Frente a la terminal de ómnibus de la agitada ciudad de Rosario hay un remanso: el Mercado del Patio, un paseo gastronómico que prioriza los artículos agroecológicos y el encuentro entre productores y compradores. Ahí desembarcó en 2017 Alma Rural, un almacén de alimentos regionales de todos los rincones del país elaborados por pequeñas y medianas agroindustrias. El local es parte de un proyecto más amplio, ya que integra la iniciativa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) con el apoyo de la Fundación ArgenINTA y de la empresa INTeA (sigla de innovaciones tecnológicas agropecuarias), para promover la comercialización de productos argentinos en el territorio nacional.
“Desde sus inicios, el INTA se dedica a asistir a pequeños y medianos productores en el campo para que puedan producir mejor con el uso de tecnología y respeto al ambiente. En el local Alma Rural damos un paso más y los acompañamos en el proceso de comercialización”, explica Juan Manuel Gomila, coordinador de Alma Rural para la fundación ArgenINTA. “Lo hacemos guiados con determinados valores: el comercio justo, el consumo responsable y la producción consciente. Tenemos contacto muy directo con los proveedores y esos productores, que cuentan con todas las habilitaciones, pueden vender también en otros negocios, no solo en Alma Rural”, agrega.
Además del objetivo de comercializar, desde Alma Rural buscan capacitar a los productores y a los técnicos del INTA en estrategias de marketing y mejoras en el packaging, y también generar conocimiento sobre la experiencia para que el producto se desarrolle mejor. “Entre los productores hay muchos grupos de cooperativas, federaciones apícolas, de dulces y mermeladas y yerbas. Hay matrimonios o familias emprendedoras, individuos y socios, de todas partes del país. Se trabaja el atributo de identidad productiva: la idea es que en, por ejemplo, la yerba de Misiones, identifiques una cultura, que sea un viaje hacia la riqueza cultural y productiva que tiene la Argentina”, describe Gomila.
En la tienda, alrededor de 100 productores comercializan más de 400 alimentos orgánicos. “Por ahora no trabajamos con carnes, lácteos, frutas y hortalizas, sino con todo envasado: dulces, vinos, cerveza, licores, yerbas y otros artículos”, aclara.
Los precios se acuerdan con los productores y el objetivo es que sean accesibles. “Queremos que se democratice esta tendencia de consumo”, destaca Gomila, “que todos puedan comer productos orgánicos creados responsablemente, que no sea una opción restrictiva”.
Hace poco más de seis años Wanda Legal tenía la ilusión de montar su emprendimiento. “Empezamos en 2015 con este sueño loco de producir frutas y hortalizas deshidratadas y la verdad es que el camino se hizo de a poco. Hoy ya tenemos todas las habilitaciones de los productos y del establecimiento”, relata.
Su negocio familiar se llama Cadmiel y es la primera empresa de deshidratados del Chaco. Desde hace tres años tiene sede en el parque industrial de Barranqueras, a 15 kilómetros de Resistencia, gracias a la Cámara de Mujeres Empresarias, de la que forma parte. Ahí se deshidratan bananas con miel de Formosa, mamón de Chaco, guayabas de Misiones y naranjas, mandarinas y limones de Corrientes, entre otros frutos, en un proceso centrado en conservar el sabor y todos los nutrientes.
“Con el INTA trabajé desde el comienzo, cuando me acerqué a una de sus ferias para pedir asesoramiento. Unos años después, cuando ya contaba con todas las habilitaciones, nuestro asesor técnico nos propuso llevar los productos a Alma Rural. Nos abrió una nueva puerta, porque nos permite comercializar nuestra producción en otras partes del país y dar a conocer los frutos de nuestra región”, explica.
Jacobo Soria tiene 26 años, es egresado de la Escuela Agropecuaria N.° 1 de la ciudad de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, y se dedica a la producción de miel. “Arranqué como apicultor a través de pasantías en nuestra escuela, hace diez años. Un día nos tocó ir a un colmenar de una cooperativa y aprendimos algunas técnicas; desde un principio me llamó mucho la atención la apicultura. Con el paso del tiempo fui desarrollando la habilidad y ahora hace cuatro años que tengo producción propia”, relata.
Cuando terminó la escuela, Soria realizó un curso intensivo del INTA sobre apicultura, en el cual aprendió todo lo necesario para llevar adelante la actividad. A través de la Federación de Cooperativas de Apicultores puede fraccionar y envasar su miel bajo una marca colectiva y venderla con todos los estándares necesarios para estar en una góndola.
“Conocí Alma Rural en la feria Caminos y Sabores, donde fuimos a exponer nuestro producto, y así se dio la posibilidad de comercializar a través de esta vía. Es un local que aporta un contacto más cálido con los consumidores y refleja muy bien la información de cada artículo, lo que es clave para que el cliente conozca de dónde viene y cómo se hace lo que está comprando”, destaca.
Karina Torrente es ingeniera agrónoma y desde hace seis años trabaja para la Federación de Cooperativas Agropecuarias de San Juan (Fecoagro) en el asesoramiento para la producción de semillas, el acompañamiento a áreas de ventas y el dictado de charlas y talleres para fomentar las huertas en casa. “Fecoagro comercializa kits de semillas de huerta, dulces y conservas desde hace 30 años. Con INTA formamos parte del Programa PROHUERTA y en ese marco producimos las semillas y armamos los kits que se entregan de manera gratuita en todo el país a través de las agencias de extensión. También trabajamos con varios ministerios, municipios, escuelas y cooperativas”, relata Torrente.
“La gente de Alma Rural nos contactó y afianzamos un trabajo colaborativo entre ambas instituciones al ofrecer en el local nuestras semillas, para promover las huertas familiares. Tenemos objetivos comunes, como por ejemplo poner en valor las economías regionales y el trabajo colaborativo y emprendedor. A través de ellos llegamos a otras regiones y personas que buscan alimentos saludables y agroecológicos”, explica.
Por el momento, el local de Rosario es el único de Alma Rural pero hay proyectos para sumar en la segunda mitad del año uno o dos en Buenos Aires y Córdoba. “Sería la primera vez que el INTA tenga franquicias, por lo cual es una innovación. Estamos hablando con especialistas ya que no es algo común que un organismo público trabaje con emprendedores de esta forma”, explica Gomila y aclara que el Estado no pone plata en el proyecto, solo aporta los sueldos de la parte técnica.
“Es un local habilitado a la calle, por lo cual se trata de salir a competir en un mercado real y vemos que es rentable. Además, estamos en contacto con varios interesados en abrir franquicias”. Para el mes próximo, además, se prevé el lanzamiento de la tienda online para que los productos lleguen en principio a Buenos Aires y, luego, a todo el país.
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