Una editorial brinda herramientas de educación sexual para cualquier persona que cuide y trabaje con niñas, niños y adolescentes

La educación sexual, dentro y fuera de las aulas, sigue siendo un tema lleno de sobreentendidos, miedos y conflictos. La cooperativa Chirimbote se propuso brindar recursos no solo a docentes sino también a madres, padres y cualquier persona adulta que trabaje y cuide a niños, niñas y adolescentes en diferentes ámbitos. El resultado son talleres en los que se generan recursos para abordar temas de manera simple, clara y limando asperezas

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La editorial Chirimbote alcanzó popularidad cuando lanzó las colecciones que la identifican: Antiprincesas y Antihéroes, libros para niños, niñas y adolescentes que ponen en valor historias de mujeres, heroínas de las guerras de la independencia generalmente olvidadas o marginadas en los libros de historia, artistas, activistas y, también, varones, íconos de luchas sociales y figuras de la cultura popular. A partir de esta identidad, construyó toda una comunidad. Su iniciativa más reciente son talleres que aportan herramientas para abordar la educación sexual integral (ESI) en las aulas y en otros ámbitos donde sigue siendo un tema difícil y que genera miedos y conflictos.

Chirimbote se define en su sitio web como “una editorial independiente que promueve nuevas miradas y enfoques de la vida y el mundo”. Se organiza como una cooperativa autogestiva que promueve “prácticas de comercialización justas y respetuosas”. Pone el foco “en el vínculo con docentes, instituciones educativas, organizaciones sociales y medios comunitarios como única forma de expandir obras e ideas contraculturales”.

Fue para afianzar este vínculo que, además de publicar títulos relacionados con la educación sexual integral (ESI) desde la niñez y con la ESI con perspectiva travesti trans, entre otros temas de una largo catálogo, este año comenzó a ofrecer el taller Infancias y adolescencias libres. ESI para la igualdad en la diversidad. Está dirigido a docentes pero también a personas adultas que se vinculen con niños, niñas y adolescentes en otros ámbitos con el objetivo de brindarles herramientas para abordar la ESI.

Cecilia Checha Merchán, a cargo de los talleres y capacitaciones de Chirimbote: “A muchas personas les resulta difícil abordar temas de educación sexual integral y piden herramientas concretas”. (Imagen: gentileza Chirimbote)
Cecilia Checha Merchán, a cargo de los talleres y capacitaciones de Chirimbote: “A muchas personas les resulta difícil abordar temas de educación sexual integral y piden herramientas concretas”. (Imagen: gentileza Chirimbote)

“Participaron personas de todo el país: que trabajan en un barrio, en un comedor, en una biblioteca popular, en escuelas. Madres, padres”, cuenta Cecilia Checha Merchán ―exdiputada nacional y exsecretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad―, que trabaja en los talleres, capacitaciones y encuentros de la editorial.

Este espacio de encuentro surgió para generar un intercambio con personas a cargo de niños y niñas en diferentes espacios, “para empezar a aportar y a enriquecer la mirada de la ESI”, dice Merchán. “La primera etapa consistió en tratar de abordarla desde una perspectiva no binaria porque creemos que la forma más fuerte en la que todavía se la trabaja es binaria. Y necesitamos darle a la educación sexual perspectiva de diversidad y brindar la posibilidad de entender todas las formas de ser y de vivir la sexualidad o nuestro propio género”, explica.

Con ese objetivo y unas 80 personas de diferentes partes del país e incluso de Chile, Uruguay, Paraguay e Italia en cada taller, se brindaron los primeros dos encuentros de manera virtual en los que participaron Pía Ceballos y Santiago Merlo, activistas del colectivo LGTBIQ+ como talleristas. “Fue muy significativa la posibilidad de participar, de poner el cuerpo y compartir la experiencia”, dice Merlo, que es comunicador, educador, activista trans, presidente de la asociación civil La Casita Trans —que acompaña a niñeces y adolescencias trans, travestis y no binarias, en Córdoba— integrante de la Red de Paternidades Trans Argentina, entre otros espacios de los que participa.

“Además de recorrer los marcos normativos y lo conceptual —agrega— desmenuzamos lo que dice el programa de estudios nacional, cómo está enfocado en los distintos niveles. Y lo analizamos desde una perspectiva de derechos humanos, de géneros, que contemple todas las experiencias, todas las vivencias de nuestras identidades u orientaciones sexoafectivas. Fue muy movilizador ver cómo cada una de las cosas que propusimos implicaba para muchas personas del grupo atravesar una puerta y aprender mucho. Porque si bien hay una mirada muy general, cuando se participa de un taller federal junto a personas con distintas realidades, se puede profundizar y poner en diálogo todo eso que se viene construyendo desde las organizaciones sociales, desde espacios del Estado, desde organismos públicos o privados, desde centros vecinales, clubes”.

Chirimbote se popularizó por sus colecciones de libros Antiprincesas y Antihéroes y hoy ofrece otras instancias de formación y acompañamiento además de los libros. (Imagen: gentileza Chirimbote)
Chirimbote se popularizó por sus colecciones de libros Antiprincesas y Antihéroes y hoy ofrece otras instancias de formación y acompañamiento además de los libros. (Imagen: gentileza Chirimbote)

El desarrollo de identidades diversas en infancias y adolescencias genera en las personas responsables por su crianza, su cuidado y su educación la necesidad de formarse para “estar a la altura de las circunstancias y poder dar respuestas. Y si no las tenemos, acompañar y garantizar que la ley se cumpla y que eso signifique transformar una realidad”, sostiene Merlo. Y asegura que son los adultos y adultas quienes tienen la responsabilidad de garantizar la permanencia de niños, niñas y adolescentes trans y no binarios en el sistema educativo. Los talleres ofrecen herramientas para hacer ese acompañamiento.

Derribar prejuicios

Según Merchan lo que más vio en los talleres fue “una necesidad enorme de hablar los temas de manera simple, desde la propia experiencia”. “En uno de los talleres, personas de un grupo de Córdoba y otro de Santa Fe nos decían que era muy difícil para ellas abordar los temas y pedían herramientas concretas y simples que les ayudaran a instalar algunas discusiones o algunos cambios, algunas transformaciones. Creo que esa posibilidad de transformar el lugar en donde estamos es muy revolucionaria”, dice.

A partir de esos encuentros, “se formaron redes de pediatras para trabajar las infancias desde la ESI y desde la diversidad”, cuenta. También, redes de madres y padres que están acompañando la transición de hijos e hijas. Y participaron docentes que enfrentan dificultades para abordar la ESI y la diversidad en las escuelas e instituciones en las que trabajan. “Por eso, es importante este intercambio que aporta más herramientas. A veces alguien cuenta lo que hizo en su escuela, cómo lo llevó adelante o cómo abordó el tema sin que genere un conflicto y eso le sirve al resto”.

Muchas personas adultas que requieren herramientas para abordar la educación sexual integral no son docentes, pero sí trabajan con niños, niñas y adolescentes en otros ámbitos, como clubes o comedores
Muchas personas adultas que requieren herramientas para abordar la educación sexual integral no son docentes, pero sí trabajan con niños, niñas y adolescentes en otros ámbitos, como clubes o comedores

Merlo también señala que los desafíos para los y las docentes están en qué espacio tiene la ESI en los contenidos de la planificación anual y de qué manera se transmiten cuando los espacios son reticentes a determinados temas. En los debates se advierte que sigue faltando conocimiento para desarrollar esos contenidos en clave de derechos humanos, de diversidad y géneros. Pero también surgen cosas inesperadas.

“Cuando hablamos de identidades trans y de la diversidad en general, hay un velo que se cae y nos encontramos mirándonos, reconociéndonos y acompañándonos. Hay personas que vinieron con la idea de llevarse un recurso, una herramienta, y terminaron compartiendo algo de su vida personal, de su familia o de su entorno y eso también es muy válido. Y es muy valorable que suceda delante de desconocidos en el marco de una taller porque significa que se sintieron tan interpeladas que ese espacio terminó generando un descubrimiento o un autodescubrimiento. La educación sexual tiene eso: habilita la palabra, nos permite expresar un sentimiento, poner sobre la mesa todo lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos. Es un caminar pero no es un destino. Es, justamente, parte del viaje”.

Cuando se trabaja para derribar barreras y prejuicios, también caen los propios. Así se expresa en dibujos, poesías, algún video, que son algunos de los materiales que surgen al final del taller, cuando se les propone a quienes participan que produzcan un material en cualquier formato.

La implementación de la ESI en la educación formal todavía genera muchos sobreentendidos y temores con respecto a los contenidos que se ofrecen a los niños, niñas y adolescentes; la formación para adultos busca derribar prejuicios y disolver conflictos
La implementación de la ESI en la educación formal todavía genera muchos sobreentendidos y temores con respecto a los contenidos que se ofrecen a los niños, niñas y adolescentes; la formación para adultos busca derribar prejuicios y disolver conflictos

“Lo que nos falta y sigue siendo un desafío es cambiarnos el chip cultural y la manera de hacerlo es con información, con capacitaciones, con encuentros, con charlas. Sobre todo con experiencias”, dice Merlo y propone una mirada que trascienda las posiciones muy cerradas: “Creo que hay que entender que también podemos errar, que hay una coeducación, es decir que aprendemos juntos porque la ESI nos pone contra el pizarrón, contra las cuerdas, no tenemos respuestas para todas las cosas. En tan dinámico que todo el tiempo es necesario hacernos preguntas y revisar. Quizás las prácticas que pueden parecernos las adecuadas están siendo expulsivas o invisibilizando la experiencia de alguien que puede dejar de asistir a clase o de ser parte de una comunidad educativa. Debemos pensar cómo transformamos la comunidad en una comunidad afectiva con lugar para todas las personas. Trascender lo que hemos aprendido, pensar otras maneras, buscar otros recursos. No todas las niñeces y adolescencias son acompañadas de la misma manera y estos procesos personales necesitan que todos, todas, todes, hagamos nuestro esfuerzo desde el lugar en el que nos toca contar la historia y desde el que nos toca también transformarla”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.

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