Sin aulas para reunirse, los y las docentes buscan a sus estudiantes en las redes sociales

La pandemia obligó a los y las docentes a escuchar más a sus estudiantes, ver en qué plataformas estaban e ir a buscarlos ahí. Cómo lo resolvieron los y las docentes que nunca habían producido contenidos en las redes (y hoy usan Twitch o Discord) y cuánto debieron cambiar quienes ya utilizaban YouTube o Twitter para enseñar

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“Chicos, dejamos acá porque me siento muy cansada y esto me resulta muy aburrido”. Así, 20 minutos antes de lo previsto, la profesora terminó la semana pasada la clase de Geografía por Zoom de M., que con sus 15 años cursa tercer año en una escuela secundaria de CABA. “Cortamos acá porque yo estoy aburrida y me imagino que ustedes estarán más aburridos todavía”. Escuchó decir a la profesora de Lengua dos días después.

A esa altura eran pocos los y las compañeras de M. que seguían la clase con sus cámaras apagadas. Otros/as no habían podido conectarse por falta de dispositivos o de acceso a internet y algunos/as no lo habían hecho porque “es re aburrido”, explica el adolescente.

Una y otra vez, las clases por videollamadas de Zoom o Meet repiten escenas similares: él o la docente transmitiendo con una cámara de baja resolución —muchas veces mal enfocada— para estudiantes con cámaras apagadas.

Ante situaciones como estas, atravesadas por el desinterés y la falta de conectividad, docentes de distintos niveles educativos decidieron salir a buscar a sus estudiantes por el mundo virtual. Acá las historias de Marcela Álvarez, Damián Pedraza y Adriana Amado, que se animaron y experimentan en las redes sociales.

Un estudiante sigue desde su
Un estudiante sigue desde su casa la clase que Marcela Álvarez transmite por Twitch (Foto: Gentileza Marcela Álvarez)

En marzo de 2020, apenas declarada la pandemia por la COVID-19, Marcela Álvarez arrancó a darles Análisis Matemático 1 a estudiantes de primer año de carreras como Ingeniería en Sistemas e Ingeniería en Computación. Ella tiene 60 años, es docente e investigadora del departamento de Matemática de la Universidad Nacional del Sur, con sede en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca.

“Cuando empezamos había 210 estudiantes inscriptos en el Moodle (la plataforma virtual con la que ya contaba la universidad). Algunos me seguían con el celular, pero se quedaban sin datos, otros tenían problemas de conectividad y rápidamente pasaron a ser unos 170 alumnos. Tras el primer parcial quedaron unos 90 y terminaron de cursar poco menos de 70”, detalla la docente.

Mientras eso pasaba, Marcela Álvarez hizo un recorrido que este año le permite enseñarles a sus 170 estudiantes, más a otros 800 que se suman a las clases que da vía Twitch.

Damián Pedraza es ingeniero electrónico y ama enseñar. Dio clases en la Universidad Nacional de La Plata y desde hace años es uno de los edutubers (productores de videos educativos en Youtube) más reconocidos de habla hispana.

Sus videos ya fueron vistos por más de 31 millones de usuarios en la Argentina y América Latina. Y la Unesco seleccionó sus producciones para Mi Aula, un canal con contenidos escolares curados para estudiantes y docentes de secundaria.

Se podría pensar que la pandemia lo encontró ya adaptado al mundo digital. Sin embargo, Damián reconoce que no fue del todo así. “El cambio emocional y de uso de las redes que percibí el año pasado en chicos y chicas fue enorme. Por eso, decidí parar por dos meses y hacer lo que me pareció que estaba faltando: escucharlos”, dice.

Abrió una cuenta en Discord, “una página web gratuita que permite crear canales para conversar, dar una clase, tener conversaciones en texto, audio o video sin limitantes de tiempo y cantidad de participantes”, explica Damián. Y dedica varias horas por semana a conversar con las personas que se suman. Inspirado en lo que ocurre en esos encuentros es que diseña sus nuevos videos entrecruzando plataformas para que los y las estudiantes puedan participar y no ser meros/as espectadores/as de sus videos.

Adriana Amado es una figura conocida en los medios de comunicación, además de docente, investigadora y analista especializada en comunicación y medios. Temas sobre los que enseña en distintas universidades argentinas y extranjeras. A ella la pandemia tampoco la encontró fuera de las redes: desde hace años usa Twitter para evaluar a sus estudiantes, por ejemplo. Sin embargo, la virtualidad la obligó a actualizarse. Empezó a desarrollar videos cortos y con mucha producción para captar la atención de sus alumnos y alumnas, para lo cual tuvo que contratar a una persona que la ayudara con la edición del material. Hoy, para sus clases usa Zoom, YouTube y Twitter.

De las clases presenciales a los “susurros” en Twitch

El año pasado, cuando las clases pasaron a ser virtuales, Marcela Álvarez creyó que con los 7 años de experiencia en educación a distancia que tenía y usando la plataforma Moodle de la universidad podría sobrellevar sus clases. Pero no fue así.

“Enseguida vi que no iba a funcionar. En la educación a distancia el método es asincrónico: el profe plantea la actividad, los chicos hacen consultas en el foro y el docente les contesta. Pero al chat no lo usaba nadie. Y me di cuenta de que nosotros lo que teníamos era virtualidad, no educación a distancia. Es decir, profes y chicos queríamos mantener una actividad sincrónica, donde se diera una conversación en línea”, cuenta Marcela.

Desde su casa, Marcela Álvarez
Desde su casa, Marcela Álvarez transmite la clase de Matemática por Twitch / Foto: Gentileza Marcela Álvarez

Entonces, intentaron con Zoom, pero como se cortaba a los 40 minutos y eran 210 usuarios que debían volverse a conectar, no les servía. “Entonces, fueron mis alumnos quienes empezaron a decirme en broma —creo que porque pensaban que no me iba a animar— que diera clases en Discord o Twitch”, recuerda la profesora.

Pero lo que empezó como un juego en pocas semanas se volvió realidad. Investigó un poco y vio que muchos de sus estudiantes estaban en Twitch retransmitiendo sus partidas de videojuegos. Enfrentó el miedo a filmarse y con la ayuda de otro profesor de su cátedra más los mismos estudiantes que la fueron guiando, arrancó a dar clases en Twitch.

Este año su clase comienza a las 14.05 h y dura unas dos horas. Marcela comienza a conectar su celular y las dos computadoras que usa durante la transmisión unos 15 minutos antes. Con el teléfono se filma hablando y escribiendo en el pizarrón, en una de las computadoras tiene la clase que debe dar y en la otra observa cómo está saliendo la transmisión en Twitch y los mensajes (más de 100 por clase) que le van escribiendo en el chat, ya que esta plataforma solo permite ese tipo de intercambio.

La vez que por un imprevisto debieron hacer la clase por Zoom, sus estudiantes le pidieron que volviera a Twitch. “Allí ellos tienen a su disposición las herramientas para comunicarse en un lenguaje que les es propio”, explica Marcela e ilustra: “Al comienzo, me preocupaba por ir contestando cada pregunta que hacían mis alumnos o personas que estaban en la clase de cualquier parte del mundo, porque la plataforma es abierta. Ahora, ya sé que muchas veces se responden entre ellos. Aunque estoy atenta, por ejemplo, a cuando aparecen muchos deditos marcando hacia arriba porque eso significa que esas personas se hacen la misma pregunta ya planteada. Ahí sé que debo parar y repetir porque no están entendiendo. También, por más que haya 800 personas en la clase, estoy atenta a mis estudiantes”.

Para tomar exámenes, Marcela usa Moodle y Zoom para ver a sus estudiantes. Diseña 5 o 6 ejercicios que pueden hacer en papel y luego envían la foto. “Cuesta pensar los exámenes porque yo permito que usen todos los apuntes que quieran, pero deben justificar cada paso. Para mí, el examen es parte del proceso de aprendizaje y no me preocupa contestar preguntas durante el mismo porque el que no estudió, no lo va a poder resolver”.

En Twitch hay una comunidad muy colaborativa, dice Marcela. “Muchas veces, algún gamer que no es estudiante mío ha visto la clase y me ha mandado un “susurro”, un mensaje privado, recomendándome dónde ubicar la luz para que se vea mejor el pizarrón o me vea mejor yo, por ejemplo”.

El espíritu colaborativo que percibe Marcela tira por tierra el temor que declara sentir Damián Pedraza: “A que los estudiantes se burlen de los docentes que no manejan como ellos esas herramientas”.

Dejar de emitir, para escuchar y desde ahí crear

A Damián le apasiona hablar de educación, del rol docente y de cómo hay que repensar la enseñanza en el aula. Sabe de la importancia que puede tener un buen maestro en sus estudiantes y apuesta a que hoy, que lo no institucional ha ganado espacio, profesores como él puedan llegar a los chicos y las chicas e intentar hacer cambios desde afuera.

Así Damián Pedraza filma los
Así Damián Pedraza filma los videos de matemática que luego sube a YouTube / Foto: Gentileza Damián Pedraza

De hecho, los videos que ha hecho en los últimos años son una búsqueda por subsanar algunas de las falencias que venía viendo en el sistema educativo. “Los chicos no están en el aula sino en otros lados. Si el aula hubiese sido un ámbito divertido, de disfrute, si los docentes hubiesen invitado a explorar, el cambio hubiese sido solo un cambio de espacios. Pero no fue así y como hoy muchos pueden elegir estar o no estar, eligen no estar. Por eso, tenemos que ir a buscarlos”, dice Damián.

En 2017, empezó a desarrollar El Traductor de Ingeniería, el canal desde el que explica temas de matemática y que hoy tiene más de 710.000 seguidores y superó las 31 millones de visualizaciones. Su video más visto (más de 2.460.000 vistas) explicó en marzo de 2020 cómo podían crecer los contagios de COVID-19 en pocos días. Para eso desarrolló en 25 minutos un modelo que usa funciones exponenciales para demostrar cuán contagioso es el virus. Y recibió 8.627 comentarios.

Pero, a pesar de ese número de vistas, Damián cree que sus videos no contemplan “la vertiginosidad con la que están cambiando docentes y estudiantes y lo mal que la están pasando muchos chicos que no cuentan con profesores que conecten realmente con ellos”.

Damián siempre pensó y desarrolló solo los contenidos audiovisuales. Ahora, siente que necesita un ida y vuelta, conectar con los y las estudiantes. Por eso, desde hace un tiempo da clases gratis para indagar con qué se distraen o qué cosas les cuesta entender a chicos y chicas. También, desde hace dos meses, conversa unas 7 horas semanales con 40 o 50 personas de entre 15 y 30 años a través de Discord. Ahí debaten sobre el sistema educativo, comentan dudas que tienen y exponen ideas.

A partir de los planes de estudio de la secundaria bonaerense y la escucha atenta en Discord es que Damián está diseñando contenidos que tendrán dos partes: “Un primer video conceptual o que plantee una situación real que trataremos de resolver desde la matemática. La idea es que los temas no sean impuestos, sino que se descubran, que inspiren, hagan pensar, permitan una primera mirada sobre el tema. Luego, habrá una segunda parte que se desarrollará en Discord donde podremos reunirnos, aclarar dudas, escuchar opiniones, analizar distintas maneras de resolver el problema buscando generar pensamiento crítico y capacidad de argumentar. Una vez terminado ese encuentro editaré lo que allí haya ocurrido para transformarlo en un segundo video que también subiré a YouTube”.

Para Damián Pedraza es muy
Para Damián Pedraza es muy importante la calidad del video. Por eso, cuida las luces y la posición de las cámaras / Foto: Gentileza Damián Pedraza

Discord permite la conversación, el intercambio en el lugar y con el lenguaje que los y las estudiantes usan diariamente. “Mientras que YouTube sigue siendo el reservorio por excelencia”, asegura Damián.

Captar la atención de estudiantes que son interrumpidos por sus hijos e hijas

Adriana Amado coincide con Damián. De hecho, ella abrió un canal de YouTube, Catedraa, que le permite subir y almacenar sus propios contenidos ―videos de entre 5 y 20 minutos― y guardar en lista de reproducciones materiales que luego comparte en sus clases.

Ella da cursos de posgrado y su principal desafío es captar la atención de sus estudiantes, que en el aula la tenía casi garantizada y que con la virtualidad se diluyó. “La concentración disminuyó y me obliga a encontrar materiales valiosos pero breves. Tengo que tener en cuenta que algunos estudiantes siguen las clases desde sus trabajos o desde sus casas mientras los chicos les dicen que están aburridos, que vayan a jugar con ellos”, cuenta Adriana.

Por eso, sus clases que comúnmente eran de cuatro horas presenciales pasaron a ser de dos horas de manera sincrónica vía Zoom y dedicadas al diálogo, al intercambio. Para luego seguir otras dos horas viendo materiales de manera asincrónica en el canal de YouTube y desarrollando hilos de Twitter que expongan lo elaborado a partir de los contenidos trabajados.

—Ahora las universidades tienen sus propias plataformas. ¿Por qué preferís las plataformas abiertas?

—Primero, que las plataformas de las universidades son muy limitadas si comparamos con lo que nos permiten hacer las plataformas abiertas. Además, cuando usan las plataformas abiertas se comprometen más, son más responsables porque saben que los está viendo su propia comunidad. También les permite comprender qué les aporta la academia. Porque, por un lado, tenemos un profesor que les pide que hagan ensayos de 5.000 palabras —sabiendo que el promedio que lee la gente es de 500 palabras— y, por otro lado, vemos a especialistas explicando temas complejos sobre cómo funciona la pandemia en un hilo de Twitter. Entonces, le dan otro sentido al uso de las redes, terminan de apropiarse de lo público desde las redes. Siento que además de preparar la materia salen sabiendo más del mundo en línea.

Adriana Amado en su clase
Adriana Amado en su clase por Zoom / Foto: Gentileza Adriana Amado

Además, “tener los videos colgados en YouTube me permite ver cuántas personas los vieron en determinado tiempo y si esas personas fueron a otros videos. Mientras que en Twitter, con una etiqueta común puedo hacer un seguimiento de lo que publican y responderles. A su vez, cuando otros ven que sus compañeros publican y yo estoy haciendo comentarios, se animan a publicar”, dice Adriana.

Más allá del proceso de aprendizaje en sí, para Adriana funcionamientos como el de ella ponen en crisis al propio sistema. “Porque yo pago con mi trabajo extradocente a alguien que me edita los videos. No podría hacerlo de otro modo. Pero, ¿cuántos docentes pueden hacer esto?”, se pregunta.

Antes, chicos y chicas iban a la escuela y ahí se encontraban con un lenguaje propio de la institución educativa tradicional. Pareciera que desde el año pasado con la virtualidad los y las docentes tienen que ir a buscarlos/as a sus espacios y descubrir el lenguaje que están usando ahí. Primero, para conocerlos/as. Luego, para ver qué y cómo enseñarles.

Si no, miren lo que escribió Uriel Arce Lozano en uno de los comentarios del video de Damián Pedraza sobre cómo podían crecer los contagios de COVID-19: “Vine a informarme de la pandemia y terminé aprendiendo de variables y datos estadísticos, qué grande que es internet”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.

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