El pasado 23 de julio, el luchador de artes marciales mixtas Paddy Pimblett, de Liverpool, se impuso en una pelea de la UFC Londres con una victoria por sumisión en la segunda ronda. Pero eso no fue lo que marcó su noche, sino las palabras que dijo frente a los micrófonos, luego de la muerte de un amigo suyo que se suicidó, para alentar a que los hombres hablaran sobre sus sentimientos. Pimblett, de 27 años, contó que recibió una llamada en la que le informaron sobre el fallecimiento de su amigo el viernes por la mañana, cinco horas antes del pesaje.
“Hay un estigma en este mundo de que los hombres no pueden hablar”, dijo ante el micrófono, a la multitud. “Escucha, si eres un hombre y tienes un peso sobre tus hombros… por favor habla con alguien, habla con cualquiera. Por favor, deshagámonos de este estigma y, hombres, comiencen a hablar”. En un abrir y cerrar de ojos, el mensaje se hizo viral.
Por otro lado, según un estudio de Rajiv Tandon, director del Departamento de Psiquiatría en la Universidad Homer Stryker de Michigan, al comienzo de la pandemia varios expertos en salud mental advirtieron al mundo que había que prepararse para un aumento de las tasas de suicidio, utilizando frases como “tsunami de suicidios” y “doble pandemia de suicidio y COVID-19″. “Las organizaciones internacionales intervinieron con recomendaciones sobre cómo abordar este inminente desafío de salud pública”, escribió Tandon.
Aunque no hubo un aumento significativo en esas tasas durante el peor momento de la pandemia, Tandon sostiene: “En vista del importante problema de salud pública ya preexistente del suicidio en Asia y el resto del mundo y las muchas consecuencias probables de las pandemias virales, que se sabe que aumentan las tendencias suicidas, llamar la atención sobre este tema parece apropiado”.
La atención al suicida y a las crisis de salud mental en general parece estar evolucionando estos meses finales de la pandemia; en los Estados Unidos ―por ejemplo ― desde el pasado 16 de julio para comunicarse con la tradicional lifeline (la línea nacional de prevención del suicidio) solo se necesitan tres dígitos: 988. Antes eran once dígitos: 1-800-273-TALK (8255). La red de respuesta sigue siendo la misma: más de 200 centros que responden llamadas, chats y mensajes de texto de personas en crisis.
¿Por qué los Estados Unidos necesitan el 988? La tasa de suicidio subió casi un 30 % desde 1999 y —según la organización Vibrant Emotional Health, que participa en la gestión de la línea telefónica de auxilio— aumentó en 49 de los 50 Estados durante la última década. Solo entre 2016 y 2017, hubo un crecimiento del 10 % en los suicidios de jóvenes de 15 a 24 años. Una de cada cinco personas mayores de 12 años tiene algún padecimiento de salud mental. El suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes y la décima causa principal de muerte de la población general. Solo en 2018, fallecieron más estadounidenses por crisis de salud mental y abuso de sustancias que los que han muerto en combate en todas las guerras combinadas desde la Segunda Guerra Mundial. Y solo en 2020, en los Estados Unidos hubo una muerte por suicidio cada 11 minutos.
Sin embargo, el suicidio suele ser prevenible. En un año, por cada persona que se causa la muerte hay 316 que lo consideran pero no lo concretan. Y más del 90 % de quienes lo intentaron alguna vez, luego continúan viviendo sus vidas.
El 988 es un número más fácil de recordar en medio de una crisis de salud mental y es similar al 911 para emergencias médicas. “Uno de los objetivos del 988 es garantizar que las personas tengan la ayuda que necesitan cuando la necesitan, donde la necesitan. Y así, cuando una persona llama al 988, puede esperar tener una conversación con un experto en crisis capacitado y compasivo”, dijo Miriam Delphin-Rittmon, directora de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias del Departamento de Salud y Servicios Humanos (SAMHSA, por su sigla en inglés), a CNN. “Parte del objetivo es, cuando sea posible, minimizar el contacto o la conexión innecesarios con los departamentos de policía cuando lo que una persona necesita es conectarse con un trabajador de crisis o con cualquier persona dentro del sistema de atención de salud mental y de salud del comportamiento”.
Un número simple
Los tres dígitos son una solución utilizada a lo largo del mundo, incluida la Argentina. En Tucumán, en octubre pasado, se lanzó una línea de salud mental: la 138. Y las líneas de emergencias y que atienden problemas masivos suelen ser de tres dígitos: 911 (para delitos, accidente de tránsito, incendios, etcétera), 107 (el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dispuso esta línea para cualquier síntoma de COVID o duda), 144 (para la atención, contención y asesoramiento en situaciones de violencia de género).
“Durante toda esta etapa de pandemia hemos visto que se han presentado diferentes fluctuaciones”, dijo Walter Sigler, de la Dirección de Salud Mental de Tucumán, a Radio Independencia. “No es lo mismo hablar de la conducta humana antes de la vacunación que durante la vacunación. No es lo mismo hablar de los efectos de la salud mental cuando veíamos la pandemia declarada en el mundo pero muy lejana en nuestro continente y cuando ya estaba instalada aquí en Tucumán”.
Mientras tanto y de cara al futuro, en los Estados Unidos, Bob Gebbia, director ejecutivo de la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, opinó ante CNN que “una gran preocupación es que la demanda podría superar la capacidad muy rápidamente y estos centros se verán abrumados; cuando eso sucede, las llamadas se interrumpen, los tiempos de espera aumentan y las personas que están del otro lado y tienen problemas no obtienen la conexión que necesitan”.
La línea estadounidense recibió 3,6 millones de llamadas, chats y mensajes de texto en 2021, y se espera que ese número se duplique en el primer año después de la transición al 988.
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