El Programa Universidad Abierta para Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) es una propuesta pedagógica, cultural, inclusiva, gratuita y de calidad académica para la población adulta que tiene ya una década de historia, y es referente entre las universidades de la Argentina. Este mes abrirá nueve de los más de cuarenta cursos y talleres que tiene programados para este año, luego de superar el desafío de sostener el vínculo con una población sumamente afectada por la pandemia de COVID-19.
Este programa nació en 2011 con la premisa de que la universidad tiene una misión social y con el objetivo de establecer un vínculo sistemático con los adultos mayores. En los últimos dos años superó el desafío de mantener ese vínculo de manera virtual, debido a las restricciones impuestas durante la pandemia de COVID-19.
Los cursos son abiertos a toda la comunidad y el único requisito para inscribirse es ser mayor de 50 años al momento de anotarse. En 2021 participaron 3.194 personas en 40 propuestas de formación.
“Estamos convencidos de que la universidad debe ser abierta, en diálogo con los actores de su tiempo y comprometida con ellos. Una de las herramientas de mayor importancia en esta dirección es el Programa de Adultos Mayores que se ha ido consolidando en estos últimos años. Hoy es un programa central y estratégico de la universidad”, sostiene Franco Bartolacci, rector de la UNR.
“El intercambio que se da es interesante, ya que asisten personas que no han transitado nunca por la educación terciaria, que son autodidactas, incluso algunas que no finalizaron la escuela primaria y también participan profesionales, graduados de nuestra universidad”, cuenta la coordinadora del programa desde su creación Elida Penecino que también subraya el rol social, además del formativo, de esta iniciativa: “En todas las etapas de la vida es importante estar en contacto con otras personas, de ese contacto surgen nuevos vínculos, que es lo que también se produce aquí”.
También el rector de la UNR destaca el aporte del programa a la calidad de vida de los asistentes: “Es un espacio de acompañamiento, de asistencia, genera instancias de socialización y de encuentro. Cuando uno conversa con quienes asisten, valoran tanto la calidad de los cursos como lo que se genera en término de relaciones sociales y humanas”.
Contra el viejismo
Robert Butler, médico gerontólogo y psiquiatra, acuñó en 1969 el término ageism que puede traducirse como “edadismo”, para aludir a la discriminación de las personas mayores. Posteriormente, Leopoldo Salvarezza, médico, psicoanalista y psiquiatra argentino, propuso la palabra “viejismo”. La definió como el prejuicio relacionado con la edad de las personas, que se manifiesta en actitudes, comportamientos, prácticas y políticas institucionales discriminatorias dirigidas en contra de los adultos mayores.
“A mí me preocupaba mucho, hace diez años, esa actitud de desprecio que se suele observar. Yo trabajé mucho en esta cuestión, en el respeto, la posibilidad de escucharse entre generaciones. El trabajo que hacemos como universidad es muy valioso”, dice Penecino.
Prejuicios como que “en la vejez no hay nada para hacer o que los adultos mayores solo molestan se van cayendo desde el conocimiento académico”, afirma. El programa trabaja sobre el enriquecimiento de algunas capacidades como, por ejemplo, las relacionadas con la memoria semántica y el lenguaje, altamente requeridas en los espacios educativos.
En el portal de la UNR está, por ejemplo, el testimonio de Olga Ester López, que al borde de los 80 años recibió su diploma por haber finalizado el curso de Historia de la Filosofía y fue una de las primeras graduadas del programa. “Hemos ido transitando la filosofía antigua, la moderna y la contemporánea. Este programa permite a la gente que se jubila poder seguir viviendo con una ventana abierta al mundo”, cuenta. Su objetivo fue la satisfacción personal: “Para los que la mente todavía nos acompaña, poder hacerlo es sentirnos vivos”.
El sueño del edificio propio
Según el rector de la UNR, el programa es un “dispositivo muy importante, a tal punto que año tras año se jerarquiza”. En este sentido, destaca que están avanzadas las gestiones para que tenga un edificio propio. “Finalmente vamos a concretar un viejo sueño. El proyecto está presentado en el Programa Nacional de Infraestructura Universitaria. Será una inversión de 250 millones de pesos y ya tenemos la confirmación del Gobierno nacional”, agrega Bartolacci.
“El programa no se agota en la expectativa o el deseo de tener una formación en algún tema específico, eso es solo el punto de partida de algo mucho más rico. Quienes se anotan en general permanecen”, destaca. La consolidación del programa, dice, es “una acción necesaria” en el tránsito hacia una universidad de puertas abiertas, que “deje de ser un palacio de saberes clausurados”.
Lanzado oficialmente el 19 de octubre del 2011 en el Teatro el Círculo, el programa fue una iniciativa del rector Darío Maiorana, que aquel año asumió su segundo mandato. Se inició con doce cursos de un trimestre, a los que se inscribieron 500 personas. Un año después, la cifra de asistentes se había triplicado.
Penecino recuerda la inmediata aceptación que tuvo la propuesta y el acercamiento de los medios de comunicación, ya que existía una gran demanda del grupo etario al que apunta. “Si bien algunas facultades ofrecían cursos para la comunidad, como el caso de Humanidades, en este caso se trató de pensar de manera más amplia en cómo lograr que las personas de más de 50 años volvieran a la universidad y que otras concurrieran por primera vez en sus vidas”, relata.
El desafío de la virtualidad
Con la llegada de la pandemia de COVID-19, la Secretaría de Extensión Universitaria propuso hacer cursos virtuales. “Fue todo un apurón en ese marzo de 2020, aunque ya veníamos alentando a los estudiantes con las nuevas tecnologías, como espacio de formación. La idea fue incentivarlos a descubrir lo bueno de la tecnología”, cuenta Penecino. Los talleristas aceptaron la propuesta, algunos recurrieron a familiares, vecinos o personal de la universidad para recibir ayuda en cuestiones técnicas. El grupo de profesores aceptó rápidamente la modalidad virtual.
“En diez días comenzamos a dictar los cursos y apareció otro mundo, personas de distintas provincias, otros que vivían en Europa y mucha gente del sur de Brasil que hablaba nuestro idioma. Fue una experiencia atrapante”, define Penecino. En 2020 la oferta fue menor en cantidad de cursos, pero en algunos encuentros llegaron a conectarse hasta 6.000 personas. En medio del encierro, fue un modo de combinar entretenimiento con conocimiento.
“Más allá del desastre que provocó la pandemia, desde el programa pudimos demostrar que el adulto mayor también podía modificar actitudes y conductas. Fue una nueva manera de estar conectados, de no perdernos”, define la coordinadora.
La virtualidad permitió romper fronteras. Ahora, dice el rector de la UNR, “el desafío es combinar de forma inteligente y creativa la virtualidad y la presencialidad”.
La oferta de cursos
La oferta de cursos es diversa. Los dictan docentes e investigadores de la UNR, de áreas como Música, Economía, Historia, Literatura, Psicología, Arquitectura, Filosofía y Salud.
A lo largo de marzo arrancarán nueve. Los lunes está el Club de Escritura Lúdica a cargo de las profesoras Natalia Biancotto, Marina Maggi, Natalia López Gagliardo y Rocío Muiño Blanco. Los martes, Miradas Cotidianas. Cómo Contar lo que nos Rodea a través de la Lente, dictado por Martín Toyé y Curso de Cine Grandes Directores, con Gisela Mattioni. La agenda del miércoles incluye los cursos y talleres Historia Argentina Reciente. De Alfonsín a Macri, por Juan Manuel Nuñez; Acerca de las Empresas, con Liliana Patricia Díaz y Mauricio Velozo; Clásicos de la Literatura Occidental. Sitiados por Eros: Indagaciones del Sentimiento Amoroso en la Literatura, por Ernesto Ghioldi y Gisela Mattioni y Herramientas Financieras para Adultos Mayores. Medios de Pago Electrónicos en la Nueva Normalidad, a cargo de José Ignacio Favale, Gisela Galassi y Juan Ignacio Traverso.
La profesora Fernanda Fernández dirige el taller Hambre de Amor y Eduardo Taleti y María Liz Mansilla el curso La Conflictividad Social: Argentina 1853-2001, ambos los días jueves. Los viernes se desarrolla el Proyecto todo Técnicas: Procesos Creativos entre el Arte y el Diseño. Experimentación sobre Técnicas Tradicionales y Contemporáneas en el Arte y el Diseño, a cargo de María Carolina Montano.
Durante abril se abrirán 32 propuestas más que ya se pueden conocer en la página web https://adultosmayores.unr.edu.ar.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN