“Me bajé la aplicación hace un mes y ya la usé cuatro veces. Es útil, fácil de usar y rápida: no pasan más de 30 segundos hasta que me atiende un voluntario. Mis preguntas son muy concretas. Trabajo en Teatro Ciego y tengo que ir vestido de negro, entonces suelo preguntar si ese pantalón es negro o si esa remera es la del teatro, por una cuestión de ir bien vestido al trabajo. Siempre tengo respuestas inmediatas y concretas”, cuenta Facundo Bogarín, de 33 años, que vive en CABA y es músico y actor.
“En mi familia, mi mamá, mi papá, mi hermano y yo, los cuatro somos ciegos. Mis padres viven sin nadie que vea y les digo: ‘Tienen que bajarse esta aplicación y usarla ya mismo, es muy útil’. En el caso de las personas ciegas que viven solas es un montón una herramienta así”, agrega.
Habla de Be My Eyes ―en español, “sé mis ojos”―, una aplicación gratuita que conecta por videollamada a personas ciegas y de baja visión con voluntarios videntes. Está presente en 150 países con voluntarios que ofrecen su asistencia en 180 idiomas, y en el mundo ya hay más de 340 mil usuarios que cuentan con más de 5 millones de personas que ofrecen sus ojos para simplificarles un poco la vida.
“Con mucha frecuencia escuché a gente ciega decir: ‘Oh, si tuviera un par de ojos solo una o dos veces al día, podría hacer mucho más por mi cuenta’, dijo Hans Jorgen Wiberg, su creador, en un evento TEDx en Copenhague, Dinamarca.
Basado en esa necesidad y en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que casi 1.300 millones de personas conviven con algún tipo de disminución visual, Wiberg creó Be My Eyes, que viene a facilitarles todo tipo de acciones de la vida cotidiana.
En la Argentina, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) estima que hay casi un millón de personas ciegas o con baja visión. Will Butler, vicepresidente de Comunidad de Be My Eyes dice que en el país hay 28.000 personas usuarias y voluntarias de la aplicación, " y muchas más a lo largo de toda Latinoamérica”.
Cómo funciona
Al descargarla en el celular, la aplicación da la opción de registrarse como usuario o como voluntario. Pide muy pocos datos básicos, manda un e-mail para verificar la dirección de correo electrónico, pregunta cuál es el idioma principal (y secundarios, si los hubiera) y listo. Después, ofrece una prueba a través de tres simples pasos con un video pregrabado.
Cuando una persona pide ayuda a través de Be My Eyes, varios voluntarios reciben una notificación y el que primero responde se conecta con ella. Para contestar un pedido solo hay que aceptar la videollamada.
La aplicación funciona de manera similar a las de viajes compartidos, en las que los usuarios se conectan con otros que comparten el mismo idioma y zona horaria. “Las personas se conocen y se conectan a nivel humano”, cuenta Butler, “a veces bromeo diciendo que es la primera red verdaderamente social, porque son dos personas que se ayudan entre sí”.
En las FAQ (frecuently asked questions o preguntas frecuentes), la aplicación incluye información sobre buenas prácticas.
Cuando alguien solicita ayuda
La eficacia de esta aplicación se apoya en que siempre que una persona necesite asistencia visual haya otra dispuesta a asistirla. El usuario puede comunicarse en su idioma con una red mundial de voluntarios videntes listos para ayudar y resolver cualquier duda. Se pueden hacer tantas llamadas como sea necesario y no hay límites en su duración. La enorme comunidad de voluntarios supone que la mayoría de las consultas serán atendidas en menos de 30 segundos.
Be My Eyes puede usarse para cualquier asunto que necesite asistencia visual. Por ejemplo, buscar objetos caídos o extraviados; recibir la descripción de imágenes, cuadros o piezas artísticas; saber de qué color es un objeto; leer etiquetas; resolver cuestiones informáticas; conocer la fecha de vencimiento de un producto; recibir la descripción de un nuevo entorno o moverse en espacios desconocidos o leer la grilla de horarios de un medio de transporte entre muchos otros.
Aunque muchos usuarios necesitan ayuda con tareas cotidianas, otros usan la aplicación para eventos extraordinarios, como revisar un vestido de novia antes de caminar hacia el altar, ayudar a devolver un perro perdido o encontrar una tumba en un cementerio.
Sobre cuánto se ha expandido el uso de esta aplicación, Bogarín dice: “Creo que en Argentina le falta difusión entre las personas ciegas. Yo la conocí porque me la mostró Martin Bondone, fundador y director de Teatro Ciego. Si no, no me enteraba. Entiendo que voluntarios videntes por suerte hay muchísimos. Estoy seguro de que todos los ciegos que la conozcan la van a usar, por lo práctica y fácil que es y las soluciones que brinda. Lo bueno de esta app es que es muy dinámica, te registrás en dos minutos. Hay aplicaciones mucho más complicadas. A mí no me hace tanta falta porque vivo con mi pareja y ella ve, y así y todo, ya la usé varias veces, así que claramente es útil”.
Cuando un vidente recibe una videollamada
“Creé mi usuario después de leer un comentario de alguien en Twitter. Cuando investigué de qué se trataba, me interesó ser útil. Bajé la app a principios de septiembre y la primera semana de octubre me contactó una persona, pidiéndome ayuda para identificar la denominación de unos billetes. Me los mostraba y yo le decía el monto. Me tomó por sorpresa y fue breve, pero muy gratificante” cuenta Santiago Giordano de 33 años que vive en Olivos, provincia de Buenos Aires.
Como voluntario vidente se puede ayudar con la simple acción de instalar la aplicación. Cuando se responde un pedido de asistencia, se establece una conexión de video unidireccional en la que se ve lo que el usuario ciego o con disminución visual enfoca con su cámara. Por unos minutos, el voluntario ejerce de guía.
Debido a la gran cantidad de voluntarios que tiene la aplicación, puede que no se reciba una llamada en días, semanas o meses. O puede que sí. Solo se reciben llamadas entre las 8 y las 21.
Si el voluntario está ocupado cuando recibe una llamada, no hay problema: otro atenderá. Tampoco hace falta tener abierta permanentemente la aplicación: las consultas llegarán siempre que se mantenga registrado en su cuenta de Be My Eyes.
Esta comunidad en línea es la más grande que existe para personas ciegas y con baja visión y una de las plataformas de microvoluntariado más numerosa del mundo. Cada día, más voluntarios se registran para prestar su vista a personas ciegas y con baja visión, ayudándolas a enfrentar desafíos y resolver problemas. Aunque esta aplicación nació para facilitar tareas de usuarios, su creador asegura que también mejoró la vida de muchos voluntarios, que sienten tanta satisfacción al prestar sus ojos que se convirtió en una prioridad.
Este es el caso de Valeria Brennan, que tiene 60 años, vive en Uruguay y empezó como voluntaria en 2019. “Es muy lindo poder ayudar a las personas que llaman. Me tocaron distintos casos, como leer fechas de vencimiento de remedios, identificar bolsitas de condimentos o ver si la carne estaba a punto. La que más me emocionó fue una chica que salía a trabajar y quería saber cómo le había quedado el maquillaje. En general, los que llaman son prácticos, solucionan y agradecen siempre muy amorosamente. ¡Yo seguiría hablando! Veo muy útil la aplicación porque los usuarios no dependen de sus familiares. Las de Be My Eyes son las únicas llamadas que atiendo aunque esté ocupada”, cuenta Valeria.
Mónica Finkelstein tiene 65 años y es de la Ciudad de Buenos Aires. “Tengo una hija de 36 años con discapacidad visual y soy consciente de lo difícil que es andar por la vida sin ver bien”, dice y relata su experiencia: “Leí comentarios de dos voluntarias en Twitter. Me pareció genial y me gusta ser útil. Me anoté y atendí dos llamadas. A otras no llegué. La primera vez era para saber si estaban cocidas unas galletitas y la otra para conocer el valor de unos billetes. Recomiendo participar. Es una experiencia única que me hace sentir plena. ¡Y los usuarios son tan agradecidos!”.
La historia
“Tengo la esperanza de que, al ayudarnos unos a otros como comunidad en línea, Be My Eyes marque una gran diferencia en la vida cotidiana de las personas ciegas y de baja visión en todo el mundo”, dice Wiberg.
Wiberg es fabricante de muebles y tiene una discapacidad visual progresiva. Como cuenta en su charla Ted, la historia de la plataforma empezó en Dinamarca en 2012. En ese momento trabajaba en la Asociación Danesa de Ciegos aconsejándolos sobre cómo cocinar y se dio cuenta de que muchas personas necesitaban algo de ayuda para resolver pequeños desafíos cotidianos. Un día, un amigo ciego le contó que recurría a las videollamadas para conectarse con familiares y amigos que lo ayudaban con tareas concretas. Fue en ese momento que se le ocurrió la idea de Be My Eyes.
Ese mismo año, Wiberg presentó su idea en un evento de start-ups danés y el 15 de enero de 2015 lanzó la aplicación Be My Eyes para iOS, que tuvo más de 10.000 usuarios en las primeras 24 horas. En 2017 llegó la versión para Android y hoy se puede acceder a ella con cualquier tecnología.
Desde hace cuatro años la aplicación viene recibiendo infinidad de premios y reconocimientos. La idea se expandió más allá de la propia plataforma: Be My Eyes se está asociando con empresas como Google y Microsoft para ofrecer soluciones accesibles de servicio al cliente y software de recursos humanos para personas con discapacidades visuales. Be My Eyes hoy también ofrece una variedad de soluciones corporativas como Be My Eyes para el Trabajo, Voluntariado Corporativo, Experiencias Be My Eyes y Carreras Be My Eyes. También tiene un pódcast y un blog. Todo a partir de una idea tan simple como profunda: ser capaz de ver por otros, al menos por unos minutos.
___
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN