Los audiolibros crean un nuevo público lector y amplían la oferta literaria para personas ciegas

“La mitad de los consumidores de audiolibros son personas que no habían leído un libro en papel el último año”, dice Eugenia Bascarán, directora editorial para Latinoamérica de Storytel, la plataforma más popular de streaming de este formato. La oferta de textos leídos por locutores o actores de voz es cada vez más amplia e inclusiva: agranda el universo de contenidos para personas ciegas y suma a un público que había abandonado o restringido la lectura

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¿Qué es un libro? ¿Cómo es la imagen que aparece al escuchar esa palabra? Páginas, tapas, letras impresas, tal vez ilustraciones, un peso que exige un tiempo y un lugar para brindar su contenido. Exactamente en este momento, alguien podría responder que ya no acumula textos, que todo lo pasó a formato digital, toneladas de papel compactadas en un mismo sitio. Pero resolver la escasez de estantes en la biblioteca no cambia que el e-book también exija un tiempo y un lugar para brindar su contenido.

Para liberarse de tal compromiso, hubo que mirar el recorrido de esa vieja amiga llamada radio, muy ligera y siempre dispuesta a los cambios de vestuario: solo había que escuchar, en cualquier momento, en cualquier lugar, sin ocupar más espacio. A quienes buscan historias románticas y finales felices, hay que contarles que del apareamiento del libro y la radio nació el audiolibro. A los pragmáticos les basta confirmar que la tecnología ―y su capacidad imparable para resetear consolidadas costumbres― lo hizo. Además, o sobre todo, es una puerta enorme para que las personas ciegas accedan a contenidos para los que antes solo podían esperar la traducción en braille o la solidaria lectura de un tercero.

En la plataforma Storytel, el consumo de audiolibros aumentó durante el confinamiento impuesto por la pandemia. (Imagen: gentileza Storytel)
En la plataforma Storytel, el consumo de audiolibros aumentó durante el confinamiento impuesto por la pandemia. (Imagen: gentileza Storytel)

Los audiolibros son libros parlantes, grabados por locutores o actores de voz. Por lo tanto, pueden ser escuchados mientras se realizan otras actividades y en cualquier parte porque no requieren más que el teléfono y auriculares. La idea no es nueva, por supuesto. Hace unos 50 años había discos y casetes con cuentos infantiles y relatos de todo tipo para los que no sabían leer, para personas ciegas, para quienes buscaban otra experiencia sensorial o, simplemente, no tenían ganas de leer, necesidades idénticas a las actuales. Salvo que la portabilidad todavía no estaba resuelta. Hoy el audiolibro es una forma más de publicación editorial.

Nuevos audiolectores

En primer lugar, hay que desechar el prejuicio de que un formato descarta a los demás. Como en cualquier tema, hay gustos y preferencias, no se trata de esto o lo otro, de excluir, sino que las opciones se suman y complementan. “El audiolibro suma lectores; mejor dicho, audiolectores. Y sobre todo, recupera a aquellos que habían dejado la literatura. La mitad de los consumidores de audiolibros son personas que no habían leído un libro en papel el último año. Es decir, son nuevos lectores pero en otro formato”, dice Eugenia Bascarán, directora editorial para Latinoamérica de Storytel, empresa sueca surgida hace unos 16 años, pionera y líder en el mundo audiolibro, que en 2018 entró al mercado de habla castellana. Es una plataforma de streaming en la que se paga una cuota mensual para escuchar novelas, ensayos, investigaciones, clásicos y hasta series. Al principio, el consumo estaba dirigido a la no ficción, en especial hacia los manuales de desarrollo personal. En los últimos años, la ficción se abrió paso con mucha fuerza. Aquellos novelones de 500 páginas de la literatura universal que quedaron en la columna de pendientes o que eran recuerdos de adolescencia, podían por fin tener una oportunidad. Y no solo para el público adulto sino también para el juvenil: La historia sin fin y la saga Harry Potter obtuvieron una nueva vida. En cuanto a las series, se trata de audio-first o pódcast de ficción, es decir, creadas para ser escuchadas, no adaptadas del papel.

El audiolibro es una solución a la falta de tiempo para leer: buena parte de su público consume textos mientras viaja en transporte público o hace tareas domésticas
El audiolibro es una solución a la falta de tiempo para leer: buena parte de su público consume textos mientras viaja en transporte público o hace tareas domésticas

“Sin duda, la pandemia incrementó el consumo: lo que antes era elegido para los viajes empezó a ser consumido como dinámicas del confinamiento, mientras se hacían cosas en la casa o porque no se podía ir a buscar una librería (en Buenos Aires hay montones de librerías pero en el resto de Latinoamérica no sucede) o para alejar a los niños de las pantallas. El audiolibro es un formato muy generoso, son historias compartidas que permiten dar un valor adicional al tiempo”, dice el mexicano José Alberto Parra, Country Manager de Storytel para Latinoamérica.

Cómo es

¿Cómo se produce un audiolibro? Es un proceso que requiere mucha precisión técnica aplicada a algo supuestamente tan sencillo como leer un libro. Primero se recibe el material escrito que, a veces, debe ser adaptado para la lectura. Un equipo de preproducción analiza el texto y, si es necesario, se discute con el autor sobre la adaptación, por ejemplo, de gráficos. La lectura debe sonar fluida, sin llamar la atención de modo negativo. Después hay un casting de voces ―en general, una terna― entre las que el autor elige. Luego, se pasa al estudio de grabación, un espacio que debe ser muy silencioso, apto para la lectura, donde el locutor o la locutora realiza la lectura con la escucha de un director o directora, para que la interpretación tenga el tono justo. En la mayoría de los casos hay solo una voz, pero depende de la decisión artística que haya otras. El paso siguiente es la corrección por parte de un grupo dedicado a escuchar y seguir con la lectura del texto para encontrar errores que luego se corrigen en estudio. Por último, se realizan adaptaciones técnicas para que sea viable en distintas plataformas.

Una sesión de grabación en la productora ReadingU: un libro de 300 páginas será un audiolibro de aproximadamente 16 horas. (Imagen: gentileza ReadingU)
Una sesión de grabación en la productora ReadingU: un libro de 300 páginas será un audiolibro de aproximadamente 16 horas. (Imagen: gentileza ReadingU)

“Un libro de alrededor de 300 páginas llevará unas 30 horas de grabación, de las que quedarán de entre 16 y 18 de audiolibro. Las diferencias dependen de la velocidad de lectura, según el género y estilo del material”, explica Diego Biuso, jefe de Producción de la empresa argentina de audiolibros ReadingU que trabaja activamente, entre otras, con Storytel.

La elección de la voz del audiolibro es clave. Todo el encanto de ese viaje radica en la calidad literaria del texto pero también en cómo es enunciado. Una obra de teatro, un guion de cine o TV cobran materialidad cuando son actuados, cuando alguien los corporiza. Algo de esa energía está presente también en este modo híbrido de la comunicación que es el audiolibro.

Universo accesible

“Generalmente las empresas productoras de audiolibros convocan a castings que consisten en la grabación de un texto con pautas específicas como la edad de la voz, el acento (si va a ser en rioplatense o en español neutro o con regionalismos) y el tipo de interpretación, si es lectura dramática, irónica o misteriosa o un poco de cada una. Por supuesto, la escucha se da naturalmente durante la grabación, y en el momento se regraban frases para que suenen mejor. Siempre es bueno escucharse. A veces quienes eligen la voz son los mismos autores y es gratificante poder transmitir su mensaje y también hacer accesibles esos contenidos”, dice la locutora Gladys Benítez, con amplia experiencia en la narración en voz alta. Cuando aún era estudiante, comenzó como voluntaria en la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC) donde grabó numerosos libros parlantes. Esta semilla plantada en 2001 creció hasta hoy: además de grabar audiolibros para todo tipo de públicos, es audiodescriptora desde 2009, para productoras, plataformas, asociaciones, directores de cine. La audiodescripción es una técnica artística que consiste en la escritura de un guion descriptivo dirigido a personas ciegas y narrado por una voz en off que acompaña, narra acciones y describe espacios y características de los personajes.

La locutora Gladys Benítez graba libros desde hace veinte años y también es audiodescriptora: graba descripciones de los componentes visuales de una producción, por ejemplo, teatral para que las personas ciegas tengan un acceso más amplio al goce estético. (Imagen: gentileza Gladys Benítez)
La locutora Gladys Benítez graba libros desde hace veinte años y también es audiodescriptora: graba descripciones de los componentes visuales de una producción, por ejemplo, teatral para que las personas ciegas tengan un acceso más amplio al goce estético. (Imagen: gentileza Gladys Benítez)

“Escribo los guiones y grabo las narraciones. El objetivo es describir los componentes visuales de ese universo ficcional para que sea accesible a muchas más personas y se garantice su derecho al acceso a la cultura, la información y el goce estético de las obras, ítem mencionado en varios artículos de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad”, dice Benítez que trabaja esta especialidad para el Área de Gestión de Públicos del Teatro Nacional Cervantes, el único teatro público nacional de la Argentina con un nutrido programa de accesibilidad desde 2017. Su tarea consiste en la audiodescripción de las obras, la grabación de audiolibros, audiointroducciones, información sonora para programas de mano, fichas artísticas que se alojan en códigos QR y guiones para las visitas táctiles. Para estas acciones, el área cuenta con la supervisión y aportes de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Ambliopes (FAICA).

El audiolibro ha sido desde siempre un gran compañía y herramienta para las personas ciegas. No la única sino una más, según la ocasión y la preferencia, tal como explica Carlos García, miembro de la FAICA: “No hay una competencia de formatos sino que depende de cada situación. Si quiero leer un poema, prefiero el braille porque me da un acercamiento íntimo y más directo y lo voy a leer con mi propia voz, que genera una huella psíquica interior. Si quiero navegar por las redes, por ejemplo, uso un lector de pantalla. Y si quiero escuchar una historia contada por una voz sugerente, el audiolibro”.

Los formatos se complementan: por ejemplo, Carlos García, de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Ambliopes, prefiere el braille para la poesía y el audiolibro para otros géneros. (Imagen: gentileza Carlos García)
Los formatos se complementan: por ejemplo, Carlos García, de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Ambliopes, prefiere el braille para la poesía y el audiolibro para otros géneros. (Imagen: gentileza Carlos García)

Las personas ciegas tienen distintas maneras de leer. El sistema de lectoescritura braille es la puerta a la alfabetización, la lectura en silencio y la autonomía. Pero tiene el problema del tamaño: 100 páginas en tinta son unas 400 en braille. En este sentido, han sido una gran solución los lectores de pantalla, programas para cualquier computadora que verbalizan la información visible en el monitor con una voz sintética. En lugar del mouse, las personas ciegas se manejan con el teclado aprendido de memoria. De ese modo, pueden acceder a las aplicaciones de Windows, tanto para la lectura como para la producción de un texto, navegar por internet, manejar su correo electrónico y chatear.

Por su parte, los audiolibros resultan muy elegidos para textos literarios ―pero, por ejemplo, no sirven para el trabajo académico porque no se pueden citar― y especialmente son los preferidos por los adultos mayores que han perdido la vista y no leen braille.

Tiflolibros es la primera biblioteca digital para ciegos de habla hispana, con sede en la Ciudad de Buenos Aires. Su nombre se debe a la isla de la mitología griega donde se desterraba a los ciegos para que sobrevivieran como pudieran. Sea o no real que haya existido tal lugar, no hay duda de que mucho se avanzó desde entonces. Formada hace más de veinte años, la biblioteca hoy dispone de más de 42.200 libros en formato digital, de los cuales más de 34.000 están disponibles en audio y para su impresión en braille. A estos archivos de computadora acceden más de 5.000 usuarios con discapacidad visual de América, Europa y Asia y 160 instituciones que a la vez distribuyen los libros a sus usuarios. Y todo es gratuito. Con una clave y contraseña, en la web de Tiflonexos se puede acceder a la biblioteca, consultar el catálogo y el libro elegido es enviado automáticamente al mail del usuario. Por otro lado, hay un tipo de servicio, en general pedido por mayores de 70 años: el envío de los libros por correo en formato CD con la misma voz del software lector de pantalla. En un envase u otro, se trata de audiolibros, una gran travesía de la Historia y su incorregible voluntad de perpetuarse, desde que los antiguos narradores orales describían con detalle las hazañas de los héroes a sus seguidores, muchísimo antes de imaginarse el papel.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.

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