La Ley N.º 26.844 de régimen especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares fue promulgada en abril de 2013. Hace dieciocho años que la sociedad viene visibilizando y trabajando en las condiciones del empleo doméstico, pero la precariedad y la informalidad laboral siguen siendo, en el 75 % de los casos ―no solo en la Argentina, sino también en Latinoamérica―, la norma.
Para las trabajadoras de casas particulares (el rubro está integrado en su mayoría por mujeres) son muchas las barreras que les impiden ejercer sus derechos. El primer paso necesario y a menudo olvidado es acceder a la información. A esto apunta la aplicación móvil Laudelina desarrollada en Brasil en 2016, que ganó en la categoría Access en la última edición del premio de tecnología EQUALS, una alianza global para la igualdad de género de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) con la GSMA, el Centro de Comercio Internacional, la Universidad de las Naciones Unidas y ONU Mujeres.
El nombre de la aplicación le rinde homenaje a Laudelina de Campos Melo, fundadora de la primera asociación de trabajadoras del hogar en Brasil en 1936. Laudelina les ofrece a las más de seis millones de empleadas domésticas brasileñas calculadoras de salario, beneficios, información acerca de sus derechos y sobre las representaciones sindicales más cercanas. El desarrollo contó con el asesoramiento de sindicatos de trabajadoras del hogar, que transmitieron las necesidades del colectivo.
El objetivo de la aplicación es, además de aportar esta información básica, promover la formación de una red social privada en la que las trabajadoras puedan realizar consultas y compartir información que abarque todos los temas de su día a día, desde condiciones laborales hasta agresiones sexuales. Esta aplicación es una forma de conectar a mujeres, cuyo trabajo es solitario y, muchas veces, invisible porque están solas en las casas de sus empleadores.
“No baje la cabeza, baje la app”, dice una de las promociones de la aplicación, junto con el hashtag #Domésticascomdireitos. Los videos de difusión cuentan la historia de Laudelina e informan sobre el sector; por ejemplo, que el 40 % de las trabajadoras de casas particulares ganan menos de un salario mínimo o que las negras cobran peor que las blancas. La pantalla inicial de la aplicación ofrece seis opciones: mis derechos, calculadora de salarios, cálculo de dimisión, red de contactos, teléfonos y direcciones útiles y denunciar abuso.
El sector que más perdió con la pandemia
La película mexicana Roma, del director Alfonso Cuarón, mostró con honestidad la vida de una familia acomodada y de Cleo, la trabajadora que limpia, cocina y cría a los niños sin horarios laborales establecidos ni contrato legal. Cleo simplemente trabaja desde que se levanta hasta que se acuesta, y eso es todo lo que conoce.
La vida de muchas Cleo puede cambiar con herramientas que les permitan ejercer sus derechos, vincularse con otras trabajadoras e intercambiar experiencias.
Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) demostró que, en el momento más agudo de la pandemia, cuando en muchos países de Latinoamérica se establecieron cuarentenas estrictas que impidieron el acceso de las trabajadoras a las casas de sus empleadores, entre el 25 y el 50 % perdieron sus trabajos en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá.
“La crisis ha puesto de relieve la necesidad acuciante de formalizar el trabajo doméstico a fin de que quienes se dedican a ello accedan al trabajo decente; se ha de comenzar por ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social de todas las personas que desempeñan trabajo doméstico”, señaló el director general de la OIT Guy Ryder.
Fue Yalitza Aparicio, la actriz que interpretó a Cleo en Roma, también embajadora de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) quien, en un mensaje de video de la OIT, se expresó sobre la vulnerabilidad de las trabajadoras durante el pico de la pandemia de COVID-19 y, también, de la crisis laboral, a mediados de 2020.
“Las trabajadoras y trabajadores domésticos que limpian nuestra casa y cuidan a nuestra familia corren un alto riesgo de contagiarse”, dijo Aparicio y agregó que las empleadas solo tenían en ese entonces dos opciones: o dejar de percibir sus ingresos o arriesgarse al contagio. Les solicitaba a los empleadores, por lo tanto, que respetaran el derecho a mantener el trabajo y quedarse en sus casas. “Incluyámoslos en la legislación laboral y en las medidas de emergencia porque al hacerlo forjamos un mundo mejor”, pidió la actriz.
La OIT también ha compartido una serie de recomendaciones para mitigar las consecuencias que la pandemia ha tenido entre las trabajadoras de casas particulares. Entre otras, impulsar medidas para garantizar la retención de empleos en el trabajo doméstico, ampliar y promover las prestaciones por desempleo para trabajadoras domésticas, elaborar protocolos de salud y seguridad que atiendan las especificidades del sector, garantizar la cobertura de salud y fomentar la formalización para todas las trabajadoras de este rubro.
Formalizar el trabajo
En la Argentina, la situación calca la realidad latinoamericana: las tres cuartas partes de las empleadas domésticas trabajan informalmente y entre el 25 y el 50 % perdieron su trabajo durante la pandemia. Recientemente el Gobierno, a través del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de la Nación, el Ministerio de Trabajo y el Banco Nación, anunció el Programa Registradas, que estará abierto de octubre a diciembre de este año y cuyo objetivo es reducir la informalidad del sector.
En este programa el Estado se compromete a pagar durante seis meses hasta la mitad del sueldo de las empleadas de casas particulares que sean inscriptas en la AFIP, con un tope de 15.000 pesos; el incentivo para el empleador tiene un límite según sus ingresos. De este modo busca que los empleadores reconozcan la relación laboral, paguen los aportes correspondientes y garanticen un mínimo de cuatro meses de trabajo luego de terminado el beneficio que aporta el programa.
Las trabajadoras domésticas están solas en las casas de sus empleadores. El hogar de cada uno es un ámbito privado en donde no existe ningún tipo de control, no se fiscalizan las condiciones laborales, no se observa si la trabajadora recibe un trato digno. Puertas adentro de las casas está, tal vez, uno de los más difíciles escenarios laborales. En la Argentina, antes de la pandemia, junto con el comercio, el trabajo en casas particulares era la principal fuente de empleo de las mujeres. Hoy, debido a la enorme pérdida de puestos en el sector que ronda los 300 mil, es la tercera. Están las políticas públicas, los sindicatos y las recomendaciones de organismos internacionales como OIT para mejorar las condiciones de trabajo. Herramientas como Laudelina buscan hacer llegar la información sobre derechos al escenario mismo del empleo doméstico: el interior de las casas, la palma de la mano.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN