De qué trata y por qué es inédito en América Latina MicrobiAr, un estudio para mejorar la calidad de vida de las personas

La investigación de la que participan más de 90 profesionales de distintas áreas busca mostrar cómo los cambios en la alimentación pueden tener un gran impacto en la microbiota intestinal y en la salud de personas con diabetes y obesidad. Por su magnitud y extensión —seguirá a 360 personas durante dos años— se ubica a la vanguardia a nivel internacional

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“MicrobiAr es un estudio científico, pero también de compromiso social”, aclara ante todo Juan Pablo Bustamante, investigador del CONICET, docente de Ingeniería Biomédica en la Universidad Austral y de la licenciatura en Bioinformática en la Universidad Nacional de Entre Ríos y uno de los dos investigadores principales de un estudio inédito en el país y América Latina, tanto por su magnitud como por su metodología. Y que tiene, remarca Bustamante, el fin de obtener resultados que ayuden a las personas a mejorar su calidad de vida.

El estudio apunta a conocer cómo los cambios en la alimentación pueden mejorar la microbiota, el conjunto de microbios que viven dentro de nuestro cuerpo. “Pero también se busca conocer el microbioma, es decir, qué es lo que están haciendo estos microbios en el cuerpo y cómo nos ayudan o empeoran en procesos de salud o enfermedad”, explica Bustamante.

Con este fin, se hará un seguimiento con parámetros clínicos de 360 personas por dos años.

MicrobiAr es el resultado de voluntades y recursos que confluyeron. Comenzó a gestarse cuando Bustamante trabajaba en una empresa estadounidense líder del mercado internacional de estudios sobre microbiota aplicados a la clínica y ganó un subsidio internacional de 450.000 dólares. De regreso en la Argentina, se contactó con el doctor Gustavo Frechtel, quien también investigaba en el área gracias a un subsidio del Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo (INIGEM). Decidieron aunar esfuerzos y recursos económicos, a los que se sumó el financiamiento del CONICET y el de la Universidad Austral.

Hoy lideran un equipo compuesto por más de 90 profesionales de áreas distintas como la medicina, la nutrición, la informática y la ingeniería.

Juan Pablo Bustamante y Gustavo
Juan Pablo Bustamante y Gustavo Frechtel, los investigadores principales de MicrobiAr, unieron sus proyectos para conformar este gran estudio. (Imagen: gentileza MicrobiAr)

Cómo es el proyecto

El estudio tiene un total de seis etapas:

• La preselección.

• El reclutamiento.

• El inicio de las consultas presenciales, que serán en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires, sede del proyecto. Ahí, se les realizará a los participantes una historia clínica completa.

• Un registro alimentario de la última semana previa al ingreso al estudio.

• Toma de muestras de sangre y materia fecal.

• Seguimiento. Personas con obesidad, prediabetes o diabetes tipo 2 recibirán un asesoramiento nutricional y de actividad física durante los dos años del estudio.

Las primeras cinco etapas constituyen lo que los investigadores llaman la fase transversal: sirven para sacar la foto de un momento determinado. La sexta, el seguimiento, es la fase longitudinal, que implica el monitoreo de muchas variables a lo largo del tiempo y que distingue a MicrobiAr de la gran mayoría de los estudios clínicos.

En la fase transversal pueden participar personas de entre 30 y 60 años independientemente de si tienen o no obesidad, prediabetes o diabetes tipo 2.

Pero quienes tengan estos diagnósticos serán los que participen del seguimiento a lo largo de dos años. A esta población se la dividirá en dos grupos: uno de intervención no intensiva y uno de intervención intensiva. A ambos se les darán planes nutricionales personalizados. En el primer grupo se seguirán las directrices de la Asociación Americana de Diabetes, mientras que en el segundo se hará un plan alimenticio basado en esas directrices, aunque haciendo hincapié en alimentos de origen vegetal e integrales. A ambos se les darán pautas de actividad física.

“Tenemos muchos motivos para pensar que el grupo de intervención intensiva va a mostrar cambios significativos en relación al otro”, dice Ariel Kraselnik, cardiólogo y especialista en alimentación vegana y vegetariana.

Parte del equipo de MicrobiAr,
Parte del equipo de MicrobiAr, que hará un seguimiento, por dos años, de 360 personas con obesidad y diabetes, divididas en dos grupos con diferentes programas alimentarios; uno de ellos, con énfasis en los alimentos de origen vegetal e integrales. (Imagen: gentileza MicrobiAr)

Kraselnik destaca que, más allá de las hipótesis, participar en MicrobiAr es una gran oportunidad, independientemente de qué grupo integre cada persona: “Los estudios de microbiota no se hacen en la rutina, sino solo en estos contextos de investigación y son carísimos. Los análisis van a ser una ventaja frente a intervenciones tradicionales de cualquier hospital”.

En concreto, el seguimiento contempla estudios de microbiota y microbioma intestinal, análisis clínicos de laboratorio, de metabolitos y biomarcadores, registros de evolución de planes de alimentación, mediciones antropométricas que incluyen pliegues de grasa y diámetros de músculo y registro de actividad física.

Pero paciencia: MicrobiAr aún está en la etapa de preselección, que durará, al menos, hasta fines de mayo. “Lo primero es asesorar a los participantes y que entiendan bien cómo es el estudio. Hay muchos criterios de inclusión o exclusión en ensayos clínicos. Por un lado, condiciones clínicas o de rango etario. Pero también algo que es una de las consideraciones más importantes a evaluar es el compromiso y la adherencia. Necesitamos que la gente se comprometa y vaya cumpliendo con el avance y seguimiento del estudio”, aclara Bustamante.

MicrobiAr cuenta con un equipo
MicrobiAr cuenta con un equipo de más de 90 profesionales y une recursos de dos proyectos de investigación y financiamiento de dos empresas. (Imagen: gentileza MicrobiAr)

Una investigación única

“En la Argentina e incluso en América Latina, no hay intervenciones así sobre medicina de estilo de vida o investigaciones de esta envergadura. En lo que tiene que ver con microbiota, hay estudios muy chiquitos de no más de 60 personas. Pero son transversales, una foto de un momento determinado, no longitudinales”, aclara Bustamante. Y agrega: “Nosotros, además de la microbiota, vamos a estudiar el microbioma, así podemos relacionar a los microbios de nuestro organismo con factores de salud y enfermedad”.

Kraselnik acota que a nivel mundial “los estudios sobre este tema suelen ser pequeños y durar pocas semanas”.

Una intervención tan grande y con un seguimiento tan intensivo es posible, en parte, gracias a las distintas fuentes de financiamiento, entre las que se incluyen dos empresas estadounidenses.

Por su parte, el doctor Lujhon Florez, médico especialista en medicina interna y diabetología, que también participa del estudio, señala que ha habido algunos estudios similares con buenos resultados, entre los que cita el Programa de Prevención de Diabetes, de los Estados Unidos, (DPP por sus siglas en inglés), publicado en 2001 en el New Journal of Medicine. “Es posiblemente el estudio más conocido sobre prevención de diabetes en el mundo y logró demostrar que el estilo de vida en general fue el doble de efectivo que el medicamento usado en personas con prediabetes, como metformina”, explica. También cita un estudio realizado en Finlandia durante seis años, con resultados similares. “Estos programas fueron efectivos, pero en culturas muy distintas. Hay que adaptarlos”, explica.

MicrobiAr estudiará la microbiota —el
MicrobiAr estudiará la microbiota —el conjunto de microbios que viven dentro del cuerpo y su comportamiento— de dos grupos de personas con diabetes y obesidad; en uno de ellos, se hará énfasis en los alimentos de origen vegetal e integrales.

Estilo de vida

MicrobiAr busca entonces demostrar el impacto que puede tener el estilo de vida en las personas con obesidad, prediabetes o diabetes tipo 2.

Aunque la medicina de estilo de vida se sustenta en seis pilares, el estudio hará foco en uno, la alimentación (los otros son el sueño, la actividad física, las relaciones interpersonales, manejo del estrés y el consumo de sustancias tóxicas). “Como es un estudio, debemos evitar agregar ‘ruido’: si nos ponemos a decirles a los participantes que deben dormir determinado tiempo o manejar el estrés sería difícil identificar qué factor incidió. En ambos grupos por igual se va a hablar para que hagan actividad física y se les irá realizando un seguimiento”, aclara Florez.

“El tratamiento que seguirá el grupo de intervención no intensiva no hace tanto énfasis en comer alimentos de origen vegetal. Y son los alimentos que menos consumen los argentinos, pese a que está demostrado que tienen muchos beneficios, como la mejora en el nivel de glucosa en sangre o producir menos inflamación”, señala Kraselnik. El médico también apunta que, en busca de observar las posibles mejoras al factor alimentación, en los casos en los que sea posible se buscará que las personas seleccionadas no tomen ninguna medicación asociada a diabetes tipo 2.

Florez, por otra parte, remarca que los participantes tendrán un rol clave, tal como sucede en la medicina de estilo de vida, un paradigma que, dice el médico “ha demostrado ser eficaz en prevenir, controlar y revertir condiciones como la diabetes tipo 2″.

El estudio MicrobiAr, con sede
El estudio MicrobiAr, con sede en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires, hará foco en el estilo de vida de las 360 personas que participarán.

“La medicina de estilo de vida —sigue Florez— no se contrapone con la tradicional, sino que se complementa. Pero una diferencia importante es que en el enfoque tradicional no tenemos fe en el paciente, no ‘perdemos el tiempo’ en insistir en que haga ejercicio o coma de un modo. Desde la medicina de estilo de vida creemos que la persona está dispuesta a cambiar, pero hay que aprender a motivarla. Quien practica la medicina debe saber sobre cambios de comportamiento”.

En esa línea, algo que marcará la diferencia entre los dos grupos de la investigación será la frecuencia de los controles. “Vamos a tener un seguimiento más personalizado a través de registros alimentarios por WhatsApp, talleres o grupos con intereses similares. Vamos a usar herramientas para conocer a la persona, sobre en qué etapa de cambio de comportamiento está, para así animarla y generar estrategias efectivas para acompañarla”, dice Florez. “Sabemos que con solo decir a los participantes que tienen que comer frutas, verduras y legumbres no se va a tener un impacto significativo en las personas”, subraya.

Por eso, aclara Bustamante, prefieren hablar de las personas como “consultantes”. La definición dice mucho sobre este enfoque de la medicina y del futuro de este estudio: “Tienen un rol activo, no son pacientes que acatan información”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN

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