Criptociudades: cómo se puede mejorar la transparencia de los Gobiernos y la participación ciudadana con tecnología blockchain

El creador de la criptomoneda Ethereum Vitalik Buterin escribió recientemente sobre el papel de la tecnología blockchain en las ciudades del futuro y no es el único entusiasta: hay algunos experimentos en marcha, privados y gubernamentales englobados en la definición futurista de “criptociudades”. Cuáles son las experiencias innovadoras y qué prometen: nuevas formas de propiedad, de control de los fondos públicos y de la transparencia electoral

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Las criptomonedas, los contratos inteligentes, los NFT (tecnología que permite que activos digitales como un GIF, un meme, un clip de audio, un video o hasta un tuit, se conviertan en atributos coleccionables únicos) que están tan en auge en este momento y los videojuegos que pagan en monedas virtuales son todas tecnologías que nacen de la mano de las diferentes blockchains que fueron desarrolladas en los últimos años. De hecho, hay expertos que aseguran que la gran innovación del bitcoin no es la criptomoneda en sí, sino la cadena de bloques que funciona como un libro contable que cualquiera puede consultar y que nadie puede hackear, lo que hace completamente seguras las transacciones.

Prácticamente no hay campo que no esté estudiando la manera en la que se puede innovar con esta tecnología. Desde la industria de la música hasta organizaciones no gubernamentales, bancos multilaterales y hasta Gobiernos que coquetean con incorporarla a la gestión.

Acá es donde entra un concepto sobre el que se empezará a hablar mucho: las criptociudades. Si bien se viene debatiendo hace tiempo, quien generó un gran furor alrededor del tema fue Vitalik Buterin, el creador de Ethereum, una de las criptomonedas más importantes del mundo, quien recientemente publicó un extenso artículo en su blog personal sobre estas ciudades del futuro.

“Muchos Gobiernos de todo el planeta son ineficientes y lentos en la respuesta a problemas y rápidos cambios en las necesidades subyacentes de las personas”, escribe Buterin. Y se pregunta: “¿Tiene sentido tener una ciudad con una moneda digital, un NFT, un DAO (organizaciones autónomas descentralizadas), algunos registros (que utilicen una blockchain) para la lucha contra la corrupción?”. Por ahora, no son más que preguntas, pero poco a poco estamos viendo cómo en algunos países, como en El Salvador, Senegal, Nigeria, Barbados o Gobiernos locales de los Estados Unidos, como Miami, Reno o Nueva York están pensando formas de gestión que tienen su base en esta tecnología.

La bandera de CityDAO sobre
La bandera de CityDAO sobre el terreno de lo que se proyecta como la primera criptociudad del mundo, sobre quince hectáreas de Wyoming, Estados Unidos. (Imagen: gentileza CityDAO)

“Empresas de varios sectores ya han comenzado a utilizar blockchain como una solución concreta a problemas en, por ejemplo, el registro de operaciones en la cadena de suministros”, explica Juan José Mendez, Chief Brand Officer de Ripio, una plataforma que permite comprar y vender criptomonedas. “El próximo paso natural sería que las instituciones gubernamentales, comenzando por las locales, empezaran a utilizar esta tecnología para resolver problemas inherentes al funcionamiento de la vida pública de los ciudadanos”, agrega.

Bitcoin City y MiamiCoin

Y, efectivamente, estamos viendo mucha experimentación en lo que respecta a la utilización de estas tecnologías. El Salvador es el ejemplo más claro. De la mano de su presidente, Nayib Bukele, no solo se convirtió en el primer país del mundo en tener el bitcoin como una moneda de curso legal, sino que hace solo días se anunció la intención de crear lo que llamaron Bitcoin City, una ciudad que se situaría en la zona costera de Conchagua y estaría financiada inicialmente por fondos basados en, obviamente, bitcoin. Por ahora, no se sabe demasiado sobre esta ciudad, solo que se eliminarían prácticamente todos los impuestos. “Si queremos que el bitcoin se extienda por el mundo, deberíamos construir algunas Alejandrías”, aseguró Bukele. Dicho eso, por ahora Bitcoin City no es más que una idea y un lugar que, de terminar construyéndose, servirá, sobre todo, como campo de experimentación para el mundo de las criptodivisas.

Vitalik Buterin, el fundador de
Vitalik Buterin, el fundador de la criptomoneda Ethereum, propone pensar en la tecnología blockchain como una forma de mejorar el control sobre la transparencia de los Gobiernos. (Imagen: gentileza Ethereum)

Francis Suárez, que fue reelecto como alcalde de Miami, quiere convertir la ciudad en algo así como el nuevo Silicon Valley y una de sus grandes apuestas para lograrlo son las criptomonedas. Por ese motivo decidió cobrar su sueldo en bitcoin. “Quiero que seamos la capital de las criptomonedas de los Estados Unidos o incluso del mundo”, anunció Suárez en una entrevista periodística. De hecho, reveló que planea invertir parte del tesoro público de la ciudad en bitcoins y convertir Miami en la primera ciudad de los Estados Unidos en transferir parte del presupuesto a la criptomoneda más importante del mercado.

Así es como nace MiamiCoin, criptodivisa que tiene como fin apoyar los proyectos de la ciudad mientras beneficia a sus poseedores. Si bien la Alcaldía no figura asociada a esta iniciativa, esto fue lo que dijo Suárez al respecto en el canal Fox: “La ciudad de Miami podría terminar ganando millones de dólares como resultado de la popularidad de MiamiCoin, porque Miami se convirtió en la capital mundial del bitcoin”.

Japón también va por este camino. Desde 2020 un consorcio que incluye no solo a entidades estatales sino también a empresas privadas y a algunos de los bancos más importantes del país se está reuniendo para presentar su propia criptomoneda, llamada DCJPY, basada en el yen.

Para qué sirve

Ejemplos sobran, pero ¿hay un beneficio en implementar criptomonedas o el uso de blockchain a nivel estatal? La respuesta viene de Santiago Siri, fundador de la criptomoneda UBI ―que propone un rol social para este instrumento y nace con la idea de una renta básica universal― y hacktivista en la iniciativa Democracy Earth: “Una blockchain es algo que puede ser auditado por toda la ciudadanía, donde se puede ver el movimiento de fondos y se puede evaluar o preguntar sobre cada transacción. Aporta un nivel de transparencia a los fondos públicos que es considerablemente mejor que el nivel de transparencia que puede tener el dinero en un banco o en una cuenta a cuya información, al final del día, solamente las autoridades con privilegios pueden acceder”. Lógicamente, todo está demasiado verde todavía: “Me parece que son exploraciones interesantes y que habrá que prestar mucha atención a como evolucionan”.

La gran innovación y posibilidades
La gran innovación y posibilidades de las criptomonedas reside en la seguridad y transparencia que promete su tecnología, que puede aplicarse a la gestión pública más allá del instrumento financiero en sí mismo.

Y más allá de la transparencia de la que habla Siri, hay otra característica a la que hace referencia Buterin: usar blockchain para implementar nuevas y experimentales formas de propiedad. Desde la propiedad de la tierra hasta otros activos escasos, “así como nuevas formas de gobernanza democrática”.

Ciberdemocracias

Una de las cuestiones centrales de la transparencia en la gobernanza democrática es en el voto. Los problemas de seguridad en relación a la votación electrónica son inmensos, pero la utilización de sistemas completamente transparentes como blockchain, dicen los entusiastas, podría resolver esto. “Se pueden hacer sistemas que usan zero-knowledge groups que son esquemas para verificar el contenido de un voto sin revelar quién fue el que votó, por ejemplo, y muchas más técnicas para mantener la privacidad”, afirma Siri.

“Hoy se hacen votaciones permanentemente en el blockchain. Las DAO son organizaciones autónomas distribuidas ―una corporación o una cooperativa en la blockchain―. A través de las DAO, las comunidades que participan en los diferentes proyectos toman decisiones sobre los protocolos, sobre qué hacer con la tesorería, con los fondos. Así que ya hay muchas experiencias de “cyber democracia” operando hoy en la blockchain y eventualmente creo que eso va a decantar y a medida que vaya madurando va a impactar cada vez más en las formas tradicionales de democracia”, explica Siri.

Sea como sea, “todavía estamos en los albores de eso y seguramente con los años veamos más herramientas que ayuden a facilitar la construcción de una democracia o de una elección en línea y con todas las garantías de integridad, verificabilidad y privacidad del voto, que son los tres grandes atributos que tiene que tener un sistema de votación”, agrega.

Incluir la tecnología de las
Incluir la tecnología de las criptomonedas en instancias de gobernanza, formas de propiedad y procesos electorales en Gobiernos locales podría ser un primer paso en la participación ciudadana que proponen quienes hablan de criptociudades.

Mendez coincide: “Probablemente durante mucho tiempo más las formas constatables de elecciones a nivel nacional o masivas sean más parecidas a los modelos analógicos que conocemos hoy mientras que elecciones menos trascendentes en una nación (clubes, asociaciones, cámaras de comercio) podrían experimentar con estas tecnologías”.

Quizás el experimento más grande en relación a una criptociudad en la actualidad sea CityDAO, emprendimiento que está construyendo una ciudad de cero basada en la blockchain. Para eso compró un terreno de más de 15 hectáreas en Wyoming. Cada parcela de tierra es un NFT, los famosos tokens no fungibles que están en auge que se tratan de activos criptográficos basados en la blockchain y con códigos de identificación que los hacen únicos. Esto quiere decir que si alguien compra una parcela en la criptociudad que está desarrollando CityDAO, la verificación de propiedad se hará a través de la cadena de bloques.

¿Por qué poner pedazos de tierra en la blockchain? Lo contestan desde el emprendimiento: “La digitalización de los activos físicos democratiza el acceso, aumenta la transparencia, elimina a intermediarios y reduce la complejidad”. Pero no solo eso. Al tratarse de una ciudad DAO, es decir, una organización autónoma descentralizada, serán los mismos ciudadanos quienes decidan qué hacer con la tierra y las medidas que se tomen. En el tiempo se verá cómo resulta esta espectacularmente ambiciosa iniciativa.

El alcalde de Miami, Francis
El alcalde de Miami, Francis Suárez, quiere convertir la ciudad en “la capital de las criptomonedas”.

¿Qué se viene en el futuro inmediato? Responde Siri: “Seguramente emergerán experimentos de comunidades y ciudades hechas con otras criptos. Me imagino que es algo totalmente factible. Seguramente veamos desde barrios privados a comunidades y hasta potencialmente ciudades o incluso naciones soberanas, tratar de hacer un giro monetario hacia nuevas tecnologías. Claramente va a haber mucho de esto a lo largo de este siglo en todo el mundo”.

Y si bien detrás de las criptos hay un ecosistema inmenso que no para de trabajar de forma, en general, abierta para encontrar soluciones a los problemas que existen en las diferentes sociedades del mundo, esas innovaciones se tienen que implementar de a poco, con pasos firmes, para que tengan impacto en toda la ciudadanía y no solo en los que las aprenden, las adoptan y les sacan jugo tempranamente, los llamados early adopters, fanáticos de la tecnología.

Lo expone con claridad Buterin: “Lo ideal es comenzar con experimentos autónomos y tomar las cosas con calma, pero, al mismo tiempo, también es importante aprovechar esta oportunidad. Hay muchas cosas que pueden y deben mejorarse en las ciudades. A pesar de los desafíos, las criptociudades son una idea cuyo momento ha llegado”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN

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