Para reducir los embotellamientos, Luxemburgo abrió en 2017 un tranvía desde el sur de la capital hasta su aeropuerto en el norte. El problema era grande y no se terminaba con esa medida aislada: un año después, una encuesta mostró que los autos en este pequeño ducado eran el medio de transporte del 47% en los viajes de negocios y el 71% en los de ocio. Con 696 autos por cada 1.000 habitantes en 2020, Luxemburgo era el país número 1 en caos de tránsito en la Unión Europea. Y aún lo es. Casi nueve de cada diez hogares luxemburgueses tienen un coche; una de cada diez familias tiene tres o más.
Por eso, dicen que uno puede recorrer Luxemburgo en dos horas, contemplando viñedos junto al río Mosela en el este, los valles de las Ardenas en el norte y pueblos de castillos y granjas en el centro… pero también uno puede pasar ese tiempo yendo o viniendo del trabajo por la congestión del tráfico.
Para intentar resolver este problema, en marzo de 2020 se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer transporte público gratuito de ómnibus, trenes y tranvías. “El Gobierno quiere que Luxemburgo se convierta en un laboratorio para la movilidad”, dijo entonces el ministro de Movilidad y Obras Públicas, François Bausch. Su objetivo era tener un 20% más de pasajeros en el transporte público en 2025.
También una medida social
Luxemburgo es un ducado situado entre Alemania, Bélgica y Francia; y uno de los Estados soberanos más pequeños de Europa, pero también es uno de los cuatro asientos de la Unión Europea (incluido el Tribunal de Justicia Europeo). Su población es de 614.000 personas, con salarios altos. Casi la mitad son extranjeros. La fuerza laboral creció de 161.000 en 1998 a 427.000 en 2018, impulsada en parte por un aumento del 168% en la cantidad de trabajadores transfronterizos. Hoy hay 214.000 trabajadores extranjeros diarios.
Aunque Luxemburgo tiene el salario anual promedio más alto de todos los Estados europeos (mejor incluso que los de Mónaco y Liechtenstein), la pobreza está aumentando: el 10 % inferior vive con un promedio de 1.011 euros por mes, y el 13 % de los trabajadores y casi el 10 % de los jubilados están en riesgo de pobreza.
“Es también una medida social”, dijo el ministro Bausch al anunciar el plan de transporte público gratuito. “El objetivo es detener la creciente brecha entre ricos y pobres. Para las personas con salarios bajos, los gastos de transporte son importantes. Por lo tanto, es más fácil hacerlo gratis para todos”.
Los ingresos por los pasajes de 2 euros habían ascendido en 2020 a 41 millones de euros, equivalentes al 8 % del presupuesto anual de transporte de Luxemburgo (que es de 500 millones de euros). Desde entonces, el transporte público pasó a financiarse a través de los impuestos nacionales. “Por supuesto, solo porque lo llame transporte gratuito no significa que nadie pague”, dijo el ministro Bausch.
Resultados
Roma probó con colectivos gratuitos en 1971; Austin, en 1989 y 1990; Kansas City, desde 2020. La capital de Estonia, Tallin, introdujo el transporte público gratuito en 2013 para los residentes y su Gobierno no descartó extender el régimen a no residentes, pero no quiere pagar los 20 millones de euros extra que costaría. La ciudad de Dunkerque, en el norte de Francia, también introdujo viajes gratuitos en 2018 e informó un aumento en el número de pasajeros. Fue tal el éxito que llamó la atención de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Como promesa de campaña, en 2020, ella propuso introducir en el sistema de transporte viajes gratis para menores de 18 años. Antes había planteado la idea de un transporte gratuito para todos los parisinos, pero eso resultaría en un costo de alrededor de 500 euros por hogar por año, lo que se considera demasiado caro.
Según una nota de Bloomberg, es fácil ver el atractivo de estas políticas para los Gobiernos que buscan formas de reducir las emisiones de carbono y ayudar a los residentes afectados por los altos precios de la nafta. Pero en Luxemburgo hubo críticos al plan. Decían que el transporte público gratuito no resolvería el problema de la cantidad de autos circulando, porque Luxemburgo tiene salarios altos y precios de combustible bajos (el diésel más barato de la Unión Europea y el gas más barato de Europa Occidental), y por eso la gente compra vehículos. Esto, sumado a que muchos de los que viajan desde los países vecinos (el 46 % de la fuerza laboral de Luxemburgo: 110.000 llegan desde Francia, y 50.000 de Alemania y de Bélgica) viven en áreas sin transporte público eficiente, por lo que se creía que seguirían conduciendo.
Pero, dos años después de su implementación, empiezan a verse resultados: el transporte público libre funciona, el tráfico se ve menos denso y para los pasajeros el sistema es más fluido. La sensación de libertad es real: el dueño de un café situado a unos minutos de la estación central de la ciudad de Luxemburgo le dijo a Bloomberg que los jóvenes, y su hijo adolescente en particular, están usando esta política para ir de excursión por todo el país y descubrirlo en formas que antes no habrían sido posibles. Para otros pasajeros, los ahorros en costos son significativos: 500 euros al año o más.
Y, hasta ahora, el transporte gratuito atrajo una gran atención internacional. “Si el país hubiera lanzado una campaña promocional, habría costado millones”, dijo a BBC el economista Michel-Edouard Ruben. “Con este anuncio, Luxemburgo acaba de lograr una campaña publicitaria mundial gratuita”.
___
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.