Cada vez que se desataba una lluvia fuerte, los vecinos del barrio El Molino, de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, sufrían inundaciones provocadas por el desborde del arroyo Las Piedras. Cuando esto ocurría, quedaban incomunicados. Intentar cruzar el arroyo a través de un puente que quedaba bajo el agua implicaba poner en riesgo la vida. En los últimos años, cuatro personas, entre ellas dos niños, murieron en el intento. Un puente proyectado por la ONG Ingeniería Sin Fronteras (ISF-Ar) y construido por más de 160 voluntarios, vecinos y vecinas y cooperativistas a lo largo de 140 jornadas cambió esa realidad. En la Argentina existen 4.400 barrios populares en los que viven unas 929 mil familias. El 62 % de estos barrios se inunda cada vez que llueve, según el relevamiento de asentamientos informales realizado en 2016 por TECHO, una organización de la sociedad civil que trabaja para mejorar las condiciones de la vivienda en barrios vulnerables.
El arroyo Las Piedras constituye una frontera entre los barrios El Molino (Florencio Varela) y Eucaliptus (Quilmes). Hace más de 25 años, los vecinos ya habían construido un puente vehicular para atravesarlo. En ese entonces, la cota de inundación del cauce era más baja, pero empezó a subir hasta un metro por encima del puente.
Cuando el agua se desbordaba, las personas se veían obligadas al peligroso cruce a pie o a trasladarse en busca de pasos más seguros, para ir a trabajar o a la escuela. “Los colegios, los hospitales, el transporte, todo está del lado de Quilmes, por eso necesitábamos el puente. Muchas veces pasaba que caía una tormenta a las dos de la tarde, los chicos salían del colegio a las cinco y quedaban del otro lado sin poder cruzar. La única opción que les quedaba era un rodeo de 44 cuadras. Caminando o en remís, porque por acá no pasa el colectivo”, señala Walter Díaz, referente de la comisión vecinal del barrio El Molino, donde viven 2.745 personas.
Al conocer esta problemática, ISF-Ar, una asociación civil interdisciplinaria que trabaja por el desarrollo local de comunidades en situación de vulnerabilidad a través de proyectos de ingeniería, se involucró con los vecinos y se propuso llevar adelante un nuevo puente vehicular y peatonal. La obra se proyectó en 2017, en 2019 se comenzó a construir y con la pandemia de COVID-19 de por medio, en julio de 2021 se terminó. El resultado impacta en la vida de 17.000 personas que viven en los barrios El Molino, Los Eucaliptus y alrededores, según datos del Instituto Nacional del Agua (INA) que brindó apoyo al proyecto al igual que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, los municipios de Quilmes y Florencio Varela, la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas de Buenos Aires y diversas empresas.
El nuevo puente brinda un paso seguro para transitar todos los días, ir a trabajar, a la escuela y acceder a la salud.
A lo largo del arroyo Las Piedras
Desde 2015, ISF-Ar tiene una pata fuerte de trabajo en la zona sur del conurbano bonaerense. “Nos fuimos interiorizando en las problemáticas que viven las comunidades al margen del arroyo Las Piedras. Primero, nos embarcamos en la construcción de un jardín municipal en Villa La Florida. El lugar contaba con un espacio reducido para las clases y, además, los días de lluvia todas las actividades se restringían a un pequeño sitio cubierto. Este proyecto buscó mejorar las condiciones de la vida cotidiana de los chicos y ampliar la oferta educativa en el lugar. Hoy asisten 80 niños de 5 años”, cuenta Francisco Odeón, coordinador de infraestructura de la organización.
Luego, en el mismo barrio, la ONG continuó con la ampliación del Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza, donde ochenta chicos reciben apoyo escolar y participan en actividades recreativas. Aquel lugar solía inundarse regularmente, no contaba con instalaciones sanitarias ni agua corriente, no tenía espacios adecuados para el cuidado de los niños y no podía recibir a más de veinte, quienes se turnaban para recibir en el comedor el desayuno y el almuerzo preparados en una cocina precaria.
En Bernal oeste, también en Quilmes, ISF-Ar construyó una pileta para la organización Casa de los Niños. Contar con un espacio deportivo de estas características mejoró la calidad de vida de más de mil niños, niñas y adolescentes.
“En 2017 empezamos una búsqueda activa de un proyecto para continuar en la zona sur. Nos enteramos de que había una comisión de vecinos en Florencio Varela, específicamente en el barrio El Molino y fuimos a conocerlos. Entonces nos contaron del puente anterior autoconstruido y de la necesidad de contar con acceso directo a Quilmes”, relata Odeón.
Reunirse con los vecinos fue el primer paso del proyecto para el nuevo puente. El segundo, los intercambios con los municipios. El tercero, conseguir los fondos para garantizar la construcción.
“El proyecto era complejo. Fue un desafío juntar a dos municipios para desarrollar la obra. Les dijimos que para que el proyecto funcionara se tenían que involucrar los dos. En definitiva, entre el 2017 y 2019 nos dedicamos a gestionar la viabilidad política, la viabilidad económica y el diseño para solicitar los permisos”, resume Odeón.
Manos a la obra
La construcción comenzó el 6 de abril de 2019. Todos los sábados el equipo de voluntarios de la ONG se reunía con los vecinos. “Nos juntábamos en la capital a las 9, a las 10 llegábamos al barrio y trabajábamos hasta las 18. Se aprovechaba mucho el día. Yo estaba a cargo de la obra”, relata Odeón.
El puente viejo tenía cuatro columnas en medio del cauce que retenía los residuos que el arroyo arrastraba desde aguas arriba, producto de la escasa o nula gestión de esa basura. El nuevo proyecto contempló este problema y la obra se realizó con solo dos columnas.
Hasta marzo de 2020 se logró avanzar en un 60 % en el puente. Durante la pandemia, la obra tuvo que ser interrumpida y en enero de 2021 se retomó con el apoyo de cooperativas de trabajo de la zona. Hoy, el puente ya está habilitado y en uso. Tiene una altura de 2,5 metros y 17 metros de largo.
Patricia Castillo, de 43 años, vive con sus hijos en el barrio Los Eucaliptus. Su casa se encuentra a dos cuadras y media del puente. Ella es niñera. A través del programa del Ministerio de Desarrollo Social Hacemos Futuro la convocaron para participar de la construcción. “Fue una experiencia muy linda sumarme como voluntaria. Hice algo por el barrio. Ahora, cuando sube el arroyo no peligra la vida de mis vecinos”, expresa.
Castillo cuenta que mucha gente pensaba que la obra no se iba a terminar:”Acá se hicieron muchas promesas, pero no siempre se cumplieron”. Pero esta vez la historia fue distinta: “Toda la gente se asombraba cuando se terminó la obra. Me dio mucha emoción. El puente significa una mejor calidad de vida para los vecinos. Con las últimas tormentas la gente pudo cruzar igual”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN