Ralf Niedenthal decidió estudiar Musicoterapia para unir su pasión (la música) con su deseo de ayudar a las personas. Cuando cursaba el último año de la carrera, durante las prácticas, se encontró con gente en sillas de ruedas que le decían cuánto les gustaría hacer música, pero que no podían por su discapacidad. “Yo pensaba que no podía ser, que la música es muy accesible. Con la voz, con el cuerpo o con un instrumento, se puede. Me dije: ‘Hay que buscar la forma’”, recuerda.
“Me interesaba trabajar en cómo con ciertas adaptaciones personas con movilidad reducida u otra discapacidad podían hacer música, y esto las hacía felices a ellas y a sus familias”, cuenta.
Aquel interés y acercamiento inicial de Niedenthal fue la génesis de lo que luego se convirtió en Todos Hacemos Música, una ONG que promueve la inclusión de las personas con discapacidad a través de distintas experiencias musicales.
Proceso
Niedenthal arrancó con sesiones de musicoterapia para personas con distintas discapacidades y, en 2007, empezó a organizar conciertos para que pudieran presentar sus aprendizajes. Más tarde, en 2011, lideró la producción de distintos videoclips en los que participaron sus pacientes y en 2017, con varios voluntarios que se sumaron y que tenían ganas de promover la inclusión a través de la música, crearon la ONG.
Hoy la organización cuenta con unos 50 voluntarios: 30 en Buenos Aires, 10 en La Pampa y 10 en Montevideo (Uruguay). Algunos de ellos son personas con discapacidad. La ONG no tiene una sede física: organiza zapadas en espacios públicos como parques, plazas, bares o teatros. En los últimos 5 años ya hizo más de 60 de estas reuniones en las que personas con y sin discapacidad se juntan para tocar y cantar. En cada una de ellas participaron de 50 a 60 personas, y muchas veces las zapadas convocaron a cientos de asistentes.
También hace conciertos y producciones musicales. Como el disco Dejar Atrás, realizado en la pandemia y disponible en Spotify, donde se compila lo que cada uno de los músicos grabó en su casa durante el confinamiento. O los 9 videoclips protagonizados por músicos con discapacidad.
Uno de sus principales proyectos actuales es un video en el que personas con discapacidad interpretan la canción “Mira hacia tu alrededor” de Alejandro Lerner y León Gieco en distintos puntos del país. Miembros de la ONG ya visitaron 17 provincias, en cada una de las cuales, además de grabar, han dado capacitaciones.
Mientras tanto, la organización también cuenta con tres grupos que se reúnen semanalmente para ensayar. “Algunos integrantes de las bandas tienen discapacidad, otros no. De lo contrario no sería inclusión”, acota Niedenthal.
“Aprendí bastante en congresos en distintas partes del mundo. Aunque la inspiración más fuerte fue la de Playing for Change”, dice en alusión a la organización internacional, presente en 11 países, que usa la música como herramienta de educación y cambio social.
Niedenthal cree que la inclusión también se da cuando las personas con discapacidad, mediante los eventos musicales, hacen un aporte a la comunidad. Por ejemplo, cuando en un concierto piden donaciones de alimentos no perecederos para un hogar. O en el hecho de que las personas con discapacidad que llegan a la organización luego elijan ser voluntarias para ayudar a otros.
Adaptaciones
Niedenthal cuenta el ejemplo de Nacho, un niño de 6 años con parálisis cerebral ―se moviliza en silla de ruedas―, a quien un profesor de música de su escuela le dijo que no podía participar de la clase porque no podía tocar un instrumento.
“Nacho no habla, pero comprende. Él solo no puede, pero si se le da una mano, puede hacer música. Con la ayuda de su mamá construimos un instrumento con una lata de leche en polvo”, cuenta. Sobre esta historia, en la cuenta de Instagram de la organización se lee: “La sonrisa final de Nacho nos dice todo; nuestras ganas y voluntad son el mejor instrumento para impulsarnos a crecer y celebrar lo que nos gusta hacer (y ser)”.
En Todos Hacemos Música hay músicos con síndrome de Down, con ceguera, con parálisis cerebral, con autismo, entre otras discapacidades.
Son múltiples las adaptaciones que se pueden realizar para que personas con discapacidad hagan música. “En la organización pensamos primero en la persona, no en la discapacidad. Se busca el potencial, es decir aquello que sabe hacer. Si puede mover un dedo, lo veo como un potencial. Tenés aplicaciones que con la cámara web registran el movimiento y con eso hacés música. También podés enchufar dispositivos a la computadora y con apretar un botón seleccionás algo que querés que suene. Para hacer más fácil tocar el piano pongo cintas de colores en las teclas. O puedo afinar las cuerdas de la guitarra de tal forma que suene de modo de distinto”, ejemplifica. También cuenta que cuando se graban videoclips con personas ciegas, él hace una segunda base con su voz, para que las personas puedan seguir la letra de la canción.
Beneficios
El fundador de Todos Hacemos Música enumera algunos de los beneficios que genera hacer música en personas con discapacidad.
Por un lado, aporta a la autonomía de las personas: “Se logra, por ejemplo, cuando una persona en silla de ruedas hace un viaje a otra provincia para participar de un evento musical. Está saliendo de su entorno habitual”, explica.
Paloma Facchini, de 17 años, es cantante de la banda Jade. Tiene parálisis cerebral. Ella cuenta su experiencia: “Con Todos Hacemos Música logré subirme a escenarios y cantar frente a bastante gente. Yo antes cantaba solamente frente a mi familia en las fiestas de fin de año o con mis amigas cuando venían a mi casa, y gracias a la ONG superé mis nervios y pasé al escenario”.
Niedenthal también dice que la música fomenta la creatividad. “Muchas personas con discapacidad no tienen voz”, explica. Pero cuenta que las canciones son una forma de materializar sus emociones y pensamientos, expresar sus ideas y su creatividad.
“La música me ayudó a concentrarme, a compartir, a esperar mi turno. Me permite conectarme con otra gente y disfrutar juntos. Además, a través de la música puedo transmitir un mensaje de alegría”, dice Natalia Paladini, de 18 años, sobre su experiencia. Ella tiene un retraso madurativo leve, es baterista de la banda Jade, sueña con dedicarse profesionalmente a este arte y “tener un colegio de música donde todos puedan hacer música”.
“Para mí la música significa libertad, alegría. Lo que más me gusta es que es una manera diferente de expresarse, que permite decir cosas que no se dicen hablando”, agrega Paloma.
Niedenthal también menciona entre los beneficios de la actividad el sentido de pertenencia, algo que se logra cuando un músico pasa a ser parte de una banda.
Finalmente, el musicoterapeuta destaca el impacto positivo en la vida familiar. “Muchas familias quedaron sorprendidas por lo que su hijo o hija hace con la música”, cuenta.
“Aprendimos que ella tiene sus tiempos. Cuando era más chica no le gustaba hacer ejercicios de voz, solo quería cantar. Quiso aprender canto divirtiéndose. Ahora, ya más grande, sabe que esos ejercicios son necesarios, los hace y disfruta de ese momento. En fin, creo que aprendimos que todo tiene su tiempo”, reflexiona Verónica, la mamá de Paloma.
“Ver el desarrollo musical de Naty es una inmensa alegría. Como familia nos une el deseo de acompañarla y verla feliz. Ella nos enseña que no hay límites. Que los límites van de la mano con el miedo a equivocarse y que cuando eso no está presente todo fluye y nos podemos superar día a día”, dice Cecilia, la madre de Natalia. Y agrega: “La música le permitió comunicarse, transmitir sus emociones y sobre todo le permitió darse cuenta de que se puede. Le dio mucha seguridad”.
Sueños
Todos Hacemos Música tiene distintas fuentes de financiamiento. Por un lado, hace unos años ganó un premio monetario en el programa televisivo The Wall. También tiene como sponsor a Tik Tok y produce y vende merchandising. A su vez, en ocasiones, organismos de Gobiernos locales, como el Ministerio de Desarrollo de San Juan, colaboran para que visite las provincias. También, rifas y eventos benéficos ayudan a juntar fondos.
Uno de los grandes objetivos inmediatos de la organización es completar la gira por toda la Argentina que comenzó en 2017, para grabar a músicos con discapacidad en cada una de las provincias. En cada viaje da capacitaciones, dona instrumentos o presenta su libro, en el que se cuentan historias, aprendizajes y testimonios que resumen su trabajo.
Además, este año busca producir un disco de rock nacional con 17 canciones, 3 de las cuales fueron compuestas por músicos de la organización. El disco, producido por Nelson Pomball, incluirá en cada canción a músicos famosos como invitados .
Además del disco Dejar Atrás, otro de los proyectos de la organización durante la pandemia fue THM Kids, un espacio de actividades para los más chicos donde planea realizar shows en los próximos meses.
Para más adelante, Niedenthal tiene objetivos aún más ambiciosos. “Mi sueño es que personas con discapacidad ganen un Premio Gardel. Pero para eso tenemos que esforzarnos y no jugar desde la lástima”, dice. Estas palabras tienen que ver con sus propios aprendizajes a partir de trabajar con personas con discapacidad. “Yo los veía como ‘pobrecitos’. Me ponía en un lugar de ayudarlos, pero por arriba de la persona. Y aprendí que no son ningunos pobrecitos”, admite.
Niedenthal destaca una imagen con un fuerte mensaje. En la tapa del libro de Todos Hacemos Música, Paloma aparece cantando agarrada al micrófono; la silla de ruedas, en segundo plano. “La música la sostiene. Y eso es muy ilustrativo: cuando hacés música con alguien, la discapacidad queda a un costado”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.