“Estaba cenando un viernes por la noche a mediados de febrero de 2020 cuando me di cuenta de que la COVID-19 se convertiría en un desastre mundial”. Así empieza el nuevo libro de Bill Gates, How to Prevent the Next Pandemic, que salió a la venta en los Estados Unidos la semana pasada. En el libro y en una charla TED que dio en abril pasado en Vancouver (Podemos hacer que la COVID-19 sea la última pandemia), Gates dice que existen las herramientas y las estrategias para prevenir una nueva pandemia, pero hay que financiarlas y crear un equipo global de solución.
La de la COVID-19 no terminó. De hecho, en la Argentina hoy hay probabilidad “alta” de transmisión en la Ciudad de Buenos Aires, donde los contagios registrados aumentaron un 86 % en dos semanas, y en nueve provincias existe un riesgo “medio”. En China, Shanghai sigue en cuarentena y la Comisión Nacional de Salud confirmó el 26 de abril el primer caso humano de infección por el virus de la gripe aviar H3N8, un patógeno agresivo. Algunos investigadores creen que el H3N8 fue el virus que causó la “gripe rusa” de 1889, que ocasionó la muerte de más de un millón de personas. La posibilidad de que el virus H3N8 haya sido pandémico en el pasado hace que la vigilancia y el análisis de riesgos sean de importancia para la salud pública.
Mientras los gobiernos de todo el mundo comienzan a hablar sobre lo que viene a continuación, Bill Gates propone la creación de un equipo multidisciplinario al que llama Global Epidemic Response and Mobilization (GERM), que debería, en su visión, ser formado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para detectar posibles brotes y detenerlos antes de que se conviertan en pandemias.
El multimillonario tecnólogo, líder empresarial y filántropo de 66 años que en 1975 fundó Microsoft, ahora es copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates, que trabaja en temas de salud y desarrollo a nivel mundial. Está convencido de que hay que invertir en monitoreos de enfermedades y mejorar los sistemas de salud.
“No hay ningún grupo de expertos preparado para prevenir esos desastres”, dijo sobre el escenario de TED, el mismo espacio donde en 2015 había dado una charla sobre un mundo sin preparación para una pandemia y la obvia necesidad de prepararse. Gates no estaba errado.
“Ahora tenemos que crear un equipo nuevo”, planteó en esta TED de 2022. “Creo que deberíamos formar lo que yo llamo GERM. Es un equipo de tiempo completo. Su única prioridad es prevenir pandemias. Está formado por un diverso conjunto de 3.000 especialistas de muchos ámbitos diferentes: epidemiólogos, científicos de datos, expertos en logística. Y no solo conocimiento científico y médico. Además deben tener habilidades de comunicación y diplomacia”.
El costo de este equipo, según los números de Gates, es de más de mil millones de dólares por año. No tanto, al lado de la cifra que el Fondo Monetario Internacional estima como costo de la pandemia de COVID-19: casi 14 billones de dólares.
“Si muchas personas aparecen con un nuevo tipo de tos”, explicó Gates, “ahí es cuando GERM necesita investigar y decir: ¿es este un brote? ¿Hay un nuevo patógeno acá? ¿Cuál es la secuencia de eso? Y por todo esto, los primeros 100 días son claves. Los virus se propagan exponencialmente. Y, por eso, si se interviene cuando el índice de infección es bastante bajo, realmente se puede detener la propagación”.
La otra pasión del tecnólogo
Las enfermedades infecciosas, tanto las que se convierten en pandemias como las que no, son una especie de obsesión para Gates. A diferencia de los temas de sus libros anteriores —el software y el cambio climático— no son algo en lo que la gente quiera pensar (aunque la COVID-19 es una excepción) y Gates ha tenido que aprender a moderar su entusiasmo por hablar en las fiestas sobre tratamientos contra el sida o una vacuna contra la malaria.
“Mi pasión por el tema se remonta a veinticinco años atrás, a enero de 1997, cuando Melinda y yo leímos un artículo de Nicholas Kristof en The New York Times”, escribe en su libro. “Nick informó que la diarrea estaba matando a 3.11 millones de personas cada año, casi todos ellos niños. Nos quedamos impactados. ¡Tres millones de niños al año! ¿Cómo es posible que tantos niños estén muriendo por algo que, hasta donde sabemos, es poco más que un inconveniente incómodo?”.
Según Gates, las naciones del mundo, trabajando en conjunto y con el sector privado, no solo pueden evitar otra catástrofe similar a la de la COVID, sino también eliminar todas las enfermedades respiratorias, incluida la gripe. Para eso son necesarias las inversiones en diagnósticos (como dispositivos de prueba que ofrecen detección directa y cualitativa) y fábricas para implementar rápidamente la producción de vacunas. Aunque para Gates las vacunas, el “milagro” de la pandemia de COVID-19, no deberían jugar el papel principal: “Queremos detener un brote antes de que tengamos que hacer una campaña mundial de vacunación”.
“Cuando uno comienza a leer sobre enfermedades infecciosas —escribe Gates—, no pasa mucho tiempo antes de que llegue al tema de los brotes, las epidemias y las pandemias. No hay definiciones estrictas para estos términos. Una buena regla general es que hay un brote cuando una enfermedad se propaga localmente, a través de una comunidad o región pequeña; una epidemia es cuando un brote se vuelve nacional y una pandemia es cuando una epidemia se globaliza y afecta a más de un continente. Y algunas enfermedades no van y vienen, sino que permanecen constantemente en un lugar específico: se conocen como enfermedades endémicas. La malaria, por ejemplo, es endémica en muchas regiones ecuatoriales. Si la COVID-19 nunca desaparece por completo, se clasificará como una enfermedad endémica”.
Gates explica que no es inusual descubrir un nuevo patógeno. En los últimos cincuenta años, según la OMS, los científicos identificaron más de 1.500. La mayoría comenzó en animales y luego se propagó a los humanos. El VIH mató a más de 36 millones de personas, y más de 37 millones viven con ese virus en la actualidad. Hubo 1.5 millones de casos nuevos en 2020, aunque hay menos cada año porque quienes reciben un tratamiento antiviral no propagan la enfermedad. Con la excepción de la viruela ―la única erradicada―, las viejas enfermedades infecciosas persisten. La OMS recibe informes de al menos 40 brotes de cólera cada año. Y entre 1976 y 2018 hubo 24 brotes localizados y una epidemia de ébola.
“Cuando se trata de pandemias”, explica Gates en su libro, “el mundo es un gran edificio equipado con detectores de humo que no son especialmente sensibles y tienen problemas para comunicarse entre sí. Si hay un incendio en la cocina, podría extenderse al comedor antes de que suficientes personas se enteren para apagarlo. Pero la alarma solo suena cada 100 años, por lo que es fácil olvidar que el riesgo existe”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN