(Enviado especial a Londres) Sea en el norte, este, oeste o sur de la capital inglesa, la tradición es la misma, celebrar a su rey o reunirse por una fecha especial. Desde el Jubileo de la reina Isabel II esta tradición ha cobrado más adeptos y ya está en la agenda de los monárquicos y de los que no lo son. La excusa es celebrar.
Cada casa del vecindario colabora con algo. Desde un menú elaborado o los típicos sándwiches de pepino, pan de molde, mantequilla, sal y queso crema que enloquecen a los británicos. La decoración y ambientación es fundamental, nada puede fallar. Los manteles y centros de mesas con flores lucen los colores de la bandera, las imágenes del soberano cuelgan de los cercos y ligustros como cuadros, los banderines van de esquina a esquina y el más carismático o carismática de la organización, se ocupa de realizar los sorteos y la animación. Se canta el himno nacional, se brinda en honor al rey y la música de fondo acompaña este simpático almuerzo al aire libre y bajo el escurridizo sol que como se sabe, es lo que menos abunda en la cuna de Oscar Wilde.
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Una argentina en la celebración
Valeria Juárez es argentina y está radicada en Inglaterra desde hace más de 20 años. Su marido es australiano, pero criado en Gran Bretaña desde los 8. Ambos tienen dos hijos “uno muy ingles nacido aquí y el más chico en Sudáfrica, pero los dos son british british”, bromea esta exitosa ejecutiva con Infobae.
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Apegada y muy respetuosa de la cultura del país que eligió para formar una familia y desarrollar una brillante carrera en la que potencia marcas y firmas con renombre internacional, Valeria es una vecina muy presente en su comunidad. “Aquí cada uno de nosotros ayuda, participa, se ocupa y preocupa que todo salga perfecto y claro, nos divertimos en el armado de este Street party o almuerzo en la calle”.
Cerdo al grill, hummus, ensaladas exquisitas condimentadas con todo tipo de ingredientes. Tartas de verduras, quiches de espárragos y hongos, platos italianos, todo suma en esta bacanal con estilo.
Vinos blancos, bebidas sin alcohol, espumantes para el brindis por su majestad y hasta un cantante de ópera y pop, son parte fundamental de este folclore tan inglés como el mismo Carlos III.
El sábado 6 de mayo, ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue coronado el sábado junto a su esposa Camilla en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hace 70 años.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, colocó sobre la cabeza del monarca de 74 años la corona de San Eduardo, que no se había utilizado desde la coronación en 1953 de su madre, fallecida en septiembre.
Carlos y Camilla estuvieron acompañados por unos 2.300 invitados, entre ellos figuras como la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica.
El príncipe Harry, hijo menor de Carlos que mantiene tensas relaciones con la familia real, se sentó junto a sus primos en la tercera fila, sin su esposa Meghan Markle, que se quedó en California con sus dos hijos.
Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, oculto de la vista de todos por una pantalla. Pese a la persistente lluvia, miles de admiradores se agolparon en las calles de Londres, a lo largo del recorrido de la carroza real, para saludar a los monarcas.
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