Proyecto PUMA: cómo trabaja una fundación para lograr que el mar sea accesible para todos

La iniciativa Por un mar accesible, de la Fundación Lautaro te Necesita, articula el trabajo de la ONG con escuelas secundarias y las áreas de discapacidad de distintos municipios. Los estudiantes trabajan en la adaptación de sillas para que personas con discapacidades motrices puedan disfrutar de la playa y del mar. Las autoridades disponen en qué balnearios serán usadas de forma pública y gratuita. Mar del Plata fue la primera ciudad en sumarse; en Pinamar, para esta temporada habrá 16 sillas y el objetivo a dos años es de 56

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PUMA, Por un mar accesible, es un proyecto educativo solidario que la Fundación Lautaro te Necesita viene implementando desde 2017 en Mar del Plata, Santa Fe, Tucumán, Necochea y Pinamar. Estudiantes de escuelas técnicas, guiados por sus profesores, trabajan en la adaptación de sillas para que puedan ser usadas para trasladar personas con discapacidad motriz sobre terrenos irregulares, como la arena. Luego, estas sillas se donan al área de discapacidad de cada municipio, donde determinan su destino. Su uso es libre y gratuito.

“Los veraneos eran complicados para Lautaro. Él iba creciendo en altura y en peso, y sus desafíos motores eran una barrera para llegar a la orilla del mar. Mi marido Eduardo lo llevaba a caballito, lo traíamos entre los dos. Pero cada año costaba más. Unos amigos que viven en Mar del Plata le hicieron una silla adaptada para poder transitar sobre la arena. Era una silla plegable y le pusieron un eje con dos ruedas de carretilla. ¡Inclinándola hacia atrás lo podíamos llevar por la arena y ayudarlo a meterse al agua casi hasta la cintura!”.

Quien habla es Verónica de Pablo, abogada y docente, que trabaja como directora de una escuela primaria en la Ciudad de Buenos Aires. Además, es cofundadora de Lautaro te Necesita, que acompaña a familias que conviven con leucodistrofias en la Argentina. Estos trastornos genéticos afectan el sistema nervioso central, dañan la sustancia blanca del cerebro y provocan cuadros neurodegenerativos.

“Soy mamá de Lautaro, Nazareno y Guadalupe. Junto con mi marido creamos la fundación hace más de siete años a raíz del diagnóstico de Lauti: leucodistrofia metacromática. Trabajamos para mejorar la calidad de vida de las personas con estos diagnósticos, que en el 95 % de los casos son niños menores de 10 años. Impulsamos el diagnóstico precoz que permite el acceso al tratamiento adecuado”, cuenta.

“Cuando Lauti tuvo aquella primera silla casera para disfrutar del mar, la gente lo veía y nos preguntaba dónde se conseguía, si la vendíamos ―recuerda―. Nos contaban sobre su hijo, familiar o amigo con quien querían compartir la playa y no podían. Trasladarse sobre arena blanda en una silla común es imposible”. Así nació el Proyecto PUMA.

En el Proyecto Por un
En el Proyecto Por un mar accesible (PUMA) las sillas se adaptan en talleres de escuelas técnicas y se donan al área de discapacidad del municipio al que pertenecen esas secundarias. (Imagen: gentileza Proyecto PUMA)

Sus vecinos de siempre de la carpa del balneario en Mar del Plata eran un director de una escuela técnica y una profesora. Entonces, los dos matrimonios empezaron a idear la forma de adaptar las sillas de las aulas. La idea fue tomando forma y se convirtió en un contenido de la currícula escolar. Los chicos del último año empezaron a trabajar junto a sus profesores en el taller armando esta silla, aportando técnicas y nuevas ideas para mejorarla.

En un principio, la fundación aportó los materiales. Aquel fin de año de 2017, los alumnos participaron de una exposición ferretera y la Cámara de Ferreteros de Mar del Plata (Cafamar) donó las ruedas de carretilla e invitó a los chicos y a sus profesores a participar de la expo en Buenos Aires. Algunos estudiantes presentaron ahí el proyecto. Dio la casualidad que a dos stands estuviera la empresa Solcito, proveedora de sillas y reposeras de playa, que les donó las 300 sillas con las que armaron las que tienen hasta ahora.

Disfrutar es para todos

Verónica cuenta cómo surgieron nuevas ideas: “Nuestra costa tiene olas y vientos que demandan una silla de traslado para llegar desde la entrada de la playa hasta la orilla, además de la silla anfibia para meterte en el agua y flotar”.

En el balneario La Perla de Mar del Plata los guardavidas han llegado a subir y bajar de la entrada del balneario hasta la costa veinte veces en un día, trasladando a personas que necesitan ese apoyo. Las características del clima y de las playas dificultan el acceso, pero el uso de la silla y esa cooperación demuestran que el cambio de paradigma es posible cuando hay herramientas.

Además de que la tarea
Además de que la tarea de adaptación de las sillas se integra al programa de una materia, la experiencia aporta un aprendizaje sobre cómo enfocar socialmente la discapacidad y trabajar en la accesibilidad. (Imagen: gentileza Proyecto PUMA)

“Hasta hace un tiempo, nosotros ayudábamos cargando a las personas en brazos o en los hombros, entre dos guardavidas, intentando aportar a la experiencia del primer encuentro con el mar. Era una lástima que algunas no pudieran concretarlo por la inacción de las autoridades en hacer accesibles las playas. Entonces, tratábamos de aportar desde nuestro lugar. En una comunicación con Eduardo Javier, de la Fundación Lautaro te Necesita, nos ofreció una silla. Desde ese momento nos sumamos al proyecto PUMA”, relata Fabio Tagliaferri, que tiene 35 años, es de Mar del Plata y trabaja hace once años como guardavidas en el Hotel Cinco de Chapadmalal, centrado en el turismo social. Ahí reciben a mucha gente con discapacidad o movilidad reducida que necesita de una silla adaptada para acceder a la playa y al mar.

A medida que el proyecto iba avanzando, algunas familias de la Fundación Lautaro te Necesita les propusieron a Verónica y Eduardo llevar el proyecto a ciudades donde ―si bien no hay mar hay ríos muy visitados― el acceso a esas costas también fuera difícil. “Este proyecto mejora considerablemente la accesibilidad en distintos puntos turísticos de nuestro país, no solo las playas. No conozco a nivel local otra iniciativa como esta. En el mundo, muchos lugares cuentan con mejores herramientas que las nuestras, más que nada en caminería o sillas anfibias, pero tampoco supe de un proyecto tan completo como el de la Fundación Lautaro te Necesita”, cuenta Hernán Mazzarello, director de Discapacidad de la Municipalidad de Pinamar.

Trabajar en ciudades chicas les aportó algo distinto a los involucrados en este proyecto: son los estudiantes los que difunden la iniciativa, y además muchas veces, en el verano, conocen a las personas que usan las sillas que ellos construyeron con sus propias manos.

Verónica va más allá: “Quizás porque soy docente, la parte pedagógica de este proyecto me apasiona. Se está formando en valores a estos estudiantes, con un sentido crítico. El aprendizaje es que todos somos responsables del otro, vivimos en sociedad. Si el otro está mejor, yo también voy a estar mejor. ¡Y hay tantas cosas que hacer por la accesibilidad! Es un proyecto que no termina nunca”.

Alejandro Irastorza es profesor y vicedirector de la Escuela Secundaria Técnica N.º 1 Crucero General Belgrano en Pinamar. Su vínculo con el Proyecto PUMA empezó a través de la Dirección de Discapacidad de la Municipalidad de Pinamar, que lo acercó a la escuela, y lo lleva adelante junto a los chicos que cursan el segundo año. “Nuestra experiencia es ultrapositiva y muy enriquecedora. Con este proyecto trabajamos todo el diseño curricular de la materia Procedimientos Técnicos y no solo eso, sino que también los alumnos se involucran mucho en la parte social del proyecto. Esto es lo más importante: involucrarse en temas significativos de nuestra sociedad. En este caso, hacer algo que mejore la accesibilidad, el entorno, la inclusión”.

En balnearios de Mar del
En balnearios de Mar del Plata, Pinamar y Chapadmalal hay sillas anfibias para entrar al mar y otras de traslado para llegar desde el acceso al balneario hasta la orilla. (Imagen: gentileza Proyecto PUMA)

“Nos falta tomar conciencia de la importancia de contar con diseños accesibles y universales para que todos puedan tener autonomía. A lo largo de la vida, nadie está exento de tener una discapacidad, ver reducida su movilidad o, simplemente, envejecer. Por eso, es muy importante que todo sea accesible”, agrega Mazzarello.

Multiplicar soluciones

“Al tener más materiales, el proyecto creció y empezó a expandirse. En Mar del Plata se hicieron 40 sillas y, en 2017, se le dio la oportunidad al Ente Municipal de Turismo (Emtur) de determinar su mejor destino. Ese fin de año se hizo una entrega de sillas en la Escuela Técnica Pablo Tavelli de Mar del Plata, con autoridades de Emtur y representantes de cada balneario. Fue un acto muy lindo y emotivo, con los chicos que participaron del taller y sus familias”, recuerda Verónica.

Los padres de Lautaro también rescatan de esta experiencia que, cuando un contenido pedagógico se trata junto con valores de solidaridad, compromiso, trabajo por la discapacidad y accesibilidad, los alumnos se comprometen con el estudio. Los chicos que estaban flojos en materias fueron los que más resultados mostraron.

A veces llegan pedidos a la fundación de gente que quiere una silla (que se la donen o comprarla) para uso personal, pero en este proyecto se trata de una herramienta de uso público y gratuito. Así, una misma silla puede usarla, por ejemplo, una persona que va a la playa a la mañana y otra distinta que va a la tarde.

Verónica de Pablo, abogada y
Verónica de Pablo, abogada y docente, y su marido Eduardo Javier están al frente de la Fundación Lautaro Te Necesita, creadora del Proyecto PUMA. (Imagen: gentileza Proyecto PUMA)

Lejos de detenerse, durante la pandemia la fundación se contactó con varias direcciones de discapacidad, como las de Pinamar y Necochea. La de Miramar también está próxima a sumarse.

En Mar del Plata, se logró aún más compromiso en algunas escuelas donde no había clases presenciales por el aislamiento, pero donde habían continuado el proyecto con los profesores. En otros casos, por ejemplo, se trabajó en talleres para adultos con discapacidad. “Esto también es muy positivo: darse cuenta de que quizás uno tiene una discapacidad, pero colabora con la sociedad como cualquier otro”, reflexiona Verónica.

En plena pandemia, Pinamar encaró una primera etapa con la construcción de cuatro sillas y ahora se están haciendo doce que estarán listas para la temporada de verano. Se proyectan veinte unidades más para 2022 y otras tantas en 2023. El objetivo es tener 56 sillas para la costa pinamarense.

“Un 80 % de nuestros balnearios tienen silla anfibia con profesionales formados y sabemos que la accesibilidad no se reduce a eso. Por eso, en los últimos años hubo una renovación total del frente costero. Hoy todos nuestros balnearios tienen muy buenas condiciones de accesibilidad y gracias a este proyecto tan bien articulado estamos sumando más sillas de traslado”, explica Mazzarello.

Un proyecto en expansión

La Fundación Lautaro te Necesita está presentando en todas las ciudades con las que se ha vinculado un proyecto costero accesible mucho más completo, que contempla la creación de balnearios públicos con una rampa de acceso adecuada a la legislación vigente, área de servicios, de sombra y guardavidas formados. Además, las sillas de traslado que la fundación siempre está dispuesta a donar y a construir en cualquier municipio.

El profesor Alejandro Irastorza, de
El profesor Alejandro Irastorza, de Pinamar, y dos de los alumnos con los que fabrican las sillas, Thomas Villalba y Joaquín Lede. (Imagen: gentileza Alejandro Irastorza)

Sobre la silla, el guardavida Tagliaferri agrega: “Mi experiencia y la de mis compañeros es muy gratificante porque siempre tratamos de ser serviciales con quienes bajan a la playa. Es una herramienta simple, pero crucial. Ojalá el proyecto se pueda expandir y que haya accesibilidad en todas las playas. Y que podamos contar también con más sillas en Chapa, porque a veces la demanda nos desborda. Hay muchas personas que quieren usar la silla y al tener una sola hay que ir turnándosela, pero es genial tenerla”.

“Las cosas van cambiando y está bueno que se las comunique y que sigamos avanzando en este camino de incluir a todos en un mundo que es de todos”, invita Verónica. “La discapacidad no está definida por la persona, sino especialmente por el entorno. Cuando uno visita otra ciudad más accesible, siente que la discapacidad de un hijo que tiene que usar silla de ruedas no resulta tan cuesta arriba. Las barreras están definidas por el entorno y por los soportes de acceso, que son modificables y mejorables por decisión y acción de las personas”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN

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