“No hay que esperar a tener una emergencia. Se puede tomar como un compromiso de rutina: un par de veces al año ir a donar sangre. ¿Para quién? No importa. No sé para quién. Sé para qué: para ayudar a que alguien tenga vida”. Quien habla es Roberto Peláez, tiene 51 años y es de Lanús, docente, escritor y donante de sangre en el banco del Hospital de Pediatría Profesor Dr. Juan P. Garrahan que no recurre a las familias de los pacientes sino a voluntarios que cubren las necesidades y más.
El próximo 9 de noviembre es el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre en Argentina. A su vez, este año es el décimo aniversario de este modelo de donación 100 % voluntaria.
Se trata de una convocatoria de voluntarios que son quienes donan sangre para una persona que no conocen y se diferencia de la modalidad más habitual, que es la donación de reposición: cuando alguien necesita ser internado u operado, o si algún familiar tiene una enfermedad hematológica (de la sangre) u oncológica (cáncer), los hospitales o centros de salud piden que se aporten ‘x’ cantidad de donantes. Es decir, se le pide a alguien que done para una determinada persona, porque está pasando por un cuadro de salud que lo requiere. Así es como estamos acostumbrados a donar: vamos cuando hay un pedido de algún familiar o amigo, o una convocatoria por los medios o las redes sociales.
“La sangre no se fabrica y, además, se vence. Por ejemplo, las plaquetas se usan mucho para los pacientes trasplantados de médula ósea y solo duran 5 días. Sin donantes voluntarios, no hay manera de que los pacientes puedan seguir con sus tratamientos”, dice la pediatra Silvina Kuperman, a cargo del banco de sangre del Garrahan. Ella trabaja en el hospital desde el 2000, cuando entró a la beca de hemoterapia e inmunohematología. Después fue médica de planta y en el 2012 concursó para la Jefatura del servicio del Centro Regional de Hemoterapia, que es el Banco de Sangre y el Banco de Sangre de Cordón Umbilical que desde entonces dirige.
“Este banco se caracteriza por trabajar con promotores comunitarios de la donación de sangre y hacer colectas en empresas, universidades, escuelas y municipios. El hospital sale a la comunidad. Llevamos los equipos, los insumos y el personal: técnicos en hemoterapia, médicos especialistas. Atendemos a los donantes en el lugar donde las personas estudian, trabajan o se divierten. Son personas que dan su tiempo, su sangre y su altruismo para quien lo necesite. Sin conocer para quién lo hacen”, define Kuperman.
Entre los muchos reconocimientos que viene acumulando este programa, en 2021 fue declarado de interés por el Senado de la Nación, por impulso de la Fundación Continuar Vida. Además, la Asociación Argentina de Hemoterapia, Inmunohematología y Terapia Celular lo reconoció por sus 10 años de trabajo en la donación 100 % voluntaria.
Un problema con solución
El impulso para diseñar este programa fue solucionar el problema con el que los equipos médicos se enfrentaban todos los días: cuando un paciente necesitaba ser operado, transfundido (varias veces) o trasplantado, aparecía la angustia por resolver la donación de sangre con las mismas personas que estaban atravesando este desafío: las familias. “Trasladarles la presión o la responsabilidad de traer sus donantes era una situación que no estaba bien”, dice Kuperman.
Por otra parte, en el hospital también se recolectaba mucha sangre que había que descartar porque tenía alta prevalencia de infecciones. Y esto pasa porque cuando una persona se siente apremiada por donar, es posible que en la entrevista no se anime a contar si estuvo ante una situación que implique que su sangre pueda estar infectada por virus, bacterias, parásitos o agentes infecciosos. Cuando el Garrahan implementó este programa de donación 100 % voluntaria, bajó mucho la prevalencia de infecciones transmisibles por la sangre.
Además, cuando se piden donantes a familiares, muchas veces la sangre no está en el momento en que el paciente la necesita. En este modelo, como se hacen colectas todos los días, la sangre está siempre.
“Por un lado, este sistema le saca a la familia la angustia de tener que traer sus propios donantes y por otro lado garantiza sangre más segura y disponible. Resuelve los problemas de la suficiencia de la sangre, de la oportunidad para que esté cuando el paciente la necesita y de la seguridad”, sintetiza Kuperman.
Este modelo se apoya en 5 pilares fundamentales: promotores para colectas externas, donantes, equipo técnico, equipo médico y equipo de difusión.
Puro altruismo
“La necesidad de ayudar al otro fue lo que me llevó a empezar. No me importa quién necesita sangre, yo se la puedo dar. Listo”, dice Roberto, que es donante de sangre desde los 18 años, y desde hace diez, del Garrahan. Va por la 104ª donación de plaquetas y su hija también dona. “Vi nacer este modelo. Cuando empezó en 2011, la escuela Colegio Modelo Mármol —que yo dirigía— tenía un banco de donantes. Después de una colecta de juguetes por el Día del Niño, nos acercamos a la fundación Garrahan a llevarlos y fui al Banco de Sangre. Ahí hice el primer contacto y mi escuela fue uno de los primeros lugares donde se hizo esta campaña”, recuerda. “Fue un quiebre, porque estamos acostumbrados al modelo viejo en el que te piden donantes. No debería ser así. El Garrahan les dijo a las familias: ‘Ustedes no necesitan buscar. El hospital les asegura la sangre’. Para eso tuvo que trabajar mucho; planificar, hacer campañas de promoción, ir a las escuelas, buscar a la gente en sus lugares”.
Lucía Kwist tiene 54 años y es donante desde los 18, vive en la Ciudad de Buenos Aires y trabaja como secretaria general de la Fundación Continuar Vida desde el 2013. Ese año conoció el trabajo del Garrahan y desde entonces es donante voluntaria. Hoy también participa en un grupo que dona para niños con talasemia mayor.
“Estoy convencida de que el modelo de donantes voluntarios del Garrahan es el que hay que implementar”, dice Lucía. “No en todos lados se cuida al donante como en el Garrahan. Te hacen sentir contenido, responden a tus preguntas y hay un criterio uniforme en todo el servicio. Trabajan pensando en darles tranquilidad y respuestas al paciente, al donante y al familiar”, agrega.
“Creo que no tomamos conciencia de que donar sangre nos lleva muy poco minutos y que si bien hay que moverse para ir, hacerlo no te perjudica en nada. El Garrahan también se acerca a la gente. Y te llevás algo cuando sabés que aliviás a alguien que está pasando por un mal momento. Le saca una de sus preocupaciones de la cabeza. Todo lo que conlleva una enfermedad es más que suficiente como para tener que sumarle la angustia de que te falten donantes. Yo estuve en ese lugar por una enfermedad de mi marido, cuando ya era promotora del Garrahan, y esto me dio las herramientas para transitarlo”, cuenta Lucía.
Muchos de estos voluntarios entendieron que es la sociedad la que va a ayudar a que el modelo cambie en todo el país. Que este no sea solo el modelo Garrahan, sino que en todos los centros de salud se implemente la donación de sangre 100 % voluntaria, habitual y altruista.
Lucía forma parte de un equipo de más de 20 personas que trabaja en las campañas de promoción de donación de sangre para acercar el hospital a los lugares donde está la gente.
Gisele Lengas tiene 35 años y vive en Sarandí, Avellaneda. Su mensaje es claro: “La donación de sangre es un pequeño pinchazo que puede salvar muchas vidas”. Gisele trabaja como administrativa en el Hospital Santa Lucía. “Hace varios años que dono sangre. Lo hacía cuando me pedían y empecé a donar en el Garrahan porque convocaban por los medios de comunicación. Dono plaquetas regularmente. Creo que es una de las mejores cosas que hay. Salva vidas. Es algo que no lleva más que un rato, pero ayuda a mucha gente de formas que ni nos imaginamos”.
Lo ideal sería que todas las personas se acercaran a donar. Pero si hay quienes quisieran colaborar y no se animan, les queda lejos el hospital o no pueden ser donantes por haber tenido hepatitis B, no ser elegible o la razón que fuere, se puede compartir la información, correr la voz o armar una campaña. Los donantes voluntarios invitan a perder el miedo y sumarse a esta cadena virtuosa.
Todos pueden
Todos los hospitales necesitan sangre para funcionar y satisfacer las necesidades de sus pacientes. Cualquier persona que esté cerca de una clínica, de un hospital, de un servicio de salud donde hay un banco de sangre puede acercarse a preguntar si es elegible para donar.
En el caso del Garrahan y de muchos otros centros, se puede tomar un turno entrando al ícono de donar sangre de su página web. La página del Gobierno de la Ciudad también tiene un enlace para hacer donaciones de sangre y también está la plataforma DONARG, una iniciativa que, en alianza con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y otras entidades, busca fomentar la donación voluntaria cuidando la salud del donante.
Para donar sangre hay que tener más de 18 años, llevar documento de identidad, desayunar muy bien y descansar la noche anterior. Es un proceso que no lleva más de noventa minutos.
En el Hospital Garrahan las mujeres pueden donar hasta 2 veces por año y los hombres hasta 3. Para más detalles se pueden consultar los criterios de elegibilidad y preguntas frecuentes.
Kuperman agrega: “Me gustaría animar a las personas que donaron alguna vez o no lo hicieron nunca a que se acerquen a los servicios de hemoterapia, a los bancos de sangre que tengan cerca. Que no se queden con dudas. Que ante cualquier pregunta que tengan, la hagan. Si el 1 % de la población donara dos veces por año, no haría falta pedirles a los pacientes que trajeran sus voluntarios. La mayoría de las personas que están sanas pueden ser donantes de sangre”.
Por qué se necesita
La donación de sangre es imprescindible porque por ahora no hay ningún avance científico o tecnológico que permita fabricarla en forma farmacológica o sintética. Es la única forma de satisfacer la necesidad de transfusiones de glóbulos rojos, de plaquetas y de plasma. Para tener dimensión de esta necesidad, alcanza con mirar los números y tener en cuenta que detrás hay personas. Solamente en el Garrahan, por ejemplo, cada semana se transfunden casi 600 unidades de componentes de la sangre para el tratamiento de niños con enfermedades de mediana y alta complejidad como leucemias o anemias crónicas severas, o que son sometidos a trasplantes, sufrieron accidentes o necesitan una cirugía. Todos necesitan transfusiones de sangre para recuperarse. Se requieren 60 donantes diarios para cubrir la demanda de esas 600 transfusiones semanales.
El Garrahan tiene 240.000 consultas médicas, 9.000 cirugías de alta complejidad y 18.500 internaciones anuales.
El banco de sangre de este hospital también organiza talleres educativos en escuelas y otros organismos, para contarle a la comunidad sobre la importancia de la donación altruista y repetida de sangre y concientizar acerca de la necesidad de compromiso social. Se pueden pedir al 4308-2653 de lunes a viernes de 8:00 a 16:00 h o enviando un e-mail a hemoterapia@garrahan.gov.ar.
También se puede ser promotor y ayudar difundiendo el mensaje del Hospital Garrahan. Para esto hay cursos de formación de promotores de la donación altruista de sangre. Su objetivo es brindar información y capacitar agentes promotores. Se dan una vez por año con inscripción abierta y gratuita y los dictan médicos, técnicos, educadores y sociólogos.
Voluntarios en la emergencia
“Gracias a los donantes de sangre voluntarios, durante la pandemia se pudieron seguir haciendo cirugías y transfusiones. Hubo sangre y fue gracias a personas que superaron la barrera del miedo y con todas las precauciones, se acercaron a donar” cuenta Kuperman.
Este modelo logró que mientras en todos los centros de salud los donantes escaseaban, el banco del Garrahan tuviera suficiente sangre. No faltó ni un solo día en toda la pandemia pese a las restricciones y al aislamiento social preventivo y obligatorio.
El 80 % de los donantes voluntarios del Garrahan son atendidos en colectas externas y con el cierre de colegios, universidades, empresas y municipios, el año pasado, en solo 48 se suspendieron todas las que se habían planificado. Esto obligó a replantear las estrategias de convocatoria y atención de los donantes, en función de su seguridad y la del personal.
Los promotores comunitarios y los donantes fidelizados se pusieron espontáneamente a disposición y trabajaron colaborativamente con el banco. Buscaron nuevos espacios, se adaptaron a los cambios en procedimientos, contactaron a voluntarios que habían concurrido alguna vez, redujeron la cantidad de personas por colecta para mantener la distancia social, diseñaron una nueva versión de la lista de chequeo de espacios físicos para las recolecciones externas, planificaron atención con turnos asignados y muchas más medidas de bioseguridad para garantizar un flujo de donaciones sostenido y seguro.
Aunque durante la cuarentena la demanda de sangre también disminuyó, el Garrahan cubrió la totalidad de las necesidades de sus pacientes y contó con un stock de seguridad. La proporción de donantes repetidos subió en comparación al año anterior y se logró el autoabastecimiento sin necesidad de reprogramar ninguna prestación clínica o quirúrgica por falta de sangre. Además, el hospital colaboró con otras instituciones que lo necesitaron.
También en la emergencia, quedó demostrada no solo la eficacia sino también la humanidad del modelo. Como define Kuperman: “Este es un programa en el cual es la sangre la que está esperando al paciente y no el paciente a la sangre”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN