En 2020, en la Argentina hubo un femicidio cada 34 horas. En el 65,5 % de los casos, el agresor fue la pareja o expareja de la víctima. Los datos se desprenden del Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven y reflejan que la violencia machista no se detiene. A menudo, para dar respuestas desde la sociedad civil, se crean desde redes de acompañamiento espontáneas hasta experiencias comunitarias más formales. Un grupo autoconvocado creó la plataforma Mujeres en acción para acompañar con recursos profesionales a mujeres que están atravesando (o que sufrieron) situaciones de violencia de género.
Mujeres en acción ofrece acompañamientos psicológicos, legales y afectivos a aquellas personas que se acercan. La impulsora de la iniciativa es la periodista, escritora y facilitadora de talleres de autotransformación Fabiana Fondevila. Sintió la necesidad de actuar cuando se difundió el femicidio de Úrsula Bahillo, la joven de 18 años que vivía en Rojas y que fue asesinada por su exnovio Matías Martínez, de 25 años, el 8 de febrero.
El hombre, que se desempeñaba como policía en la provincia de Buenos Aires, había amenazado a la joven en reiteradas oportunidades. Ella había pedido ayuda varias veces, había denunciado a su agresor y no fue escuchada.
“Su caso me generó desesperación y me hizo dar cuenta de la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran muchas mujeres. Percibí que las movilizaciones no estaban siendo suficientes para aminorar el problema. Tampoco los dispositivos del Estado dispuestos para este fin”, expresa Fondevila.
Entonces, hizo una convocatoria abierta en redes. “Hubo una respuesta interesante a la posibilidad de llevar adelante una iniciativa ciudadana. De inmediato, se sumaron unas cuarenta mujeres a una primera reunión. Para la tercera ya éramos más de cien, de distintos países de la región. Se fueron considerando distintas ideas. Primero, se me ocurrió crear un dispositivo físico parecido al botón antipánico, pero con otras funcionalidades. Finalmente, nos enfocamos en la plataforma, que se inspiró en el Programa KIVA de Finlandia”, cuenta.
El modelo
En 2006, el Ministerio de Educación finlandés le pidió a un grupo de expertos de la Universidad de Turku, liderado por la especialista en psicología Christina Salmivalli, que elaborara un programa para abordar el hostigamiento entre estudiantes. El resultado final fue KiVA, que es el acrónimo Kiusaamista Vastaan. En finés, “en contra del bullying”. La clave de este modelo que tomó Mujeres en acción es que KIVA se basa en trabajar sobre la comunidad. Mientras la mayoría de iniciativas contra el bullying se centraban en el agresor o la víctima, había un elemento clave con el que apenas se trabajaba: todo el entorno. Las humillaciones del acosador solo tenían sentido si había una audiencia que las celebraba.
“En base a esto pensé que si la comunidad se ponía este tema al hombro, se mantenía en estado de alerta y se formaba una red que estuviera disponible, a lo mejor se podría lograr algo. En paralelo, di con unas empresarias de Dubai, que me mostraron una plataforma interesante, que permitía que los clientes y proveedores se contactaran en tiempo real. Eso era lo que necesitábamos para que las mujeres que vivieran una situación de violencia de género se contactaran con las voluntarias disponibles”, explica Fondevila. “El sistema permite mantener el anonimato. Se pueden conectar desde cualquier computadora y no queda registro. La plataforma es la puerta de entrada, pueden contactarnos por ahí mismo o enviar un mail”, agrega.
Como próximo paso, las voluntarias de Mujeres en acción buscan acercarse presencialmente a distintos ámbitos de la comunidad para llevar el proyecto a más mujeres. “A futuro nos gustaría replicarlo en otros países”, expresa Fondevila.
Presencia 24 horas
Las voluntarias se turnan para estar disponibles en la plataforma todos los días, las 24 horas, para quien lo necesite. Las mujeres que están siendo víctimas de violencia solo tienen que registrarse y ahí pueden ponerse en contacto. Mujeres en acción ofrece ese apoyo inmediato y también cuenta con grupos terapéuticos y asesoramiento legal. Como tercer eje de trabajo, se planean talleres de oficios para que las mujeres que se registren puedan generar recursos económicos.
Romina Jalil fue una de las mujeres que se sumó como voluntaria y coordinadora en Mujeres en acción. “En mi infancia, hasta que mis padres se separaron, a mis ocho años, viví algunos años en un ambiente en el que mi madre sufrió violencia física, verbal y económica. En mi adolescencia, cuando presenciaba momentos de violencia de mi padre con su otra pareja, mi reacción era defenderla. Pienso que vivir esto, con el tiempo, te trae el regalo de estar más sensible y atenta a quien lo sufre, de transformar ese dolor y esas heridas. Esta es la razón por la que me sumé”, relata.
La plataforma está en línea desde hace tres meses y hoy son cuarenta las voluntarias activas. “Nosotras estamos disponibles y necesitamos que mujeres, instituciones y fundaciones se enteren de que las estamos esperando. Somos sus aliadas. Cada día, nos conectamos en nuestros horarios para escuchar y acompañar de un modo personalizado y en comunidad” describe Jalil. “De a poco fueron entrando consultas, las mujeres se animaron a registrarse, llamar o enviarnos un mensaje pidiendo ayuda y asesoramiento. Mujeres en acción, tiene alas (así es su logo) que representan la acción conjunta de liberación. Estamos para ayudar y sostener a la mujer en esa salida a su libertad. A quien está en riesgo y en situación de violencia le decimos: ‘Queremos una vida mejor para vos, es posible y estamos para acompañarte en ese vuelo’. No es una tarea fácil”.
Respecto al progreso de la plataforma, dice: “El impacto es lento, progresivo y llevará tiempo. No estamos ofreciendo un producto o servicio para consumir, sino un espacio de escucha que requiere del trabajo de difusión constante”.
Silvina Varalli es una de las abogadas vinculadas a la plataforma. “Me encanta pertenecer a este equipo. Me encanta escucharlas, seguirlas y acompañarlas. Es impresionante cómo articulamos para que las mujeres que se conectan estén protegidas”, expresa.
Experiencias
Lorena (nombre ficticio) se acercó a la plataforma a través de Fundapap, una fundación orientada a facilitar el desarrollo del conocimiento y la recuperación de las personas afectadas por la codependencia. Relata: “Yo naturalicé el maltrato laboral. Es algo que aún no puedo terminar de sanar. Hace nueve años que estoy en el mismo trabajo, donde mi jefe me hace insinuaciones constantes. En marzo de 2020, me llamó gritándome y en medio de un ataque de pánico le dije que no me hablara así nunca más. Después terminé pidiéndole perdón. Con la pandemia, dejé de tener contacto con él en la oficina. Me sentía mala, exagerada y loca. Tenía mi estima destrozada. Incluso llegué a pensar que no podía cambiar de trabajo. Me siento indefensa ante la situación. No tengo pruebas y hay testigos, pero no se animan a declarar porque trabajan ahí”.
El grupo terapéutico de Mujeres en acción, dice Lorena, la ayudó a tomar conciencia de que estaba sufriendo violencia. “También me ayuda a reponer mi estima”, expresa.
Mariana ( nombre ficticio) tiene 19 años y también se puso en contacto con Mujeres en acción, por recomendación de su psicóloga. Vivía en Córdoba, donde conoció una persona con la que estuvo en pareja unos ocho meses. “Durante el último tiempo, empecé a trabajar y a él le molestaba. Yo le decía que todo iba a ir igual y se enojó mucho conmigo. Hubo dos días en los que fue como otra persona, me encerró. Pude salir de eso, fui a la policía y a él lo detuvieron. Enseguida me vine a Buenos Aires a vivir con mi abuela”, relata.
La joven encontró en la plataforma un espacio de terapia grupal virtual con otras mujeres. “Ahí me di cuenta de muchas cosas. Que sentía culpa, que pensaba mucho en lo que me había pasado. Al principio tenía vergüenza de intervenir, pero al escuchar a las chicas me sentí identificada. Nos entendíamos entre todas”, dice. Hoy Mariana trabaja y está analizando qué quiere estudiar.
Con la plataforma funcionando 24 horas y con experiencias que ya pusieron a prueba este modelo comunitario, Jalil dice que ya están para llegar a más mujeres: “Es importante que quienes pasan por situaciones de violencia se animen a salir del silencio y contar lo que les pasa. Nosotros, como comunidad, no podemos dejar pasar de largo ni naturalizar la violencia”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN