La propuesta de una ONG europea para recuperar pueblos rurales: abrir mil cafés

Con la consigna “reinventemos el café del pueblo”, el Proyecto Mil Cafés de la empresa social europea Grupo SOS está inaugurando o ayudando a revitalizar cafés multifunción en pueblos franceses con menos de 3.500 habitantes para recuperar un espacio que históricamente ha sido el centro de la vida social, generar puntos de encuentro y debatir los temas de interés de la comunidad. Tiene dos años y va por el proyecto número 100

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En todo el mundo los cafés constituyen espacios de identidad y vínculo social. Encontrarse en un café es una costumbre arraigada que atraviesa fronteras y generaciones desde que esos espacios se empezaron a difundir a mediados del siglo XVII. El Grupo SOS, una organización creada en 1984 que es modelo de gestión de oportunidades de desarrollo social sin fines de lucro, ideó un plan para revitalizar los pequeños pueblos rurales franceses con el Proyecto Mil Cafés, que propone recrear estos comercios en regiones donde han desaparecido o están en crisis.

En su análisis del proyecto, el Grupo SOS encontró una tendencia común a todos los pueblos que se busca reactivar. Si bien los territorios rurales franceses tienen situaciones económicas, sociales y demográficas diferentes, en todos se comprueba un sentimiento de abandono que los habitantes vinculan con la pérdida de servicios esenciales y lugares de encuentro social. Las estadísticas ayudaron a encontrar el camino para superar esa sensación: el 31 % de los franceses viven en pueblos de menos de 3.500 habitantes, el 53 % de esos pueblos no tiene comercios y el 80 % de los pobladores rurales apoya la apertura de cafés en localidades donde su ausencia es una clara muestra de la desarticulación social que genera el desarraigo.

En La Trousebièrre, en Zoudasques,
En La Trousebièrre, en Zoudasques, casi en la frontera francesa con Bélgica, un ejemplo del modelo: el alcalde promueve el proyecto y la comuna paga el sueldo del gerente; la ONG gestiona apoyos privados y estatales. (Imagen: gentileza Mil Cafés)

El proyecto fue presentado en septiembre de 2019 y la primera acción fue ponerse en contacto con los alcaldes de los 32 mil pueblos rurales de Francia que no superan los 3.500 habitantes para que aquellos que estén interesados en tener su café multifunción lo soliciten.

El resultado fue un éxito, 1200 alcaldes se anotaron para que se tuviera en cuenta a sus pueblos y hubo 3 mil interesados en participar como gerentes de los locales. Muchos de esos postulantes son personas que viven en ciudades más pobladas y están dispuestas a hacer un cambio en su vida a cambio de un salario mínimo y hospedaje en los pequeños municipios.

Para que sean auténticas expresiones locales, los cafés no están pensados como franquicias en las que se repite un modelo y una identidad. En este proyecto, los vecinos de cada pueblo deciden el lugar, la decoración, el nombre y lo que se va a servir en el local. El objetivo central es que los cafés sean espacios de servicios múltiples y faciliten el encuentro de los habitantes de las comunas en un lugar donde expresar sus demandas e ideas.

En líneas generales, la “multifunción” de estos cafés abarca una serie de actividades que pueden resultar habituales en las grandes ciudades, pero que constituyen una necesidad social de primer orden en lugares aislados, como el servicio de conectividad a internet o la posibilidad de recibir y enviar paquetes por correo. Incluso, en muchos de los poblados en los que ya están operando, los cafés sirven de proveeduría de alimentos, especialmente los de producción local y regional.

La mitad de los pueblos
La mitad de los pueblos rurales no tiene comercios y el 80 % de sus habitantes apoyan la creación de un café como lugar de reunión y venta de, por ejemplo, productos de la región.

“Siempre pasa algo en el café”, es uno de los eslóganes de la campaña 1000 Cafés y la actividad en las 31 experiencias que ya se han abierto refuerzan ese concepto. Especialmente en el ítem referido a los múltiples usos del salón, que sirve para asomarse a algunas posibilidades recreativas de la vida rural francesa.

La oferta de acontecimientos culturales y encuentros asociativos incluye la organización de una noche española con paella, sangría y flamenco, ofrecida por el café Le Local, para las 950 almas del pueblo de Oyeu; la “agradable velada de belote (un juego de cartas muy popular en Francia) para jugar y conocer gente”, que propone la cafetería L’Estanquet a los 819 parroquianos de Murat-sur-Vèbre o la opción más televisiva del bar Delicatresson, de Tresson, que aprovecha una nueva temporada de la versión francesa del programa La Voz para organizar reuniones en las que algunos de los 486 vecinos del pueblo se animan a cantar.

En algunas comunas, el programa permite una segunda vida a viejos cafés que fueron cerrados hace tiempo. Es lo que sucede con el Café Ragey, de Chamboeuf (1600 habitantes), que se recicló para ser reabierto en julio de este año con un emotivo mensaje: “Avisen a sus abuelos, su lugar de vida reabre con el espíritu de un café multiservicio. (…) Un lugar para vivir y compartir como cada vez hace más falta en las pequeñas comunas”.

Cómo se gestionan

El apoyo en la gestión para que el café perdure de forma sustentable queda a cargo del Grupo SOS, cuya tarea central es establecer alianzas con otras organizaciones sociales, organismos públicos y empresas privadas para desarrollar los proyectos. La empresa social también acondiciona los locales de modo que, además de la actividad típica del café, haya un espacio para reuniones, debates o cualquier actividad que la comunidad requiera.

Los vecinos en la inauguración
Los vecinos en la inauguración de Délicatresson en Tresson, unos 200 kilómetros al oeste de Nantes. (Imagen: gentileza Mil Cafés)

Los municipios deben disponer de un lugar donde funcionará el café y alojar a los dos empleados que lo atenderán. Mil Cafés se sostiene con recursos de distinto origen como el Ministerio de Cohesión Territorial y la Oficina por la Igualdad Territorial —dos organismos nacionales franceses destinados al desarrollo local— y aportes de diez empresas privadas y de ciudadanos interesados en apoyar este tipo de iniciativas con “acciones sociales” un instrumento financiero —de ahorro, no especulativo— que existe en algunos países europeos.

El último 9 de octubre se celebró la aprobación de los primeros cien cafés del proyecto. Fue en la comuna de Tresson, ubicada en el noroeste francés y de la ceremonia participaron 60 alcaldes de localidades rurales beneficiadas con la propuesta y el presidente del Grupo SOS Jean-Marc Borello, un reconocido activista y político, cuya organización lleva 35 años creando redes solidarias en toda Europa y en países de África y Asia.

Diez empresas, entre ellas la
Diez empresas, entre ellas la cervecera Kronenbourg, apoyan el proyecto de abrir mil cafés en los pueblos. (Imagen: gentileza Mil Cafés)

Acción territorial

El Grupo SOS es una empresa social líder en Europa que en sus inicios estuvo vinculada a la atención del VIH-sida, puntualmente con sistemas dirigidos a personas con adicciones. Desde esa experiencia, la propuesta de sus impulsores ha sido trabajar contra todo tipo de exclusión. La organización cuenta hoy con 21.600 empleados y en su página web se ufana de no tener ningún accionista, como una demostración de que se puede crecer desde una perspectiva empresarial humana sin depender del mundo financiero.

Mil Cafés es el primer proyecto de su división de Acción Territorial, un sector que busca “construir soluciones para desarrollar y mejorar la vida local”. La organización tiene otro programa similar llamado Cafés Barriales, que trabaja sobre la misma forma de recrear lazos sociales, pero en zonas urbanas. En este caso, se apoyó a 50 comercios de cercanía ya existentes que presentaron proyectos elegidos “en función de su capacidad para satisfacer las necesidades cotidianas del barrio, fomentando la cohesión entre vecinos”, según se explica en la convocatoria lanzada en septiembre de 2020.

La Calmagne, en Baigneux-les-juifs, región
La Calmagne, en Baigneux-les-juifs, región de Borgoña, se inauguró el año pasado. (Imagen: gentileza Mi Cafés)

En Francia, en la década de 1960, había unos 200 mil cafés, pero esa costumbre de encuentro se fue perdiendo y actualmente el número no llega a los 40 mil. Si las ciudades sufren esta desaparición, mucho más lo sienten las áreas rurales en las que se han perdido los cafés o apenas sobreviven con muchas dificultades como un síntoma de las consecuencias del desarraigo y las dificultades de comunicación en la vida local. El café compartido busca restaurar ese tejido social.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN

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