el skate, la música o el circo mucho más que pasatiempos: las usa como terapias, en el marco de un espacio que fundó en la ciudad de Campana y que llama Portales de Inclusión.

Paredes explica que, aunque este tipo de talleres no suelen considerarse terapias, logró que una destacada obra social se hiciera cargo de las prestaciones. “No es algo habitual, pero hay una fundamentación profunda por detrás del pedido que hice”, introduce.

El modelo ideado por Paredes se basa en el llamado “paradigma social de la discapacidad”. En este marco, se entiende la discapacidad como una situación generada por barreras de la sociedad, algo que se contrapone con el llamado “paradigma biologicista”, que la define como una deficiencia de la persona. El paradigma social de la discapacidad es en el que se basa la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, sancionada en 2008 por Naciones Unidas, que la Argentina aprobó por ley en 2008 y a la que dio rango constitucional en 2014.

Según Paredes, las prestaciones que reconocen las obras sociales, contempladas en la Ley 24.901, se corresponden con un paradigma biologicista. “Mi planteo a la obra social fue que el tipo de talleres que hacemos —skate, música y circo— se circunscriben en el paradigma social”, contrapone el psicólogo, quien volcó sus fundamentos teóricos en un texto que publicará próximamente la revista de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis).

Gustavo Paredes (izquierda) junto a Sebastián Giuliano (centro), que asiste a uno de los talleres de skate que organiza este profesor de Educación Especial y psicólogo; a la derecha, Tatiana Vega, quien participa en el taller de circo. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)
Gustavo Paredes (izquierda) junto a Sebastián Giuliano (centro), que asiste a uno de los talleres de skate que organiza este profesor de Educación Especial y psicólogo; a la derecha, Tatiana Vega, quien participa en el taller de circo. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)

Metodología

A los talleres de skate (que se hacen en un skate park de Campana), música y circo (ambos en un salón de usos múltiples, en la sede de Portales de Inclusión) asisten personas con distintas discapacidades, desde motrices hasta intelectuales, que tienen entre 4 y 28 años. Además, Portales de Inclusión brinda terapia psicológica en consultorios y un taller de redes sociales (a cargo del propio Paredes).

¿Qué significa desarrollar talleres terapéuticos con un enfoque social de la discapacidad? “En lugar de trabajar desde el aislamiento, las debilidades y la sobreadaptación, como ocurre en el enfoque clásico, lo hago sobre proyectos de vida, en los espacios públicos, poniendo el foco en las fortalezas de la persona”, explica el fundador de Portales de Inclusión, quien, además de coordinar el espacio, atiende como psicólogo en uno de los consultorios de la organización.

“No trabajamos sobre la rehabilitación de un músculo, sino en una persona, que es un ser social. Por eso, tenemos que tener en cuenta su deseo y su proyecto de vida”, se explaya Paredes. Y amplía: “Si le enseñás a alguien a caminar y logra caminar pero no tiene en cuenta su proyecto de vida, o no se logra aumentar la autoestima o no se favorece su inserción social, no se está trabajando en el paradigma social. Se habla mucho de este paradigma pero los prestadores no cambian sus formas de trabajar”.

Tatiana Vega, quien tiene una discapacidad motriz desde los 6 años, realiza en el taller de circo  múltiples ejercicios que la ayudan a mejorar su flexibilidad y su postura (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)
Tatiana Vega, quien tiene una discapacidad motriz desde los 6 años, realiza en el taller de circo múltiples ejercicios que la ayudan a mejorar su flexibilidad y su postura (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)

¿Cómo se traducen estos postulados a la praxis? Un ejemplo es el de Tatiana Vega. Ella tiene 18 años y una discapacidad motriz a raíz de un accidente que sufrió a los seis. Se moviliza en silla de ruedas o (para distancias cortas) bastones canadienses. Ella participa del taller de circo, donde aprende movimientos en el trapecio y de acrosport (una combinación de acrobacias y coreografías) y practica ejercicios posturales, de flexibilidad, equilibrio y agilidad. “En lugar de decirle lo que le falta a su cuerpo, ponemos el acento en un cuerpo que puede disfrutar, que sabe hacer cosas, que puede mostrarse y del cual puede estar orgullosa. Desarrollamos sus potencialidades. Podés tener una condición motriz determinada pero eso no tiene porqué limitarte”.

Paredes señala que todas las actividades tienen una mirada terapéutica. “Soy psicólogo y quiero que las personas sean felices. Y la realidad es que la terapia convencional no hace felices a las personas con discapacidad, porque están focalizadas en lo que no tienen y esto crea una autoestima baja, una personalidad sobreadaptada”, asegura. Y agrega: “Lo que se busca es tomar la condición de la persona y darle significado. Por eso, cada taller se construye según lo que la persona va queriendo”.

El andador de Sebastián Giuliano (a la izquierda) ―quien además de parálisis cerebral tiene una discapacidad auditiva― se adaptó para el taller de skate. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)
El andador de Sebastián Giuliano (a la izquierda) ―quien además de parálisis cerebral tiene una discapacidad auditiva― se adaptó para el taller de skate. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)

Talleres

Santiago Martín Reinas es un skater que participa en certámenes internacionales y es quien tiene a cargo el taller de skate, en el cual participan personas con discapacidades tan distintas como parálisis cerebral, acondroplasia o autismo. En este espacio, estudiantes del Profesorado de Educación Especial de Campana desarrollarán prácticas profesionales.

Este taller, destaca Paredes, tiene el beneficio adicional de realizarse en un espacio público, lo que ayuda a las personas con discapacidad a salir del aislamiento en el cual se desarrollan la mayoría de sus terapias.

Uno de los asistentes es Sebastián Giuliano, de 25 años, quien tiene hipoacusia y parálisis cerebral. “La gente lo ve como alguien que, porque está en silla de ruedas, no puede hacer cosas. Practicar skate le ha ayudado a saber cuánto vale, a sentir que se supera, que puede hacer muchísimas cosas, como practicar un deporte”, cuenta Fernanda, su madre. Para que su hijo practique skate, debieron adaptar su andador.

El taller de música de Portales de Inclusión está a cargo de Hernán Fitenco (derecha), profesor de música y estudiante avanzado de Fonoaudiología. En la imagen está junto con Danilo Castro, participante del taller. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)
El taller de música de Portales de Inclusión está a cargo de Hernán Fitenco (derecha), profesor de música y estudiante avanzado de Fonoaudiología. En la imagen está junto con Danilo Castro, participante del taller. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)

Los talleres de circo están a cargo de Ruth González (profesora de Educación Especial) y Antonella Russo (psicóloga), y el de música lo lleva adelante Hernán Fitenco, profesor de Música a punto de recibirse de fonoaudiólogo.

Ni Reinas ni Russo cuentan con formación específica en discapacidad, pero para Paredes esto no es un impedimento. “Yo puedo leer sobre síndrome de Down todos los libros que existan. Pero eso no me va a decir nada de Juancito: no me va a contar su historia de vida, lo que le gusta, lo que no le gusta. Estudiar te da conceptos generales para aplicar, pero conocés con el contacto. Por supuesto, yo oriento las prácticas según lo que estudié, pero eso no significa que no se pueda dictar un taller sin una formación específica en discapacidad”.

Martín Peretta, un joven con acondroplasia en el skate park de Campana donde se lleva adelante una de las experiencias de Portales de Inclusión. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)
Martín Peretta, un joven con acondroplasia en el skate park de Campana donde se lleva adelante una de las experiencias de Portales de Inclusión. (Imagen: gentileza Portales de Inclusión)

“Hay personas a quienes les ha ayudado muchísimo encontrarse con el deseo y también a insertarse socialmente”, resume Paredes.

Una de estas personas es Tatiana, la joven que participa del taller de circo mientras cursa su último año de la secundaria. “Me cambió completamente la vida: es una terapia distinta, que me hace salir de la rutina y no la siento como una obligación”, dice. Ella explica que más allá del disfrute, las prácticas de circo le aportan beneficios a su postura, su fuerza muscular y, fundamentalmente, le dan “paz mental”. Además, este sencillo taller ha cambiado su manera de pensar de sí misma: “Ahora entiendo que la discapacidad está en quien me mira, no en mí”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.

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