Reducir hasta un 40 % el consumo de agua en la agricultura, detener el avance del virus del Zika en África o predecir inundaciones en la India: la utilización de la IA para resolver los problemas del mundo es un área incipiente, pero llena de oportunidades. Mientras la aplicación de la IA en el mundo privado nos ofrece vehículos que se manejan solos, mejoras en los canales de compra digital y promesas de eficiencia y productividad, su vínculo con el mundo social —de la mano de organizaciones de la sociedad civil y Gobiernos— augura un boom en la solución de problemas ambientales y sociales.
El concepto hoy instalado de “IA para el bien social” (por “AI for Social Good”) ha sido adoptado hasta por los gigantes tecnológicos como Google o Microsoft, que lo aplican a iniciativas, conferencias, informes y talleres. Pero que las grandes tecnológicas hayan empezado ha utilizar este concepto no significa que sea nuevo.
Desde hace más de diez años existen movimientos “tecnooptimistas” como DataKind, Bayes Impact, Data Science for Social Good, AI4ALL o hack4impact, entre otros, que hablan sobre cómo utilizar la tecnología para abordar y resolver algunos de los desafíos más complejos que enfrenta la sociedad. ¿Por qué usar inteligencia artificial? Porque los algoritmos de machine learning pueden detectar, por ejemplo, cómo una solución en un lugar geográfico podría funcionar o no en otro lugar o qué modelos habría que modificar para que sí pudieran ser aplicada con éxito.
Los casos en los que la IA puede resolver estos problemas son extremadamente variables. Desde tecnologías que funcionan como aliadas de médicos para detectar enfermedades con menor margen de error, pasando por aquellas que ayudan a maestros a diseñar planes de estudio personalizados para sus alumnos, hasta las que determinan si hay que incrementar o reducir la frecuencia del transporte público teniendo en cuenta la hora y circulación de los pasajeros para que se viaje mejor y se gaste menos.
Reducir el uso del agua en la agricultura
Un ejemplo de cómo se utiliza la IA para mejorar el ambiente es Kilimo, un emprendimiento argentino nacido en Córdoba que logró hacer un uso más eficiente del agua en la agricultura. Si consideramos que esta actividad consume el 70 % del agua dulce disponible en el mundo, resolver el gasto innecesario tiene una importancia vital.
La plataforma Agtech de Kilimo lleva ahorrados más de 30 billones de litros de agua en 75.000 hectáreas monitoreadas en Latinoamérica, trabajando junto a productores de cultivos intensivos y extensivos de Argentina, Estados Unidos, Chile, Uruguay, Paraguay, México y Perú.
¿Cómo lo hace? Un algoritmo de aprendizaje automático analiza imágenes satelitales, bases de datos históricos y otras informaciones disponibles para estimar el consumo hídrico del cultivo a una semana y ofrecer entonces consejos sobre la cantidad necesaria de riego. La solución propone un balance hídrico mediante un sistema que se alimenta de datos satelitales, climáticos y la caracterización del campo en cuestión. Luego, aplica la metodología de big data para sugerir cuándo y con cuánta agua regar, según una estrategia de riego seleccionada por el agricultor.
El ámbito de la salud es uno de los que más oportunidades presenta para el uso de la IA. IBM, por ejemplo, trabaja en un proyecto que ayuda a frenar el avance del virus del Zika. La iniciativa, realizada en colaboración con el Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas, con sede en New York, utiliza técnicas de aprendizaje automático para analizar datos sobre los virus y los primates que los portan para después comparar estos rasgos con 364 especies de primates en todo el mundo. Esto permite producir, finalmente, un mapa interactivo que muestra dónde corren mayor riesgo las personas de contraer la enfermedad.
Uno de los desarrollos que podría tener un inmenso impacto global es el que llevó a cabo AI for Social Good, de Google, para predecir inundaciones. Estas afectan a 250 millones de personas de todo el mundo y generan miles de millones de pérdidas en daños tanto para las personas, los Gobiernos y privados.
La empresa creó algoritmos que toman diferentes datos para presentar modelos de predicción para determinar mejor cuándo y dónde tendrá lugar una inundación. Pero no se queda ahí. También incorpora esa información en un sistema de alertas para avisarle a la ciudadanía. Este sistema desde su nacimiento activó decenas de miles de alertas que fueron vistas por más de 1.500 millones de personas. La primera fue en el año 2018 para la región de Patna, en India.
Lo bueno es que este tipo de tecnologías pueden extrapolarse. Por ese motivo, desde el buscador ya están desarrollando iniciativas similares para predecir terremotos e incendios forestales.
En el informe La inteligencia artificial al servicio del bien social en América Latina y el Caribe publicado por el BID se señala que: “La IA promete mejorar el diseño de los servicios digitales centrados en las necesidades de las personas y la eficiencia de procesos de importancia vital —como la prestación de servicios sociales y la transparencia en la toma de decisiones públicas— e incentivar la economía mediante aumentos en la productividad”. Y le pone número a la promesa: “Un ejemplo es el impacto que pueda tener en la economía de un país en vías de desarrollo; se estima que la IA podría aportar hasta un 14 % de riqueza adicional a las economías emergentes de América Latina”, explica el informe.
Un camino con inconvenientes
Sin embargo, el avance de la aplicación de IA para resolver los problemas sociales y ambientales es un camino que presenta sus inconvenientes. “La sociedad no tiene suficientes mecanismos adecuados para invertir en este tipo de desarrollos”, explica Saska Mojsilovic, jefa de inteligencia artificial en IBM Research. “Por lo general, invertimos en aplicaciones de inteligencia artificial generadoras de ingresos en lugar de hacerlo en estos problemas sociales, menos cómodos”, asegura.
Según Mojsilovic, todo lo que respecta a la inteligencia artificial aplicada a lo social está todavía en pañales y falta tiempo para que veamos su explosión. Lo bueno es que eso significa que hay cientos de potenciales aplicaciones que pueden ser resueltas entre equipos ayudados a través de la tecnología.
“Muchas organizaciones no gubernamentales y agencias gubernamentales no están todavía utilizando el poder que tiene la inteligencia artificial como sí lo está usando el sector privado. En los próximos diez años veremos un esfuerzo muy grande de aplicar estas tecnologías para el bien social”, comenta en Raconteur y agrega: “Espero que usar la tecnología para atacar problemas relacionados al hambre, las enfermedades y la pobreza nos hagan mejores humanos. Todo se reduce a qué diseñemos y dónde hagamos nuestras inversiones. La tecnología existirá, pero la decisión es nuestra.
¿Qué hace falta para que funcione? Lo responde el informe del BID: “El éxito del aprovechamiento de esta tecnología dependerá de numerosos factores: la existencia de una visión común con la que se puedan alinear todos los esfuerzos y actores de los ecosistemas de IA; la dotación de una infraestructura digital facilitada por los Gobiernos en alianza con el sector privado; la formación de talento local y la investigación sobre temas pertinentes; la adopción de IA por parte de la sociedad civil para avanzar en sus objetivos; la decisión de poner al ser humano en el centro de toda conversación y actividad relacionada con la IA; el impulso del ecosistema emprendedor y el respeto de marcos y lineamientos éticos para su desarrollo y uso”.
Dependiendo de cómo se utilice esta tecnología funcionará como nivelador o divisor. Permitirá generar mayor igualdad, inclusividad y ampliación de derechos o, por el contrario, nuevas desigualdades, exclusiones y sesgos. Hace tiempo estamos viendo —por suerte— cómo nacen emprendimientos que, justamente, buscan atacar estas problemáticas, pero para que florezcan hace falta intención e inversión estatal.
Mark Purdy, un asesor independiente en economía y tecnología de Inglaterra, publicó un artículo en Harvard Business Review, donde lo explica con extrema claridad: “La respuesta está en nuestras propias manos. Al tomar medidas ahora para abordar los prejuicios y los riesgos, las empresas y los Gobiernos pueden comenzar a hacer de la inteligencia artificial una verdadera fuerza para el progreso social y la prosperidad económica”, asegura.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.