Ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue solemnemente coronado este sábado junto a su esposa Camila en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hacía 70 años.
Esta coronación fue más corta y mucho más inclusiva que la realizada en 1953 para su madre. Líderes religiosos externos a la Iglesia de Inglaterra tuvieron un papel más activo en la ceremonia por primera vez. Y gente de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido, así como de los países de la Mancomunidad de Naciones, participaron en ella.
Millones de personas observaron por televisión la transmisión oficial. Sin embargo, hubo un único momento que no se pudo ver y fue cuando ocurrió la parte más sagrada e íntima de los rituales de coronación: la unción del rey.
El rito religioso más solemne de la liturgia de la coronación requiere que el monarca esté temporalmente oculto al público.
Luego de prestar el juramento de gobernar al pueblo de Reino Unido con “justicia y misericordia”, el rey Carlos III fue ungido con aceite consagrado por el arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia anglicana.
El soberano, de 74 años, quedó velado por un panel de tela bordada con motivos de ángeles y un árbol con 56 hojas que representan a cada uno de los países de la Commonwealth, bendecida en la Capilla Real del Palacio de St James hace una semana.
Durante la unción, el coro entonó la pieza “Zadok the Priest”, compuesta por Georg Friedrich Handel para la coronación de Jorge II, en 1727.
Como reflejo de la pasión del rey por la sostenibilidad, la pantalla que le ocultó, de 2,6 por 2,2 metros, fue fabricada con la madera de un roble plantado por el duque de Northumberland en 1765 en la finca de Windsor y que fue derribado por el viento.
La decoración del biombo fue encargada personalmente por el monarca al iconógrafo Aiden Hart, miembro de la iglesia ortodoxa griega, que a lo largo de una carrera de cuarenta años ha creado arte litúrgico católico, anglicano y ortodoxo.
El arzobispo de Canterbury, asistido por el deán de Westminster y el arzobispo de York, ungió con aceite las manos, pecho y frente de Carlos III, que ascendió al trono al morir su madre, Isabel II, el 8 septiembre, y hoy recibió oficialmente los símbolos de su poder.
Bajo los pies del rey, durante la unción sagrada, un pavimento de estilo cosmatesco representó el Día del Juicio, que en la tradición cristiana simboliza el momento en el que Cristo juzga a los mortales, incluidos los reyes.
La unción, paso a paso
Para dar comienzo al ritual Carlos y su esposa, la reina consorte Camila, se quitaron sus Túnicas de Estado y el rey se vistió con una túnica de lino blanco y la “Supertunica”, una túnica dorada de cuerpo entero, prendas que simbolizan tanto la humildad como el esplendor, destinadas a reflejar las dos naturalezas de Jesucristo.
Carlos se sentó en la antigua Silla de Coronación de roble, que ha sido parte de cada coronación desde 1308. Los guardias colocaron una pantalla alrededor de la silla.
Luego se le presentaron objetos ceremoniales que simbolizan el poder secular y espiritual. Eso incluyó el Orbe, que representa el mundo bajo Cristo, y el Anillo del Soberano, que simboliza el matrimonio de un monarca con su pueblo. Carlos usó el Guante de la Coronación y sostuvo el Cetro con la Cruz, un símbolo del poder terrenal, en su mano derecha. En su mano izquierda llevó el Cetro con la Paloma, que representa la autoridad espiritual y la misericordia.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, vertió aceite sagrado de una ampolla o frasco con forma de águila y luego lo frotó en las manos, el pecho y la frente del rey.
La ceremonia tiene sus raíces en la historia bíblica de la unción del rey Salomón y originalmente fue diseñada para confirmar que el soberano fue elegido directamente por Dios.
Joyas y ropajes de oro
En un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre. Aun así, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo solo se lleva en el momento preciso de la coronación.
También lucieron varios ropajes antiguos bordados con oro, que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.
Siguiendo las convicciones ecologistas del monarca, el óleo para la unción era vegano. Como exige la tradición, fue consagrado en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.
El domingo, se celebrarán comidas vecinales en todo el país y un gran concierto pop en honor del monarca frente al Castillo de Windsor, al oeste de Londres. El lunes, que fue proclamado feriado, la pareja real llamó a los británicos a realizar tareas de voluntariado.
Con información de AFP y EFE
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