Si bien la práctica del matrimonio infantil disminuyó en la última década en todo el mundo, las secuelas que dejó la pandemia de la COVID-19 derribarán ese progreso si no se interviene de forma urgente y eficaz. Según la organización benéfica Save the Children, hasta 2,5 millones más de niñas en todo el mundo corren el riesgo de ser obligadas a contraer matrimonio infantil durante los próximos cinco años. El cierre de escuelas durante los períodos de aislamiento sanitario y la gran cantidad de familias que pasaron de la pobreza a la indigencia son dos factores que marcarán el peor aumento en las tasas de matrimonio infantil en 25 años. Garantizar la escolaridad es una de las claves para evitarlo, según los programas y especialistas que trabajan en el tema.
Los datos son de UNICEF: en diez años, la proporción de mujeres jóvenes que se casaron cuando eran niñas disminuyó en cuatro puntos porcentuales; se pasó de 1 de cada 4 (25 %) a, aproximadamente, 1 de cada 5 (21 %). Aun así, en la actualidad hay en el mundo alrededor de 650 millones de niñas y mujeres que se casaron antes de cumplir los 18 años. Y aun con la reducción lograda y sin considerar los catastróficos efectos de la pandemia, ninguna región está en camino de cumplir la meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible de eliminar para 2030 esta práctica nociva.
El reporte de Save The Children, Global Girlhood Report 2020: How Covid-19 is putting progress in peril, calcula que, solo durante el año pasado, medio millón más de niñas se vieron obligadas a convivir con un varón adulto y el número de matrimonios infantiles llega a alrededor de 12,5 millones.
Se habla de “retrocesos irreversibles y pérdida de progreso” para las niñas. En todo el mundo, el cierre de escuelas ha interrumpido la educación de 1.600 millones de niños y niñas, y la organización estima que 10 millones, en su mayoría mujeres, nunca volverán a la escuela.
En la Argentina
Casi el 5 % de las niñas y adolescentes argentinas menores de 18 años están casadas o conviven con hombres, que en la mayoría de los casos son entre 10 y 15 años más grandes que ellas. El dato forma parte de un relevamiento que realizó la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). El matrimonio infantil, en el país, es un tema ignorado, no está en la agenda política y no se lo identifica como una manifestación de la violencia hacia mujeres y niñas. La médica Mabel Bianco (matrícula 28480), presidenta de FEIM, sostiene que en algunas regiones está naturalizado por pautas culturales y tradiciones que persisten.
“Estas pautas han hecho que se vea normal tanto en el noreste como en el noroeste del país que, por ejemplo, una niña de 12 o 13 años esté conviviendo con un señor de 30; y cuando queda embarazada va a un centro de salud y el mismo personal también lo toma como un hecho natural”, agrega Bianco. Cambiar esta situación exige trabajo y persistencia. Las provincias de Misiones (7,2 %), Chaco (6,9 %) y Formosa (6,4 %) tienen las tasas más altas de niñas y adolescentes que viven en matrimonio o convivencia.
—¿Por qué sube el número en algunas regiones como el NEA?
—La explicación para describir lo que ocurre en las provincias del norte argentino es la misma. Allí es diferente de lo que pasa en otros lugares, como tal vez el Gran Buenos Aires, donde puede pesar el tema económico, cuando las familias no tienen los recursos suficientes para darles a las niñas una vida mejor. Pero en el norte pesa también una costumbre, unos valores que hacen que estas tradiciones se perpetúen.
El trabajo de FEIM analiza zonas específicas de las provincias, ciudades que suelen ser fronterizas o donde hay más migración interna que en otras. Por ejemplo, la localidad de Ramón Lista, en Formosa, donde la tasa es de un 15,4 %, es decir, que duplica la media provincial.
El estudio diagnóstico de FEIM —que se presentó el mayo pasado— fue realizado en el marco del Proyecto Matrimonios y Uniones Convivenciales en la Argentina, que se desarrolla desde octubre de 2019 con el apoyo del Fondo Fiduciario de ONU Mujeres para la Lucha contra la Violencia. El análisis, además, incluye a la Argentina en el contexto regional. Latinoamérica y el Caribe es la región que mayor incremento de matrimonios y uniones convivenciales infantiles ha tenido en los últimos años.
El estudio diagnóstico cuanti-cualitativo que realizó la FEIM relevó uniones formales o informales en las que una o ambas partes tienen menos de 18 años. Se considera que el matrimonio infantil es forzado si una de las partes o ambas no lo consintieron libremente. En los casos de menores de 15 años siempre se identifica como forzado, ya que en el marco legal argentino a esa edad no se tiene la capacidad de consentir. Las problemáticas que se desprenden de esta situación son: el abandono escolar, la maternidad adolescente, el aumento de casos de violencia de género y mayor riesgo de infección de VIH.
Maternidad temprana
La asociación civil Haciendo Camino realizó una encuesta a 300 madres de los centros de trabajo que tiene en localidades de Santiago del Estero y Chaco, con el objetivo de indagar acerca del inicio de la maternidad y de cómo es dar a luz en zonas donde es habitual el aislamiento, la falta de recursos y el déficit en el sistema de Salud. El promedio de edad en la que las madres encuestadas tuvieron su primer hijo es de 18 años. El 87 %de ellas lo tuvo antes de los 21 años, el 73 % antes de los 19 y el 47 % antes de los 17. Solo el 13 % fue madre primeriza después de los 22 años.
La maternidad temprana es una de las consecuencias de estas uniones forzadas. Aunque no es correcto establecer una causalidad a la inversa: no todos los embarazos en la infancia y la adolescencia, en la Argentina, provienen del matrimonio infantil (los números de embarazo adolescente e infantil en el país son muy superiores: la media nacional es que el 13 % de los nacidos por año tienen una mamá menor de 19 años y la proporción se eleva a alrededor del 20 % en el NEA; en cuanto a la maternidad infantil, cada día en el país entran a una sala de partos 7 niñas menores de 15 años, como se desprende de la estadística que publica todos los años el Ministerio de Salud de la Nación).
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el matrimonio infantil pone en riesgo la vida y la salud de las niñas y limita sus perspectivas. Las niñas que son obligadas a contraer matrimonio suelen quedar embarazadas en edades en las que la gestación y el parto son de alto riesgo para la salud. Las complicaciones perinatales son la principal causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años en los países en desarrollo. El informe de Save the Children también predice que en el año de la pandemia podrían haber quedado embarazadas un millón de niñas y adolescentes más que lo habitual.
Las regiones más afectadas
La región con más cantidad de matrimonios infantiles es el sur de Asia, donde se espera que casi 200.000 niñas más se vean obligadas a contraer matrimonio este año debido al impacto económico de la pandemia del coronavirus.
La India, donde se produce un tercio de los matrimonios infantiles a nivel mundial, ha sido uno de los países más afectados por la COVID-19, tanto en términos sanitarios como económicos. El país ha reportado más de 6 millones de contagios, que se multiplican al ritmo más rápido del mundo.
El aislamiento total dispuesto en marzo de 2020 —con apenas horas de anticipación para este país con una población de 1.300 millones de habitantes— dejó a millares de trabajadores sin ingresos y a sus familias en la indigencia. La economía de India se contrajo casi un 24 % en el último trimestre; incluso después de que se levantó el bloqueo, la industria y, por lo tanto, las oportunidades laborales se han reducido enormemente.
Con los padres de las familias de bajos ingresos sin trabajo y las escuelas cerradas indefinidamente, en la India los niños y las niñas son forzados a trabajar y/o contraer matrimonio.
Kevin Watkins, director ejecutivo de Save the Children Reino Unido, dijo: “Un riesgo en aumento de violencia y explotación sexual combinado con una creciente inseguridad alimentaria y económica, especialmente en emergencias humanitarias, significa que muchos padres sienten que no tienen otra alternativa que obligar a sus hijas a casarse con hombres que a menudo son mucho mayores. Estos matrimonios violan los derechos de las niñas y las dejan en mayor riesgo de depresión, violencia de por vida, discapacidades e incluso la muerte por parto”.
Los informes de los estados indios afectados por la pobreza, como Jharkhand, sugieren que el número de niños y niñas víctimas de trata aumentó en más del 600 % en abril y mayo, durante el cierre total.
La Organización Internacional del Trabajo dijo recientemente que la pandemia de coronavirus puede conducir a un aumento del trabajo infantil por primera vez en 20 años.
Violencias
El matrimonio infantil es en sí mismo una situación de violencia, de violación de los derechos humanos de las niñas y adolescentes. En ese contexto quedan expuestas a más violencia. Entre los indicadores que estudió FEIM, en la Argentina, están los informes sobre femicidio de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia. “Del período 2017-1019 pudimos comprobar que entre las víctimas de femicidios de entre 14 y 19 años había quienes estaban conviviendo, es un factor más de riesgo”, suma Bianco.
La línea 144, del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de la Nación, durante el 2019 y el primer semestre del 2020 recibió 688 casos de violencia de género contra niñas y adolescentes de entre 10 y 18 años. En la mitad, el agresor era la pareja, novio o expareja.
El poder de la educación
“En el estudio fuimos del número total de matrimonios forzados a análisis más parciales: por provincias, por departamentos, hasta llegar a los lugares en los que el promedio era más alto. Por ejemplo, en la zona entre Salta, Formosa y Chaco existe una población indígena y allí hay mayor incidencia del matrimonio infantil”, explica Bianco. El informe explica que son muchos los factores que intervienen en las altas frecuencias con que se da el matrimonio o la convivencia a edades tempranas. Están los culturales, y también la pobreza.
“Se quiere disminuir el matrimonio infantil, pero es difícil erradicarlo”, sostiene Bianco, quien destaca que para encontrar soluciones a largo plazo es necesario entender los motivos y los contextos en los que se produce. Para ello, desde FEIM continúan trabajando con investigaciones y entrevistas en determinadas áreas. “Lo más importante es ver, de acuerdo a los factores que lo determinan, cómo se puede ir modificando la situación”, puntualiza la investigadora. “El matrimonio infantil se debe a distintos motivos, las condiciones sociales son diversas”, sostiene.
“Es clave lograr la persistencia de las niñas en la escuela. La escolaridad es la mejor vacuna para evitar el matrimonio o la unión convivencial temprana”, destaca.
En este mismo sentido, según la encuesta que realizó Haciendo Camino, entre las mujeres que tuvieron a sus hijos antes de los 16 años, únicamente el 66 % terminó sus estudios primarios, frente a un 85 % del total de las madres encuestadas .
Soluciones globales
La Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas instan a los países a aumentar las inversiones destinadas a terminar con estas convivencias forzadas. El Programa Mundial del UNFPA y de UNICEF Acelerar las Medidas Encaminadas a Poner Fin al Matrimonio Infantil promueve el derecho de las niñas y adolescentes a evitar el matrimonio y el embarazo, y a alcanzar sus aspiraciones mediante la educación y vías alternativas.
Este programa mundial ayuda a las familias a manifestar actitudes positivas, empodera a las niñas a fin de que dirijan su propio futuro y refuerza los servicios que les permiten hacerlo. También aborda las condiciones sociales y culturales que sustentan el matrimonio infantil y aboga por leyes y políticas que protejan los derechos de las menores.
El UNFPA promueve el diseño de políticas, programas y legislación orientadas a poner fin al matrimonio infantil. Asimismo, apoya la inversión en estudios con base empírica centrados en las niñas, para empoderarlas mediante la información, las aptitudes y los servicios necesarios para que puedan gozar de buena salud, recibir una educación y sentirse seguras. El UNFPA también respalda las necesidades de las niñas casadas, especialmente en el área de la planificación familiar y la salud materna.
En el marco de este programa, en Bangladesh, alrededor de 68 mil adolescentes recibieron asesoramiento y accedieron a algunos de los 70 nuevos servicios de Salud que tienen en cuenta las cuestiones de género. En Uganda, 27 mil niñas y adolescentes fortalecieron sus conocimientos esenciales mediante clubes escolares y campañas de vuelta a la escuela. En Yemen, 100 mil miembros de diversas comunidades participaron de sesiones de sensibilización acerca de los beneficios de retrasar el matrimonio y mantener a las niñas adolescentes escolarizadas. La magnitud de las cifras da cuenta del problema: el matrimonio infantil todavía es una realidad demasiado extendida.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN