Qué proyectos diseñaron cuatro ciudades argentinas para mejorar el manejo de los residuos urbanos

Comunicar las políticas municipales, educar en la separación de residuos en las casas, diseñar estrategias para los grandes generadores de basura y reconocer el rol de los recuperadores urbanos: estos son los ejes de las políticas diseñadas en Bariloche, Mendoza, Posadas y Bahía Blanca para orientar la gestión hacia el reciclado y la economía circular

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El volumen de los residuos que se producen en el mundo aporta casi el 5 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y el 12 % del total global de metano. La liberación de estos gases, precisamente, es la que genera el cambio climático.

Entender esta realidad como lejana o imposible de cambiar no ayuda a resolverla y es una mirada errónea: gran parte de la solución está en manos de las y los ciudadanos y de los Gobiernos locales.

Cada una de las personas que vive en América Latina y el Caribe genera en promedio un kilo de residuos por día. Mientras que las tasas de reciclaje de la región son todavía bajas, varían entre el 1 % y el 20 %, según Naciones Unidas. Es decir, aproximadamente el 90 % de la basura simplemente se tira en un lugar preparado para almacenarla.

Sin embargo, algunos municipios buscan superar este esquema tradicional de “usar y tirar”, heredado de la economía lineal, para pasar a uno que incorpore el reciclado e impulse la economía circular.

El espacio de disposición final de residuos en la ciudad de Bariloche. (Imagen: Gentileza Celeste Lemos)
El espacio de disposición final de residuos en la ciudad de Bariloche. (Imagen: Gentileza Celeste Lemos)

Las ciudades de Bariloche, Mendoza, Posadas y Bahía Blanca, en el marco de la Red de Innovación Local (RIL), analizaron los cambios que debían realizar en la gestión de residuos y diseñaron estrategias para empezar a mejorarla.

Son proyectos desarrollados teniendo en cuenta la problemática ambiental y también la social, el impacto sobre las personas que viven cerca de los basurales y las que reciben y gestionan residuos diariamente como estrategia de subsistencia. La separación en origen es, en este sentido, primordial para preservar las condiciones de trabajo de las y los recuperadores urbanos.

El plan de Bariloche

Con el fin de reducir la cantidad de residuos que van al sitio de disposición final, la Subsecretaría de Planeamiento y Sustentabilidad Urbana de Bariloche, Río Negro, diseñó una estrategia que arranca con cinco acciones:

-Formar a promotores y promotoras ambientales —jóvenes capacitados en gestión de residuos, separación en origen y cuidado del ambiente— para que recorran las calles concientizando tanto a la ciudadanía como a los comerciantes y empleados y empleadas del municipio.

-Trabajar con la recolección diferenciada en los edificios municipales. “Para eso es importante el trabajo previo de promotoras y promotores”, subraya Celeste Lemos, responsable del Observatorio Ambiental de la Subsecretaría de Planeamiento y Sustentabilidad Urbana.

-Conformar mesas de trabajo internas del municipio, “vinculadas con el gabinete de sustentabilidad, que permitan abordar el tema desde las distintas áreas”, señala Lemos. Y también desarrollar la problemática con la mesa de trabajo externa Bariloche Sustentable, que reúne a organizaciones, instituciones y organismos públicos y privados.

-Optimizar la recolección diferenciada y la frecuencia con que se realiza y arreglar la balanza donde se pesan los residuos para contar con datos. Puntualiza Lemos: “La idea es que esta información nos permita diseñar políticas más ajustadas y mejorar la gestión. Por ejemplo, optimizar rutas de recolección y reducir frecuencias”.

-Desarrollar una plataforma que permita el seguimiento de los datos, de la cantidad de residuos que se reciben y monitorear todo el circuito de la basura.

Las y los recuperadores urbanos de la cooperativa Asociación Recicladores de Bariloche, en su espacio de trabajo. (Imagen: Gentileza Celeste Lemos)
Las y los recuperadores urbanos de la cooperativa Asociación Recicladores de Bariloche, en su espacio de trabajo. (Imagen: Gentileza Celeste Lemos)

En las siguientes etapas, Bariloche proyecta capacitar a los recicladores urbanos y desarrollar un chatbot que brinde información sobre cómo y dónde separar los residuos y adónde llevarlos, entre otros datos. “También tenemos que definir algún incentivo para promover la separación en origen”, agrega Lemos.

Bariloche también presenta dificultades por sus condiciones geográficas, las pendientes, la distribución de la ciudad y el clima que muchas veces dificulta la operación de retirar los residuos. Por eso, sigue la responsable del Observatorio Ambiental, “buscamos impulsar la concientización de la ciudadanía y turistas que nos visitan todo el año, aumentar la cantidad de productos reciclables que se comercializan y disminuir la proporción que va a disposición final. A su vez, tenemos que buscar tecnologías para que esos residuos generen el menor impacto posible”.

Los desafíos de Mendoza

Desde la Subsecretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la ciudad capital de Mendoza desarrollaron el Programa Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU). Se trata de un sistema de manejo de la basura que, basado en el desarrollo sostenible, tiene como objetivo primordial la reducción de los desechos enviados a disposición final.

El proyecto surgió tras relevar qué estaba haciendo el municipio con los residuos y detectar que las mayores dificultades “están en la falta de recursos y presupuesto dedicados a este tema y en la falta mano de obra y organizaciones relacionadas a la recuperación de residuos”, explica Gerardo Graña, encargado del equipo de análisis de datos de la Unidad de Coordinación de Proyectos de la Municipalidad de Mendoza.

La consecuencia de estas falencias son la baja cantidad y calidad de residuos recuperados. Que, a su vez y según el análisis de gestión, está asociado al no reconocimiento del trabajo de los recuperadores urbanos, a la baja participación de los vecinos —que no se sienten comprometidos con la recolección y separación en origen— y a que aún el municipio no tenga todos los residuos incorporados a la GIRSU —faltan verdes y escombros, por ejemplo—.

A pesar de contar con espacio para separar los residuos, los habitantes de Mendoza los usan poco y por eso se puso en marcha un programa de educación ciudadana. (Imagen: Gentileza Gerardo Graña)
A pesar de contar con espacio para separar los residuos, los habitantes de Mendoza los usan poco y por eso se puso en marcha un programa de educación ciudadana. (Imagen: Gentileza Gerardo Graña)

“También detectamos, conversando con la Asociación de Cooperativas de Recuperadores Urbanos de Mendoza (COREME), que faltan compradores para todos los materiales que ellos separan. Además, no se estableció con la empresa recolectora, por contrato, la generación de datos relacionados con los procesos de recolección y separación de residuos”, sostiene Graña.

Por eso, se decidió poner en valor el trabajo de los recuperadores urbanos y crear un departamento de GIRSU dentro del municipio.

También se desarrolló un programa de capacitación en educación ambiental para ciudadanos y ciudadanas, se hizo la primera edición de la actividad “escuelas sostenibles” —que articula proyectos en los que se trabaja con residuos— y se inauguró una biblioteca ambiental.

“Tenemos diseñada una consulta ciudadana y la transformación del exacuario en un centro de conservación de la biodiversidad para brindar información que apunte a mejorar la gestión de residuos en la ciudad, y por donde se espera que pasen escuelas y público en general”, detalla Graña.

La estrategia de Posadas

La problemática que identificó el municipio de Posadas, capital de la provincia de Misiones, es la baja separación de residuos en origen por parte de los habitantes y de los grandes generadores.

Sin embargo, “los estudios demostraron que la población está informada sobre la gestión de residuos en la ciudad. Por eso, lo que hace falta son incentivos para cambiar hábitos, para que la separación de la basura se convierta en un compromiso ambiental con acciones cotidianas”, explica Valeria Jacquemin, coordinadora de proyectos del Centro Verde Municipal.

El espacio en el que el municipio de Posadas informa a los vecinos sobre la importancia de separar los residuos. (Imagen: Gentileza Valeria Jacquemin)
El espacio en el que el municipio de Posadas informa a los vecinos sobre la importancia de separar los residuos. (Imagen: Gentileza Valeria Jacquemin)

A partir de ese diagnóstico, el primer paso es un plan integral de información y comunicación y definir qué incentivos se les darán a los vecinos y vecinas. A su vez, el municipio tiene previsto avanzar en una normativa para grandes generadores de residuos que promueva más oportunidades de mercado circular.

A largo plazo, proyecta construir un nuevo centro ambiental que aborde todas las dimensiones del problema de la basura de manera integral, que sea una referencia a escala local y provincial de las nuevas políticas de residuos con fuerte anclaje ambiental y hacia la economía circular.

A diferencia de otras ciudades, “Posadas tiene infraestructura y equipamiento para crecer en este servicio público de valorización de residuos. Pero necesita de aspectos blandos: nuevas normativas y más conciencia ambiental para aumentar la separación en origen”, resalta el informe que realizó el equipo de GIRSU.

En cuanto a las y los recuperadores urbanos, sigue Jacquemin, “se detectó la necesidad de revalorizar su rol, de que la comunidad cambie su mirada sobre ellos. Por eso, el Gobierno municipal los incluyó en un programa específico y estamos trabajando en una prueba piloto en la que participan como promotores ambientales”.

Los grandes generadores de residuos también son una parte importante a la hora de pensar la gestión ambiental. Por eso, el equipo de GIRSU pretende generar un espacio de acuerdos público-privados con ellos para promover cambios en la gestión interna de residuos por parte de grandes comercios e instituciones y, a la vez, impulsar nuevas oportunidades de mercado circular.

Bahía Blanca apuesta a la comunicación

A partir del trabajo con RIL, el equipo de gestión ambiental de la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, se focalizó en el principal desafío que detectó: achicar la brecha entre lo que la Subsecretaría de Gestión Ambiental hace y lo que la población percibe o conoce de su trabajo.

“No hemos logrado desarrollar una buena comunicación con los vecinos”, resume Jorge Groppa, quien tiene a cargo las acciones de promoción ambiental y de economía circular en el municipio. Por eso, apunta a explicar mejor el proceso de gestión integral de residuos sólidos urbanos (GIRSU) y las normativas vigentes.

Una compostera comunitaria en Bahía Blanca. (Imagen: Gentileza Jorge Groppa)
Una compostera comunitaria en Bahía Blanca. (Imagen: Gentileza Jorge Groppa)

“También detectamos que personas del más alto nivel de decisión del municipio tampoco están suficientemente involucradas y estaremos trabajando en eso también. De hecho, ya hicimos un informe con todo lo que hicimos en 2021 y todo lo proyectado para 2022, que está destinado a estas personas”, dice Groppa.

“Además, diseñamos una campaña de visitas a todas las plantas de separación que tenemos, empezando por las instituciones educativas”, acota Gastón Lucatini, quien también forma parte del equipo de la Subsecretaría de Gestión Ambiental.

El diagnóstico de 50 municipios

Durante 2021, la RIL realizó un relevamiento federal que alcanzó a 50 ciudades de todo el país y que mostró que el 60 % de ellas envía más del 70 % de los residuos a disposición final sin previa clasificación. El estudio se pudo realizar gracias a la alianza que RIL realizó con Delterra, Coca-Cola, Genneia, Enel, Syngenta, Möbel Citta y Fundación Avina.

En línea con las conclusiones a las que han llegado informes de organismos internacionales, el relevamiento de RIL indica que aumentar las estrategias de separación y clasificación de los residuos en origen y previo a la disposición final es urgente.

En ese sentido, el estudio indica que el 82 % de los municipios relevados cuenta con puntos de entrega voluntaria para materiales reciclables, el 88 % implementa planes para la separación en origen en los hogares y el 68 % además trabaja con grandes generadores de residuos.

El 60 % está incorporando a los trabajadores informales en el sistema de recuperación de residuos. Y, por último, casi todos los municipios están trabajando en lo que parece ser un núcleo duro de las dificultades pero también el primer paso hacia las soluciones: campañas de educación ambiental para que el cambio empiece en los hogares.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.

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